“El 70% de brotes infecciosos de enfermedades emergentes son de origen animal”

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Medio Ambiente

María Neira, directora de medio ambiente de la OMS, reclama una reflexión social sobre cómo las alteraciones ambientales rompen las barreras entre  animales y seres humanos, y propician el salto de los virus

María Neira, directora de salud y medio ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), vive en primera línea el combate contra la epidemia del coronavirus. “A veces, he tenido una sensación de incredulidad, al pensar: ‘esto no puede estar pasando, ¡vamos a salir ya de esta…!’ Y luego también hay momentos de reflexión sobre la irracionalidad en ciertas cosas”, se sincera.

Neira es consciente de lo mucho que queda por mejorar la salud. “Nos protegemos frente a una enfermedad infecciosa, pero no somos capaces de dejar de fumar, y mueren más de 7 millones de personas de forma prematura por la contaminación”, nos dice conversación telefónica desde Ginebra.

¿Cuál es el origen del coronavirus SARS-CoV-2 y de la pandemia?

Hay varias hipótesis, pero lo más probable es que haya sido una enfermedad transmitida por algún animal, que sea una enfermedad de origen zoonótico. Ahora habrá que ver cómo se transmitió, qué pasó, cómo circuló.

¿Lo sabremos algún día?

Todo eso llevará tiempo, pero creo que estamos avanzando en la buena dirección, pero no en el sentido detectivesco, pensado que resultará fácil encontrar una pista y que con eso ya podremos componer todo el puzle. Nos llevará tiempo, pero cada vez sabemos más, y sobre todo sabemos que debemos ir a fondo. Debemos saber cómo hemos llegado hasta aquí. Y en ese punto a parte ambiental desempeña un papel fundamental, que no hay que desestimar.

¿Qué hipótesis se barajan, hay varias, no?

La primera, como digo, es sobre todo que el origen sea zoonótico, que se haya transmitido de un animal, de una especie de una reserva a un humano. La segunda es que haya una especie de animal huésped intermediario, que aún no sabemos cuál es. También se baraja la posibilidad de que haya participado la cadena alimentaria, sobre todo, un producto congelado. Pero no por el producto en sí, sino por el papel que podría jugar su superficie en la transmisión. La última es un incidente en un laboratorio.

Lo que parece más probable es la introducción del coronavirus a través de una especie animal intermediaria, o directamente que sea un origen zoonótico

¿Y cuál ve más probable?

Ahora lo que parece más probable es la introducción a través de una especie animal intermediaria o directamente que sea un origen zoonótico. Es la vía principal hacia la que se dirigen todos los investigadores.

Los ecólogos han entrado también en este debate. Se muestran también preocupados por la “salud” del planeta. La salud ya no es solo una preocupación de médicos o epidemiólogos. ¿Son caminos paralelos?

Son caminos que no deberían ser paralelos, sino convergentes. Efectivamente, ese triángulo que llamamos “One Health”, una salud, tiene que ver con la salud humana, la salud animal y la salud ambiental. No se sabe dónde empieza una y dónde empieza otra. Sabemos que hay unas interconexiones fundamentales. Muchas veces, la rotura de esa barrera entre el animal y el humano tiene que ver también con un estrés ambiental que ha provocado cambios, de forma que virus que estaban confinados, pero que ya estaban ahí, han encontrado mejores condiciones para transmitirse a través de un animal intermediario.

También, se ha relacionado la pandemia con la deforestación.

La deforestación es uno de esos eslabones porque tiene que ver con ese estrés ambiental al que me refería, con ese maltrato al que estamos sometiendo a nuestros ecosistemas, con esa pérdida de biodiversidad y la destrucción de los ecosistemas que, al final, son los que nos dan de comer, de beber y nos permiten respirar. Debemos poner fin a ese mito según el cual ocuparse de la ecología es algo propio sólo de sectores ambientalistas y ecologistas y al margen del interés general. Vivimos en ecosistemas; no es aceptable que cada cosa que tocamos la contaminamos o la destruimos. Por nuestro propio interés, no debemos ir por ese camino.

