Por: Jesús Miguel Castañeda Mayuri
El martes pasado, Emmanuel Macron anunció en un mensaje televisado para todos los franceses que, entre otras medidas, Francia comenzará la construcción de nuevos reactores nucleares luego de décadas. El principal objetivo detrás de esta propuesta es reducir las emisiones de carbono para enfrentar el cambio climático; al mismo tiempo que garantiza el suministro energético de Francia.
Macron defendió esta medida asegurando que serviría “para garantizar la independencia energética de Francia, garantizar el suministro eléctrico de nuestro país y alcanzar nuestros objetivos, en particular la neutralidad de carbono en 2050.” Los nuevos reactores que se construirían serían del tipo EPR.
En el contexto francés, este anuncio tiene mucho sentido puesto que el 75% de la electricidad francesa se genera con energía nuclear. Además del hecho de que ya en octubre, con motivo del plan Francia 2030, Macron ya había anunciado la inversión de 1000 millones de euros en mini-reactores. Sobre la construcción de estos, el presidente galo declaró: “Tenemos una ventaja decisiva, nuestro modelo histórico: las centrales nucleares que ya existen”. Y si tomamos en consideración que Francia tiene 56 centrales eléctricas en funcionamiento con una edad media de 36 años, la decisión parece muy coherente.
Sin embargo, la energía nuclear, con lo razonable que puede parecerle al gobierno francés, no está exenta de polémicas. En el plano internacional, Alemania anunció el apagón de la energía nuclear para 2022 e Italia en un referéndum, ha decidido no retomarla. Otros países, como Finlandia, Estados Unidos, Rusia y la propia Francia la siguen incluyendo -pese que al inicio de su mandato Macron había prometido reducirla.
Es por eso por lo que es importante examinar las distintas voces a favor y en contra de la energía nuclear.
Según la página web Foronuclear.org, las únicas fuentes energéticas disponibles que no emiten gases de efecto invernadero son las renovables y nucleares. “La energía nuclear –tecnología que en su operación no produce emisiones de CO2 y que en su ciclo completo de vida tiene unas emisiones medias de 12 g CO2/kWh, similares a las de la energía eólica e inferiores a las de otras tecnologías renovables- juega un importante papel en la mayor parte de las sendas que limitan el calentamiento global a 1,5 ºC.”, indica la página web del Foro de la Industria Nuclear Española. Es decir que, en este sentido, tiene los mismos beneficios medioambientales que las energías renovables. Una central nuclear en funcionamiento, según ellos, no envía gases de efectos de invernadero ni productos de combustión que contribuyan a la contaminación de las ciudades o la acidificación de lluvias.
La misma web también apunta a los controles de seguridad medioambiental a las que están sometidas las centrales nucleares por parte de las instituciones. Estos contemplan todas las fases del ciclo de producción, la protección de los trabajadores y del medioambiente. Lo mismo afirma Miguel Alcubierre, ex director del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, al portal TecReview: los reactores nucleares cuentan con hasta 45 sistemas de respaldo; en caso de un evento anormal, se apagan todo para impedir accidentes. “No es información popular, pero en Francia no hay registro de accidentes en sus plantas nucleares”, apunta.
Pero esta seguridad es, en términos económicos, una desventaja que desalienta la inversión. Así lo manifestó Kenneth Gillingham, profesor de Economía Medioambiental y Energética de la Universidad de Yale, a DW. Para él, es demasiado capital invertido a ciegas. “Los requisitos de seguridad son ahora tan elevados que han hecho que el precio de la energía nuclear sea extremadamente alto”, dice.
En ese sentido también se manifestó Mycle Scheneider, un consultor independiente, a DW. La energía nuclear le parece ineficaz y lenta para la lucha con el cambio climático. «El año pasado entraron en funcionamiento más de 250 gigavatios (GW) de renovables en todo el mundo y solo se añadieron 0,4 GW de capacidad nuclear neta: la nuclear es ahora irrelevante en el mercado», dijo al medio alemán. Es cierto que para desarrollar y construir centrales nucleares se necesita de mucho tiempo: el propio reactor EPR que planea construir Francia se comenzó a desarrollar hace 35 años.
Pero también hay preocupaciones que atañen a los efectos medioambientales de la energía nuclear. Sí, es cierto que no produce emisiones de gases de efecto invernadero. Pero lo que sí produce son residuos radiactivos que son hasta ahora imposibles de tratar, almacenar y gestionar; estos, según Greenpeace, se mantienen activos durante cientos de miles de años. Países como Estados Unidos y Alemania tienen depósitos especializados para manejarlo los residuos; pero, tal como apunta Tecreview y Greenpeace, el tiempo de amortización de la radicación sigue siendo el mismo.
Hay riesgos que son ciertos y para evitarlos se requiere de una inversión grande que pueda amortizarlos; a diferencia de las renovables que presentan menores costes de inversión y se han hecho más competitivas económicamente a lo largo de estos años. Pero es importante tenerla en cuenta como un tipo de energía que ayude a disminuir la emisión de gases de efecto invernadero, una de las principales preocupaciones de la humanidad ahora mismo. Lo que queda claro es que, para Francia, por su contexto, es una decisión estratégica la construcción de nuevos reactores nucleares.
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