EFE- Las campañas electorales son un caldo de cultivo para que prolifere la desinformación, un fenómeno creciente al que se enfrentan periodistas, expertos universitarios y empresas tecnológicas con el fin común de desenmascarar y frenar bulos, datos erróneos o contenidos audiovisuales manipulados.
La capacidad de propagación de internet, fundamentalmente a través de las redes sociales, no lo pone fácil, pero hay «señales» que ayudan a reconocer falsedades y mecanismos para desactivarlas, una labor en la que corresponde a los ciudadanos un papel clave.
Cómo identificar contenidos falsos
– Desconfiar de aparentes noticias que apelan a las emociones.
– Extremar la prudencia ante titulares o frases llamativas en mayúsculas, que no van acompañadas de un texto informativo y que, en general, solo buscan el clic con fines publicitarios.
– Cuando se trata de una noticia completa, leer el texto entero, no solo el titular.
– Buscar en internet tanto el título como las cifras y otros datos que incluya el texto, así como la fecha.
– Ante mensajes de perfiles concretos en Twitter, asegurarse de que la cuenta es oficial y tiene el logo azul propio de las cuentas verificadas, comprobar que el contenido de un retuit se encuentra en la cuenta original y abrir el tuit por completo para leer todo el texto.
– Contrastar hechos insólitos o muy llamativos con medios de comunicación de confianza.
– Cuestionar las imágenes muy impactantes, ya que a menudo se difunden fuera de contexto y acompañadas de informaciones que aluden a hechos distintos o del pasado, aunque se comparten como si fueran actuales.
– Desconfiar de todos los audios recibidos por WhatsApp, especialmente los relacionados con cuestiones como inmigración, seguridad o representantes políticos.
– Recelar de las cadenas de WhatsApp de origen anónimo.
Qué hacer ante una posible desinformación
– En caso de duda, no compartir el mensaje y, si se comenta en una red, solo debe ser para dejar claro que es mentira y por qué.
– Contactar con medios especializados en verificación para que investiguen supuestos bulos; algunos ofrecen números de teléfono disponibles expresamente para ello.
– Reenviar el desmentido a la persona de la que se ha recibido un contenido falso y al resto de nuestra comunidad para revertir la cadena.
La periodista y especialista en desinformación Myriam Redondo subraya que el consejo más importante es dudar, reaccionar con escepticismo ante informaciones de las que se desconoce el origen, declaraciones de políticos que no facilitan acceso al audio o imágenes y memes fuera de contexto.
En este sentido, Redondo, profesora en la Universidad Complutense de Madrid, explica a Efe que abundan en los últimos años las falsedades por WhatsApp -con el formato de «una imagen meme con una mentira breve»- y son especialmente difíciles de detectar y atajar, porque es muy complicado rastrear el origen y llegar al «paciente cero».
Por su parte, el también experto en la materia Raúl Magallón, profesor de Periodismo y Comunicación Audiovisual de la Universidad Carlos III de Madrid, destaca la importancia de «generar comunidad» al compartir desmentidos y llama a estar preparados ante la estrategia que ha adoptado la difusión de falsedades en la actual campaña de elecciones municipales, autonómicas y europeas.
A diferencia de la campaña de las generales, ya no se centran en los partidos y sus líderes, sino en lo que Magallón denomina «miedos locales» -inseguridad ciudadana, inmigrantes…- y, ante las elecciones europeas, en bulos sobre la inmigración que se irán «replicando en todos los grupos y en distintos países», así como sobre lo supuestamente cara, burocrática e ineficaz que es la UE para los ciudadanos, según apunta Redondo.
Cómo han reaccionado las empresas tecnológicas
Google reconoce en su blog que proporcionar información útil y fiable con la escala actual de internet es una «responsabilidad tremendamente compleja e importante, especialmente en el marco de unas elecciones».
Con el objetivo de lograr un «ecosistema de noticias ‘on-line’ de calidad», este buscador actualiza algoritmos todos los días para garantizar un contenido «fidedigno y útil» y, entre otras medidas, permite conocer, a través de su portal de transparencia, qué partidos aparecen anunciados en Google de cara a las elecciones europeas y cuánto dinero gastan.
Entre otras herramientas para la prensa, facilita que los redactores incorporen a sus informaciones la etiqueta «ClaimReview», con la que los usuarios de Google pueden reconocer fácilmente, en los resultados de sus búsquedas, aquellos artículos que han comprobado sus datos con un trabajo de verificación.
En YouTube -de su propiedad- ha incluido las funciones Top News -principales noticias- y Breaking News -de última hora-, que proporcionan a los usuarios información de última hora elaborada por profesionales del periodismo.
La estrategia de Facebook para evitar la desinformación está centrada en la detección de cuentas falsas, los convenios con verificadores externos y la gestión de la publicidad política con iniciativas de transparencia como la «biblioteca de anuncios», en la que los anunciantes deben confirmar su identidad y aportar información pública sobre quién paga la propaganda y cuánto gasta en ello.
Además, la compañía de Mark Zuckerberg ha anunciado esta misma semana que invertirá 7,5 millones de dólares en nuevas tecnologías de análisis para identificar imágenes y vídeos editados o manipulados que puedan ser compartidos en distintos formatos.
En cuanto a WhatsApp, que al igual que Instagram está gestionado por Facebook, limitó a principios de año la capacidad de los usuarios de reenviar mensajes a un máximo de cinco conversaciones a la vez, con el objetivo de frenar la difusión de informaciones falsas.
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