La sostenibilidad y la minería global

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A partir de las últimas discusiones técnicas, en algunos sectores de la Comisión Europea, sobre la pertinencia y urgencia de facilitar el desarrollo de proyectos extractivos mineros en las naciones de la Unión (el caso de los yacimientos de litio y tierras raras, como cuestión) traemos a consideración algunas tendencias del sector extractivo minero global. ¿De qué manera contribuye a la sostenibilidad global la actividad extractiva minera? ¿Es sostenible este sector productivo, en sí mismo?

El sector corporativo extractivo de recursos naturales no renovables, el cual es un sector muy particular, debido, fundamentalmente, a que no está en el mercado de los productos de consumo masivo, viene enfrentándose, los últimos años, a otros tipos de presiones y riesgos para su productividad, competitividad, posicionamiento institucional y reputación corporativa.

Debido que su estrategia competitiva se enfoca mucho más en la obtención de concesiones y licencias para operar extracciones mineras y sus principales stakeholders son los gobiernos, autoridades locales y poblaciones donde desarrolla sus procesos extractivos, su foco está más centrado en los beneficios que pueda obtener de estos gobiernos y en las facilidades sostenibles de las comunidades de sus entornos más cercanos a sus operaciones. Los asuntos técnicos los tiene casi todos resueltos. Debido a su capacidad de apalancamiento financiero a gran escala, tecnológicamente no tiene muchas necesidades radicales, salvo aquellas que tienen que ver con los riesgos de contaminación ambiental e impacto en la generación de gases de GEI por sus operaciones conexas.

Otra particularidad del sector es que es una industria centrada en los costos. Este sector no está en búsqueda de clientes para vender sus productos de manera masiva. No tienen grandes inversiones en investigación de mercados, marketing y comercialización. Cotizan en Bolsa, venden comodities y operan a niveles corporativos y de gobiernos nacionales. Los riesgos que enfrenta están en direcciones muy diversas pero todos ellos interdependientes a las decisiones de los gobiernos y las comunidades. El mercado masivo es importante, es cierto, pero no es tan determinante como lo es para otras industrias.

Por otro lado, debido a que los precios de los metales varían todos los días y sus mejores valores están expuestos a los vaivenes de la oferta y la demanda, su relación con su tipología de mercado se centra en llegar a tiempo a sus contratos con sus clientes corporativos o gubernamentales y tener esquemas de negocio cerrados, incluso, mucho antes de iniciar las operaciones. Es por ello otro de sus riesgos más importantes está en la sostenibilidad de sus operaciones y la gestión de una cartera de proyectos diversificada y amplia en distintos contextos globales. En ese entendido, sus principales competidores están en aquellos que tengan acceso oportuno a los recursos y los que llegan a tiempo a su tipología de mercado. Tratan de acelerar sus procesos de extracción y procesamiento para ver quién sale primero con los proyectos desarrollados. Ello, muchas veces, los expone a riesgos operativos continuos, de diversa índole.

Claro está que sus niveles de alianza corporativa se dan inclusos entre empresas competidoras y no es raro tener proyectos y operaciones extractivas desarrolladas por empresas competidoras que forman parte de un mismo consorcio, con la finalidad de estar presente, de manera diversificada en el mercado de metales.

Las tendencias de este sector

Aquí enumeramos algunas de las tendencias que viene enfrentando. Todo esto será tratado en detalle y a mayor profundidad durante el desarrollo de toda mi investigación que saldrá publicada antes de fin de año.

1.- La aceleración de los procesos tecnológicos de transición energética y el impulso que se vienen dando de las regulaciones multilaterales hacia ello va haciendo notar que ahora es más eficiente y productivo invertir en energías renovables. La Comisión Europea, por ejemplo, viene poniendo en marcha toda se capacidad normativa en esa dirección. Las empresas mineras europeas están a la vanguardia en este aspecto, por estas regulaciones. Pronto el mundo entero estará en ello.  El sector extractivo viene cambiando su matriz energética para el despliegue de inversiones en torres eólicas, canchas de paneles fotovoltaicos y desarrollo de procesos con hidrógeno verde, por ejemplo, como lo vienen haciendo empresas en Chile y Sudáfrica.

