Los bancos globales y fondos de inversiones son conscientes de los peligros y están tomando acción preventiva, cuidando sus intereses futuros. ¿Qué están haciendo ahora?
Por: Ana Maclamp
Durante décadas, los escépticos han disputado la ciencia del cambio climático. Al igual que el tabaco, se han financiado múltiples estudios científicos contrarios a los efectos del carbono en el ambiente. Ahora no pueden ignorar las evidencias y el dinero busca su lado seguro.
La razón por la cual los financieros globales le están dando la espalda rápidamente al carbón y al petróleo es porque ya no se puede ganar dinero con él. Este es un asunto simple y directo. El sistema financiero global analiza los impactos de corto y mediano plazo y está sacando sus cálculos. En una encuesta, desarrollada hace algunas semanas, por ejemplo, en Australia, donde hay mucha dependencia del carbón aun, los principales directores de empresas importantes mencionan al cambio climático como el asunto más importante que debe abordar el gobierno en el mediano plazo. Fueron 1,200 lideres empresariales los entrevistados.
La semana pasada, el Banco de Pagos Internacionales, (Bank for International Settlements -BIS, por sus siglas en inglés) el órgano rector de los bancos centrales del mundo, desarrolló ese mismo mensaje corporativo con bastante fuerza.
En un documento titulado Green Swan, el BIS advirtió a los bancos centrales que los préstamos incobrables en las centrales eléctricas y las minas podrían provocar la próxima crisis financiera. Si eso ocurriera, los bancos centrales podrían verse obligados a pagar la cuenta, al igual que tuvieron que meterse en los mercados hipotecarios durante la crisis financiera mundial.
Más allá de los Bancos Centrales
Para el BIS, el cambio climático plantea nuevos desafíos a los bancos centrales, reguladores y supervisores. Ya se están revisando formas de abordar estos nuevos riesgos dentro del mandato de estabilidad financiera de los bancos centrales. Sin embargo, integrar el análisis de riesgos relacionados con el clima en el monitoreo de la estabilidad financiera es particularmente desafiante debido a la incertidumbre radical asociada con un fenómeno físico, social y económico que cambia constantemente e involucra dinámicas complejas y reacciones en cadena.
Se han dado cuenta que las evaluaciones de riesgos tradicionales y retrospectivas y los modelos económicos climáticos existentes no pueden anticipar con suficiente precisión la forma que adoptarán los riesgos relacionados con el clima. Estos incluyen lo llamados riesgos de «cisne verde»: eventos extremadamente perjudiciales desde el punto de vista financiero que podrían estar detrás de la próxima crisis financiera sistémica. Ese es el nivel de riesgo que se enfrentan
«Los bancos centrales tienen, entonces, un papel que desempeñar para evitar dicho resultado. Incluye esto la búsqueda de mejorar su comprensión de los riesgos relacionados con el clima a través del desarrollo de un análisis prospectivo basado en escenarios. Pero, cuidado, los bancos centrales por sí solos no pueden mitigar el cambio climático. Este complejo problema de acción colectiva requiere la coordinación de acciones entre muchos actores, incluidos los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y la comunidad internacional. Por lo tanto, los bancos centrales pueden tener un papel adicional que desempeñar para ayudar a coordinar las medidas que combatan el cambio climático», afirman. Los otros actores institucionales importantes son los gobiernos y sus respectivas corporaciones globales.
Algunas decisiones claves
La mayoría de los bancos mundiales ya son muy conscientes de los peligros. Es por eso que nadie se comprometerá a financiar la mina Adani en la cuenca Galilee de Queensland, por ejemplo. A pesar de ser un prospecto técnicamente y económicamente muy atractivo, no hay futuro que lo soporte.
Las minas de carbón y las centrales eléctricas de carbón son proyectos con una vida útil muy larga que requieren grandes cantidades de capital. Y los riesgos de viabilidad y sostenibilidad son muy altos.
Muchos ahora consideran que el riesgo de comprometer miles de millones durante décadas es demasiado alto. No es sorprendente que fue el Comité de Crédito y Riesgo de Mercado del Australia and New Zeland Banking Group (ANZ) el que abogó por la retirada del carbón.
También hay un aspecto personal. Al comprometer grandes sumas con la generación a carbón, cuando los riesgos financieros y ambientales han sido evidentes, los principales shareholders, ejecutivos y directores generales están abiertos a procesos penales.
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