No hay pues una salud humana independiente de la salud del planeta…Esos significa que disciplinas que parecían antagónicas deberían ir de la mano, ¿no?

Sí, así es. Hablamos de esas tres piezas del puzzle: salud animal, salud de las personas y salud ambiental. Vivimos en un entorno común. Nosotros nos alimentamos del animal y muchas veces utilizamos productos, como pesticidas o fertilizantes, para que la tierra nos dé alimentos en unas condiciones muy destructivas para el medio ambiente y al final generamos cambios que afectan a nuestra salud, que en el fondo es muy vulnerable. A veces pensamos que somos los reyes del planeta, la especie que se otorga todos los privilegios y los derechos. Y tal vez puede ser así, pero siempre que, a cambio, reconozcamos que no hay que pisotear el terreno donde tu estás recogiendo tus tomates. Va contra toda lógica…

Los focos de contaminación y riesgo de enfermedades infecciosas también se han relacionado con los mercados de fauna salvaje destinados a la venta de carne para consumo humano, muy populares en China. ¿Cree la OMS que es un punto sobre el que conviene actuar?

Es evidente que existen muchas (de esas) prácticas, y no solo en China. En estos momentos los mercados animales salvajes no están regulados. Y eso no pasa solo en China. Reforzar esos niveles de seguridad alimentaria es fundamental para la salud de todos. El control de la compraventa de animales procedentes de mercados de fauna salvaje es algo que debe reforzarse y cambiar. Pero también deben cambiar prácticas agrícolas muy intensivas y muy contaminantes, que hacen que esos animales se muevan fuera de su hábitat normal y entren más en contacto con el hombre. Tenemos que corregir el uso indiscriminado de antibióticos para la producción de animales de consumo en granjas… Ahora hablamos de virus, pero las bacterias también están ahí, y nos estamos quedando sin antibióticos, a causa de ese uso excesivo y abusivo. Estamos ante una agresividad en la producción de alimentos que debemos revisar. Tenemos que revisar todo el ciclo productivo, de consumo y de eliminación de residuos.

También deben cambiar prácticas agrícolas muy intensivas y muy contaminantes

¿Le preocupa que pueda darse otra pandemia?, ¿Qué podemos hacer para prevenirlo?

Claro que puede ocurrir. Si revisamos los documentos de la OMS de hace más de 20 años, de alguna manera este escenario ya venía planteado. Hemos tenido suerte, porque conatos de pandemias los ha habido antes. Ahí tenemos el sida, y la gripe, que también mata todos los años. No olvidemos que vivimos en un mundo de virus y bacterias. Lo que hay que hacer es entender cuáles son las barreras que nos permiten tener unos hábitats bien conservados para reducir al mínimo posible los riesgos y nuestra vulnerabilidad. Y eso supone que, además de reforzar todos los sistemas de vigilancia epidemiológica, con intercambio de información, mejora de la detección de epidemias y de las enfermedades emergentes infecciosas, debemos ir más allá para adentrarnos en ese origen; y ahí son importantes las prescripciones que ha lanzado la OMS en un manifiesto “Recuperación saludable y verde post covid”.

Más del 70% de los últimos brotes de enfermedades infecciosas emergentes tienen que ver con el salto de una enfermedad zoonótica al humano al producirse la rotura de la barrera hombre/animal por la alteración de las condiciones ambientales

¿Cuál sería la primera?

Debemos recuperar una correcta relación con el medio ambiente, es decir, dejar de destruir, de contaminar y de eliminar la biodiversidad y los ecosistemas, porque, obviamente, al final eso se vuelve contra nosotros. Más del 70% de los últimos brotes de enfermedades infecciosas emergentes tienen que ver con el salto de una enfermedad zoonótica al humano al producirse la rotura de la barrera hombre/animal por la alteración de las condiciones ambientales. 

