El 9 de Agosto del 2018, Robin Wright, conocida reportera internacional, publicó un artículo en The New Yorker sobre la polémica entre los gobiernos de Arabia Saudita y Canadá. En la publicación se habló de las violaciones a los derechos humanos de la corona saudí, su política exterior agresiva y el papel de las Naciones Unidas frente a las políticas del príncipe. Por tal razón, consideramos importante publicar la traducción de la misma.
El tuit enviado por la Ministra de Exteriores de Canada, Chrystia Freeland fue poco sorprendente –considerando lo que otros gobiernos Occidentales han dicho durante años respecto al enorme record de Arabia Saudí con los derechos humanos. Su tuit señalaba el caso de los hermanos Samar Badawi, una activista por los derechos de la mujer honrada por el gobierno de Obama como una “mujer de coraje”, y su hermano, Raif, un blogger que fue llevado a prisión el 2012, después de criticar el gobierno saudí por prohibir San Valentín, por ejemplo. Freeland tuiteó, “Muy alarmada al enterarme que Samar Badawi, hermana de Raif Badawi, ha sido llevada a prisión en Arabia Saudi. Canada se une a la familia Badawi en este momento tan difícil, y hacemos un llamado por la liberación de Raif y Samar Badawi”. La ministra canadiense continuó con un tuit en el que pedía por la liberación de “todos los activistas pacíficos por los #derechoshumanos” tomados prisioneros por la monarquía del Golfo. Luego, la embajada de Canada en Riyadh tuiteó el mensaje en árabe.
La monarquía árabe enfureció. El mismo fin de semana, expulsó al embajador canadiense, llamó a su propio enviado, congeló los tratados de comercio e inversión, suspendió los vuelos de la aerolínea estatal a Toronto, y ordenó a estudiantes saudíes a dejar Canada y seguir con su educación en otros países. El ministro de Exteriores, asimismo, respondió en un tuit: “La posición canadiense es una abierta y evidente interferencia en los asuntos internos del reino de Arabia Saudí y está en contravención de las normas internacionales más básicas y todos los caracteres que rigen las relaciones entre los Estados.” Además, emitió una advertencia: “Otro paso por parte del lado canadiense en esta dirección será considerado como un reconocimiento de nuestro derecho a interferir en los asuntos domésticos de Canadá.”
Canadá se mantuvo firme. “Déjenme ser muy clara, Canadá siempre se manifestará en favor de los derechos humanos en Canadá y alrededor del mundo”, dijo Freeland, el lunes, en Vancouver.
Estos hechos subrayan la volabitilidad –y potencial fragilidad- del gobierno Saudí bajo el mandato del príncipe Mohammed bil salman, el joven y autócrata líder, que ha sido entusiasmadamente apoyado por Donald Trump y ha consolidado su poder desde su elección sorpresa del pasado año. Con 32 años, es uno de los líderes más jóvenes del Medio Este. Su padre, el Rey Salman, tiene la palabra final, pero bin Salman gestiona los asuntos políticos, económicos, militares y diplomáticos. M.B.S, como se le conoce, ha sido muy intolerante a las críticas locales e internacionales. Según Bruce Riede, un ex trabajador de la C.I.A, el Pentagono y el Consejo de Seguridad Nacional, que ahora trabaja en la “Brookings Institutuon”, “tiene la piel fina”, alegando su susceptibilidad.
El apoyo de Donald Trump y su conexión personal con su yerno, Jared Kashner, pueden haber hecho que M.B.S sienta que tiene impunidad para comportarse como desea en la escena global. La primera parada de Trump en su viaje inaugural al extranjero fue Arabia Saudita, una visita orquestada –con mucha algarabía- por el príncipe de la corona. A diferencia del gobierno de Canadá, el del Trump ha rehuido de invocar asuntos de derechos respecto a los saudíes, a pesar de un reporte muy gráfico del Departamento de Estado, publicado en abril, en donde se detalla el amplio alcance de las violaciones a los derechos en el reino. La sección sobre Arabia Saudita en el Reporte de Derechos Humanos de 2017 del Departamento de Estado ocupa más de 50 páginas. Se citan los abusos más imporantes como tortura; arresto arbitrario; asesinatos ilegales; ejecución sin el debido proceso; restricciones en la libertad de expresión, religión, reunión; tráficos de humanos; violencia y discriminación a la mujer; criminalización de parejas del mismo sexo; y la imposibilidad de que las personas escojan un gobierno a través de elecciones justas.
Jamal Khashoggi, un ex editor Saudi, ahora en exilio en Washington, dijo que el príncipe de la corona se ha vuelto más autoritario que cualquiera de los seis reyes anteriores, que han reinado desde 1953, el año de la muerte de Ibn Saud, el fundador de la Arabia Saudita moderna. «Hoy, él está a cargo de Arabia Saudita. Él piensa que todos deberían tratarlo como tal «, me dijo Khashoggi.
El año pasado, M.B.S ha ha dirigido una ofensiva intensa de encanto en Estados Unidos y Europa –cortejando líderes políticos, titanes de la tecnología, celebridades, socialites y académicos. Al mismo tiempo, el príncipe lidera una de las políticas exteriores más agresiva desde que Ibn Saud conquistó tribus rivales en la península arábica para crear el reino actual. La táctica en asuntos internacionales usada por M.B.S, el primer miembro de la tercera generación de la familia real en ser elegido como heredero, ha sido muy criticada.
