Cinco diseñadores madrileños cuentan cómo les ha afectado una pandemia que ha desplomado las ventas en el sector
Renovarse e innovar se han convertido para la industria de la moda madrileña en dos de las prioridades para mantenerse a flote y seguir atrayendo a los clientes, ante la inestabilidad económica que ha desatado la crisis sanitaria del coronavirus. La pandemia no ha hecho más que poner en riesgo casi 200.000 empleos y acelerar cambios en el que es el segundo sector más contaminante del planeta, que ahora gira hacia una mayor digitalización y abraza un futuro más sostenible.
Rubén Gómez y Sara Lasry, los creadores detrás de Biis, joyería madrileña que atrae tanto a algunas estrellas del trap como al público general, defienden esa idea. Ambos creen que la complicada situación vivida en el tortuoso 2020 ha despertado las ganas de plasticidad, de experimentar con nuevas técnicas más manuales combinadas con lo digital. Su marca quedó afectada ya en febrero, antes de que la crisis de coronavirus entrase de lleno en Europa. “El mayor porcentaje de nuestros clientes retail son de China y Hong Kong y la estrategia pasó por diferentes fases. En principio pensamos en volcarnos en redes y durante el confinamiento hicimos un concurso que nos ayudó a conocer cómo nos perciben nuestros seguidores. Después desarrollamos una colección de piezas que venían a ser la mejor versión de nuestros best seller”, aclaran.
Desde ACOTEX, Asociación Empresarial del Comercio Textil, explican que uno de cada cuatro comercios tiene sus puertas cerradas, con un gran porcentaje del personal en ERTE: “El problema es que si lo que tienes prohibido es reunirte más de seis personas y hacer actos, eventos, bodas y bautizos, no vas a comprarte ropa nueva que no vas a poder lucir, ahí está el desplome de las ventas, por encima del 40% respecto al año anterior”, advierte su presidente, Eduardo Zamacola.
Aun así, tiene claro que la pandemia ha acelerado muchos procesos que iban a tardar varios años. Zamacola enumera la modernización de los sistemas de aprovisionamiento, la relocalización de las producciones para tirar más por la proximidad y el manejo del big data por parte de las empresas, sin dejar de lado ese reto pendiente de la sostenibilidad en el sector textil para estudiar cómo se puede contaminar menos e incentivar un consumo responsable. Todos son conscientes, diseñadores y clientes, de que lo contrario genera un efecto secundario en el planeta que urge revertir.
Para Fátima Miñana, ganadora de la 15ª edición del Mercedes-Benz Fashion Talent, muchos diseñadores han realizado propuestas interesantes durante la pandemia y han introducido nuevas formas de presentar moda, como los fashion films, una apuesta por el formato cinematográfico de la mano de grandes directores que han aprovechado que la sociedad, confinada durante meses, ha vivido pegada a una pantalla. Esta madrileña confiesa que invirtió su tiempo de encierro en crear su nueva colección Primavera-Verano 2021, inspirada en esa introspección colectiva. Cuenta que le sirvió para evadirse de la realidad y de las malas noticias. Esta crisis económica, eso sí, ha dificultado la difusión y el crecimiento de su marca al cancelarse los eventos que tenía programados.
Lorenzo Caprile, veterano modista de alta costura, no se muestra tan optimista. Opina que, por mucho que se innove, el panorama de la industria es complejo si no hay clientes. “Si las señoras no pueden venir al taller a probarse… ¿qué me voy a reinventar? ¿ponerme ahora a sacar cuatro tonterías en Internet, que está lleno de productos y colecciones de todos los precios y todos los gustos?”, defiende el madrileño. “Lo que he hecho ha sido intentar gastar lo menos posible, sacar adelante las poquísimas bodas que hemos tenido este año. Tuve la suerte de que el traje globo que hice en septiembre fue un bombazo y se volvió viral. Esperemos que el vestido de estas campanadas de Anne Igartiburu haya gustado, y a seguir haciendo ruido para que la gente no se olvide de ti en la medida de lo posible”. indica por teléfono.
“La industria de la moda estaba muy enferma y esta etapa le ha dado el golpe de muerte definitivo”, valora Caprile. “Con este consumo desaforado llega un momento en el que el consumidor se vuelve loco. Seamos realistas, no necesitamos tanta ropa en el armario. A parte de que ahora estoy viendo que las nuevas generaciones están muy concienciadas con la sostenibilidad”, declara.
La diseñadora polaca afincada en Madrid Eva Iszoro investiga sobre construcción de ropa tridimensional hecha por ordenador. Comenta que en la actualidad ya hay acceso a software específico en el que las prendas pueden llegar a tener una visualización 100% hiperrealista. “El ojo humano ya no es capaz de distinguir lo que es real y lo que no. Este hecho implica enormes cambios en todas las fases del proceso creativo y de comunicación del proyecto”, apunta. Su última colección creada con esta técnica llamada Accidental Cutting, correspondiente a la Primavera/Verano 2021 y titulada Apocalipsis – la nueva realidad, ha sido presentada de manera física en la edición más reciente de la Mercedes Benz Fashion Week Madrid y de manera virtual en London Fashion Week, con modelos y ropa creados en realidad virtual.
También busca la forma de ser cada vez más sostenible la joven Arena Martínez, que está estableciendo nuevas formas de patronar a partir de retales y biomateriales. Además, en este 2020 se ha reinventado con un proyecto paralelo a su marca para apoyar el Made in Spain y dar visibilidad al arte contemporáneo español. “También estamos apostando mucho por el online, tanto nuestra página web como con los comercios electrónicos con los que trabajamos como Wolf & Badger en Londres y Macbella en Estados Unidos”, señala. En su caso, considera que esta pandemia ha afectado de una manera positiva al sector, al que ve más comprometido con un discurso que introduce palabras como Slow fashion, en donde prima la calidad y no la cantidad. En definitiva, un modelo más respetuoso con el medio ambiente.
Por: Idoia Ugarte, https://elpais.com/
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