¿Y la segunda?

En segundo lugar, debemos dar servicios básicos de salud a toda a humanidad; y hablo de cosas tan básicas como agua o electricidad. Hay centros de salud que no tienen acceso a agua potable, ni a saneamiento, y eso pasa en medio de una pandemia, en la que una de las recomendaciones más básicas es lavarse las manos. Para más de la mitad de planeta lavarse las manos no es fácil. En el 40% de los centros de salud del África subsahariana no hay acceso al saneamiento y al jabón. Por ahí pueden venir muchas enfermedades infecciosas. Falta de agua potable, enfermedades diarreicas, abuso de antibióticos…

¿Cómo influye el modelo energético en este problema de salud?

Debemos cambiar las fuentes de energía. Debemos prescindir de los combustibles fósiles; dejar de quemar hacemos combustión de todo. Y esa quema de combustibles fósiles supone, entre otras cosas, más de 7 millones de muertes prematuras, como resultado de la contaminación del aire. Esa combustión va a parar al aire y esas partículas luego nos las tragamos, y no solo van a nuestros pulmones, sino que van al resto del organismo.

¿Debemos acelerar esa transición energética?

Indiscutiblemente, debemos acelerar esa transición energética cuanto antes porque, además, va a generar mucho empleo. Se generan cuatro empleos por cada empleo en las energías fósiles, que, además, son finitas. Cuanto más rápido se haga esa transición hacia las energías limpias, mejor; dispondremos de una barrera fundamental frente a la contaminación. Los combustibles fósiles están destruyendo el medio ambiente, pero a la vez destruyen nuestros pulmones, nuestro cerebro y nuestro sistema cardiovascular. Y también otra recomendación de la OMS, aunque no lo parezca, en favor de nuestra salud: tenemos que dejar de pagar incentivos a los combustibles fósiles; ¡basta!

¿Por qué?

Esa es una inversión pésima, sobre todo teniendo en cuenta que se destinan 400.000 millones de dólares a subsidios a los combustibles fósiles y luego al mundo le cuesta 5 billones de dólares para absorber el coste sanitario de las enfermedades causadas por esos combustibles. No es una buena inversión. No va a ayudar para nada la recuperación económica. Ahora que los países están dedicando grandes cantidades de dinero a la recuperación, tenemos que aseguraros que esos fondos se dirijan hacia una dirección saludable y verde. Si no, volveremos a cometer los mismos errores que se volverán contra nuestra salud, que es muy vulnerable.

También me ha hablado de la necesidad de cambiar el modo de producción de alimentos…

Debemos pensar más nuestro modo de producción, de consumo o de generación de residuos. Debemos buscar un sistema de producción de alimentos sostenible, desde el principio hasta el final. Racionalizar ese uso de pesticidas. Un tercio de esos alimentos se tiran. Necesitamos alimentos producidos localmente para que no contribuyan a la generación de gases de efecto invernadero en el transporte y demás.

Los fondos de recuperación deben dirigirse en una dirección saludable y verde. Si no, volveremos a cometer los mismos errores, que se volverán contra nuestra salud, que es muy vulnerable

Es un cambio de modelo…

Se necesita un modelo mas racional y sobre todo una planificación del tipo de alimentos que producimos; pensar dónde, con que coste y cómo se va a alimentar una población que cree cada vez más. 

Hablamos de un problema global…

Es absurdo pensar que verter millones de millones de toneladas de residuos de plástico que acaban en los océanos no va a tener consecuencias. Eso termina en alguna parte y nos lo vamos a comer. Haciendo a equivalencia con una tarjeta de crédito de plástico, en el mundo, cada ciudadano, de media, se come una tarjeta cada semana. Son sustancias contaminadas. No es bueno tener océanos contaminados. No es bueno tener el aire contaminado. Podemos dar la vuelta al argumento: ‘¿piensa usted que tener el aire o el agua contaminados es bueno?’ ‘No’. Pues, entones trabajemos en un sentido más positivo y de autoprotección.