«La campaña canadiense es la última de una serie de desastrosas iniciativas de política exterior de M.B.S.», me dijo Riedel.En 2016, en el rol de Ministro de Defensa Saudí, el príncipe lanzó una costosa intervención militar en Yemen, generando una de las peores crisis humanitarias en el mundo. 22 millones de Yemenis – 80% de su población- ahora depende de ayuda humanitaria para su supervivencia. 16 millones no tienen acceso a agua limpia. 8 millones están en el borde de la inanición. Yemen también está sufriendo el mayor brote de cólera en la historia reciente: más de un millón de casos.
En 2017, M.B.S. planeó el bloqueo aéreo, marítimo y terrestre de Qatar, un pequeño reino de los jeques vecinos, que supuestamente el príncipe heredero quería invadir. Unos meses más tarde, M.B.S. convocó al primer ministro de Líbano, Saad Hariri, y lo presionó para que renunciara -en la televisión saudita.
«Son decisiones apresuradas y poco calculadas», me dijo Khashoggi. «El príncipe heredero es un pobre tomador de decisiones con un record de incompetencia», dijo Riedel.
M.B.S. también se atreve a enfrentar a las naciones occidentales, incluidos los países importantes para la seguridad y el desarrollo económico de Arabia Saudita. En 2015, el año en que su padre enfermo ascendió al trono, Arabia Saudita llamó a su embajador en Suecia- también en una disputa sobre el caso del activista de derechos humanos Raif Badawi. El joven blogger ha sido condenado a diez años de prisión, mil latigazos y una multa de más de un cuarto de millón de dólares por burlarse de las rígidas restricciones sociales del reino en su sitio web “Saudi Liberal Network”. Los funcionarios saudíes acusaron al padre de tres de socavar la seguridad nacional. Se suponía que los latigazos se extenderían – cincuenta por semana durante veinte semanas- aunque se suspendieron después de la primera ronda. La ministra sueca de Asuntos Exteriores, Margot Wallström, calificó la sentencia como «medieval» y sugirió que la Casa Real de Saud era una dictadura.
Las tensiones crecieron, también, con Alemania en noviembre, después de que Sigmar Gabriel, el entonces ministro de Asuntos Exteriores, criticara el «aventurerismo» en Medio Oriente. En declaraciones que el reino tomó como referencia su intervención en Yemen y como una sugerencia de que el primer ministro libanés se estaba quedando en Arabia Saudita contra su voluntad. En enero, Alemania suspendió las exportaciones de armas a los saudíes, citando la guerra en Yemen. En mayo, M.B.S. decretó que no se otorgarían más contratos del gobierno a empresas alemanas, informó Der Spiegel.
La misma impulsividad desencadenó la respuesta al tweet canadiense inicial -y su traducción al árabe- del mensaje del Ministro de Asuntos Exteriores, dijo Khashoggi. «Es el patrón de comportamiento que ha estado dictando la política exterior saudita desde que M.B.S. llegó al poder», dijo. «Fue tomado como una ofensa en el propio territorio de M.B.S. Lo vio como un insulto a su habilidad para controlar a las masas sauditas.”
El motivo de M.B.S. también puede ser parte de una estrategia para desafiar a las naciones que abogan por una investigación liderada por Naciones Unidas sobre los abusos saudíes en Yemen, incluidos los ataques aéreos que mataron a civiles. «El momento en que el príncipe heredero de Arabia reprende a Canadá por protestar por su represión sugiere que su objetivo real es disuadir a los gobiernos de continuar la investigación de la ONU sobre los crímenes de guerra liderados por Arabia Saudita en Yemen», dijo Ken Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch, en un tuit este martes. «Es hora de redoblar el apoyo para la investigación de la ONU». La Asamblea General de la ONU, a la que asisten docenas de jefes de estado, se inaugurará el próximo mes en Nueva York.
Las acciones del príncipe heredero desmienten la imagen que está tratando de crear. Él tiene planes grandiosos para diversificar el reino económicamente, más allá de la industria petrolera, pero desde el otoño pasado el gobierno ha arrestado a docenas de figuras comerciales destacadas. Ha hablado sobre el «islam moderado» aunque algunos clérigos moderados han sido detenidos. Y, mientras abría el camino, este mes, para que se les permitiera conducir a las mujeres, su gobierno arrestó a varios activistas por los derechos de las mujeres, entre ellos el abogado Samar Badawi. Ella ha desafiado las restricciones culturales, incluidas las normas que requieren que las mujeres obtengan el permiso de un tutor masculino para obtener educación avanzada, un trabajo o un pasaporte para viajar al extranjero.
A diferencia de Trump, los líderes canadienses siempre han apoyado a la familia Badawi. En 2013, un año después del arresto de Raif Badawi, el primer ministro Stephen Harper, del Partido Conservador, otorgó asilo político a la esposa y los hijos de Badawi en Canadá. Este verano, bajo el primer ministro Justin Trudeau, del Partido Liberal, Canadá les otorgó la ciudadanía. Después de que Canadá pidiera la liberación de los activistas pacíficos de Arabia Saudita, Marie-Pier Baril, vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores, prometió: «Nuestro gobierno nunca dudará en promover estos valores».
Fuente: The New Yorker
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