2.- Existe un resurgimiento de los nacionalismos por la gestión de los recursos naturales, en especial por aquellos que no son renovables como los recursos minerales. Las distintas reflexiones acerca de la seguridad nacional por los suministros mineros nunca ha sido más fuertes. Para la digitalización de las industrias y gobiernos de los distintos países desarrollados se necesita mucha autonomía en cobre, litio, tierras raras, zinc y cobalto, por ejemplo. Esta necesidad está haciendo que los discursos políticos impacten en la necesidad de reflexionar sobre nuevas nacionalizaciones o estatizaciones de empresas privadas en países en vías de desarrollo, como el Perú, por ejemplo. Bolivia y Argentina ya avanzaron en este aspecto hace algunos años

3.- La presión por más impuestos a la extracción de recursos naturales no renovables ha resurgido en los distintos países productores. Una de las últimas razones es el incremento de la deuda pública de estas naciones para hacer frente al problema de la pandemia. Para estas naciones pobres no ha existido esquemas de subvenciones que hayan podido apoyar a sus ciudadanos en esta época de crisis generalizada. Han tenido que endeudarse o gastar los escasos ahorros internos. Ante esta coyuntura global, muchas naciones reflexionan sobre nuevos impuestos a grandes empresas instaladas en sus territorios. Hay ruido también sobre mayores esquemas de compromiso como la corresponsabilidad en el desarrollo local, por ejemplo.

4.- Habrá cada vez más un aumento de la presión social por los distintos impactos locales que ejerce el sector corporativo que explota recursos naturales no renovables, como los recursos mineros. La evidencia empírica de que los programas de inversión social de este sector no ha podido generar procesos de desarrollo local sostenible, como hubiera querido, hace que la frustración, deslegitimación y mala imagen tenga a la minería como un lugar común para el reclamo y la queja constante. Estas presiones locales impactan en el desempeño operativo, encarece los procesos por bloqueos y genera riesgos de reputación que podrían ser muy sentidos para los shareholders, quienes ya están con nuevos discursos, presionando para la implementación de nuevos modelos de gestión de sus entornos locales.

5.- La aceleración de la industria extractiva por la adopción de nuevas tecnologías va a seguir siendo una constante. El sector corporativo está siempre en búsqueda de eficiencia y productividad y si existe o descubre alguna tecnología que pueda ayudarlo en sus distintos procesos, la va a tomar. Elo implica una nueva gestión de riesgos asociados y creará nuevos ganadores y perderos en su despliegue. La transformación digital es parte de ello. Ya se escucha de procesos guiados a través de instrumentos de inteligencia artificial o el uso de aplicaciones digitales para asuntos como la salud, seguridad y desempeño de sus colaboradores.

6.- La diversidad y la inclusión social dejó de ser un asunto cosmético, exclusivamente centrado en el discurso de la igualdad de género. El sector corporativo minero sabe que esta perspectiva va mucho más allá. Para encararlo ya se están gestando Divisiones de Diversidad Inclusiva en grandes corporaciones globales que se gestionan desde el punto de vista de la captación de profesionales más competentes y productivos. No importa de dónde vengan, que retos físicos posean, qué edad tengan o qué preferencia sexual o religiosa desarrollen. Va a importar mucho más su valor como personas y profesionales.

La sostenibilidad de este sector importante para el despliegue tecnológico y productivo global va a pasar por estas tendencias y veremos a nuevos ganadores y perdedores en esta nueva implantación. Sin embargo, las preguntas aun siguen dando vueltas sobre los aportes de este sector a la sostenibilidad de sus entornos locales.

De la misma manera como ahora se viene regulando para el cierre de operaciones de carbón, petróleo y gas, por su correlación directa con el calentamiento global y el cambio climático, dentro de poco escucharemos hablar de regulaciones que corresponsabilicen a estas operaciones extractivas por el desarrollo económico y bienestar local de las comunidades y ciudades de sus entornos próximos. Aquí aun hay algunos desafíos subyacentes, mucho mas allá de lo que se lee en sus reportes de sostenibilidad.

Por: Miguel Castañeda Loayza

Director General del Centro de Investigación Sustainability Worldwide Center 2050 y Fundador de la Escuela de Graduados en Sostenibilidad Catalyst Sustainability Graduate School

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