Vivimos en ciudades y normalmente no son el mejor aliado para la salud.

Una de las razones por las que somos vulnerables a las epidemias es porque vivimos en grandes núcleos con mucha población, con lo cual la transmisión de enfermedades obviamente es más rápida que en un núcleo rural, donde la gente vive más distanciada. Y creo que las ciudades también han de abordar la transición hacia una planificación saludable; eso sería fundamental para evitar la contaminación del aire. 

Las ciudades también han de abordar la transición hacia una planificación saludable; eso sería fundamental para evitar la contaminación del aire

¿Cómo?

Las ciudades deben mejorar las condiciones de habitabilidad. Debemos aspirar a ser ciudadanos no peatones. Y nos falta mucho. Si en 20 años, el 70% de la población humana va a vivir en una ciudad, vamos a tener un problema si no gestionamos las ciudades de otra manera. Hay que pensar en su modelo energético, de transporte público, como gestionamos los residuos. 

Usted sigue muy de cerca las conferenciad el clima..

Las prescripciones que marca a OMS son de hecho una contribución a la lucha contra el cambio climático, algo relevante en un año en que se va a celebrar la conferencia del clima de Glasgow, en noviembre. Si se pone en marcha de forma ambiciosa el tratado de París de cambio climático estaremos ante un gran avance para la salud pública, porque todo su contenido va en la línea de proteger la salud. Todo eso se deriva de las medidas para mitigar el cambio climático.

¿Qué se ha hecho bien en pandemia?

En España, hemos hecho bien en tener un sistema de salud pública de cobertura sanitaria pública y gratuita. Hay que mejorarlo, pero que hay que valorarlo. Creo que también hemos dado el papel que se merece a la ciencia, que ha dejado de estar en laboratorios oscuros y a la sombra; espero que se le acabe de dar el reconocimiento social que se merece. Si no queremos flagelarnos, debemos invertir en investigación y ciencia. El país que haga la transición energética e invierta en investigación es el país ganador. También hemos visto que la ciudadanía ha sacado el lado más noble y se ha dado buenos ejemplos de solidaridad, aunque también hemos visto ejemplos de cómo ha salió lo mas irracional del género humano.

Hemos visto un negacionismo, con una expresión política relevante en Estados Unidos, en Brasil o incluso en sectores de España. Gente que se niega a colocarse la mascarilla…

Aunque le hemos prestado mucha atención a estos comportamientos, creo que representan una parte pequeña. Me quedo con el comportamiento de científicos que han colaboro con gran generosidad sin precedentes y con ejemplos de solidaridad increíbles. La parte mala de los humanos nos saldrá siempre, en cualquier circunstancia; pero puede más la otra cara. Pero es verdad que no deberíamos polarizar o politizar las cosas. Debemos estar abiertos a una discusión social, presidida por el imperativo del bien común.

Y en ese listado de prescripciones de la OMS, ¿la industria alimentaria qué puede hacer?, ¿puede hacer mucho más por nuestra salud?, la industria agraria ha evolucionado en un sentido industrial e hiperproductivista

Si la industria alimentaria sabe aprovechar la lección de todo esto, y creo que lo hará, les llevará a prestigiar a quien produce esos alimentos, a poner en valor al campesino, al granjero. Hay que regresar a lo básico, al origen de donde vienen las cosas, de donde se producen. La industria alimentaria puede proponerse ahora como objetivo proteger la salud proporcionando alimentos que sean saludables y menos caros. Ahora si quieres comer comida menos cara tienes que comer comida muy procesada. La industria debe presentarse, creo, como alguien que protege al sector más primario y le da las oportunidades de ofrecernos lo mejor y quien contribuye a forjar ese modelo sostenible. Por ahí deben ir las cosas, y creo que lo están entendiendo. La alimentación es la base de todo. No olvidemos que están aumentando las ganancias en el sector de la alimentación.

Por: Antonio Cerrillo, La Vanguardia

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