Artículo publicado en The Conversation por José María Gonzáles et al.
El Ministerio para la Transición Ecológica del Gobierno de España acaba de cerrar una consulta pública para modificar la Ley de Minas que rige en España desde 1973. El objetivo es actualizarla pensando en la extracción de minerales básicos para la transición energética. Necesitamos metales, y es el momento de decidir qué minería queremos.
Más metales en el camino hacia el cero neto
La transición hacia la neutralidad climática que exige la Ley de Cambio Climático y Transición Energética implica el desarrollo de nuevas tecnologías verdes, las cuales son unas auténticas depredadoras de metales.
La estructura, electrificación y electrónica de los vehículos eléctricos y de hidrógeno requieren metales. También las plantas eólicas y solares y la geotermia, cada vez en mayor proporción.
Hacen falta metales industriales como hierro, aluminio, cobre, zinc y níquel. Al mismo tiempo, cada vez hay más demanda de metales de alto valor tecnológico como las famosas tierras raras, cobalto, litio, neodimio, vanadio, cadmio, niobio, tántalo, wolframio, estaño, molibdeno, galio e indio, y también de oro, plata y metales del grupo del platino.
El cobre, el níquel, el cobalto, el litio y los metales del platino son esenciales para fabricar las baterías de los vehículos eléctricos. Sin los tecnológicos estaño, indio, galio, vanadio, teluro y molibdeno no tendríamos placas solares. Las tierras raras y el neodimio son insustituibles en los imanes de los aerogeneradores que producen energía a partir del viento.
De aquí a 2050 veremos un incremento exponencial del consumo global del conjunto de todos estos metales destinados a las tecnologías verdes: casi 1 000 % para el litio, 500 % para el cobalto y 250 % para el indio.
A menos que encontremos otros materiales que los sustituyan, estas previsiones anticipan la escasez de metales y el alza de sus precios en ciertas regiones desarrolladas que aún no los producen. En Europa las importaciones anuales de metales como el litio y el cobalto superan el 70 %, y de las de tierras raras y metales del grupo del platino más del 95 %.
El reto a corto plazo de los gobiernos de los países europeos es gestionar las implicaciones geopolíticas del suministro fiable de estas materias primas críticas y de interés estratégico, necesarias para la autonomía energética.
Una necesidad ineludible con valor añadido
En España, el reciclaje de metales a partir de basura electrónica y chatarra metálica es todavía un recurso secundario debido a limitaciones tecnológicas y a los costosos procesos de recuperación industrial. Así, aún necesitamos aportar nuevos metales al ciclo de la cadena de valor que provienen de la extracción de rocas y minerales metálicos.
España cuenta con recursos significativos de minerales metálicos repartidos por todo el territorio nacional. Si estos minerales se aprovecharan, podrían mitigar nuestra fuerte dependencia exterior.
Los recursos se encuentran principalmente en yacimientos minerales actualmente en explotación para otros metales, por ejemplo, el cobre en la provincia de Huelva. También, en el tratamiento de residuos (pasivos contaminantes) de minas activas o abandonadas, como se ha hecho con el niobio y tántalo en la antigua mina de estaño de Penouta en Orense. Añadamos que en España contamos con minerales aún no explotados en tierra emergida y en el mar, como ocurre en montes sumergidos ricos en cobalto y teluro en las proximidades de las islas Canarias.
La futura legislación tiene que contemplar una explotación más sostenible y rentable de los recursos e impulsar la ciencia básica y la aplicada que impacte en la exploración, identificación y explotación de minerales de interés estratégico de los que disponemos, como las tierras raras, el litio, el cobalto, etc.
Hay que apostar por una comprensión más clara de los factores que controlan la localización de los yacimientos minerales, lo que permitirá desarrollar metodologías más eficaces y ambientalmente sostenibles. Todo esto daría un enorme valor agregado a la industria extractiva nacional, incrementando su competitividad y sostenibilidad.
La minería sostenible ya es una realidad
Una parte no menor de la sociedad española tiende a rechazar las actividades que implican intervención minera a gran escala en la naturaleza. Sin embargo, la industria extractiva tiene una gran relevancia en España por su aporte al desarrollo económico y el bienestar de la población, que involucra inversiones nacionales y extranjeras, y que genera una enorme actividad productiva.
España cuenta con una ley de responsabilidad medioambiental de las más garantistas del mundo, que obliga a las empresas mineras a depositar fianzas para la recuperación de terrenos, incluso si éstos están contaminados por minería histórica previa al inicio de la explotación actual.
España es un ejemplo en el mundo, ya que numerosas escombreras restauradas de minas antiguas son, hoy en día, zonas que destacan regionalmente por presentar una mayor biodiversidad o han sido transformadas en lagos, como el lago de As Pontes, en Galicia.
La certificación de la minería sostenible o verde es un nuevo estándar ya integrado en el sector minero español, algo que tiene beneficios directos en la salud humana y en el medio ambiente. La certificación incluye acciones específicas como el uso de energías renovables en todo el proceso productivo, eficiencia en el uso de los recursos hídricos y en la recuperación y reciclado de pasivos y residuos mineros.
Una comunicación fluida entre el Estado, las empresas privadas y las comunidades autónomas y locales impulsaría programas de desarrollo socioeconómico y planes de contingencia, y agilizaría las normativas ad hoc para el mejor aprovechamiento sostenible de los recursos de los que disponemos.
Contamos con el capital humano, la tecnología y el conocimiento. Está en nuestra mano decidir si queremos seguir siendo dependientes o no de terceros países, en muchos casos con regímenes políticos cuestionables.
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