Escuelas para abordar la crisis climática

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Liderazgo

El sistema educativo requiere cambios que respondan a los problemas y propongan soluciones para la transición ecológica

En enero de 2020, después de cerrar la Cumbre del Clima (COP25) en Madrid y de que Europa lanzase el Pacto Verde Europeo, el Gobierno declaraba la emergencia climática. Una situación que le obliga a adoptar cambios sistémicos para afrontarla y detectar oportunidades por el cambio de modelo económico al que conmina la transición ecológica. En este contexto, la educación ambiental es una línea prioritaria y debe abordarse sistémicamente. Es decir, no sirve con que el cambio climático se trate como una asignatura o ser una materia transversal: debe modificar todo el sistema escolar.

«En los centros educamos para la vida y la vida está en cambio. Hay que aprender a enfrentar el reto más grave de nuestro tiempo. Para eso necesitamos una educación basada en comportamientos, valores y acciones a favor del medio ambiente», apunta la docente María Lemos, parte de la asociación Teachers For Future (TFF), que ha presentado al Ministerio de Educación una propuesta para contemplar lo ambiental como una competencia más (el plan actual contempla ocho), no como una asignatura ni una materia transversal. Y los docentes, tener herramientas de formación continua, «indistintamente de que impartan matemáticas, lengua, historia», remarca su compañero Javier Zarzuela, del mismo colectivo.

Este profesor defiende que «el momento actual requiere formación e información, pero nada conseguimos sin cambios profundos en el sistema». «En un colegio el sistema no es solo el currículo, es la política de compras de material: cuál es la huella hídrica y de carbono de tus proveedores, de la logística; de dónde vienen los alimentos del comedor, ¿hay un día sin carne?; qué tipo de materiales usas; cómo produces tu energía… Tener un huerto y reciclar no significa nada. Los centros en los que todos sus profesores, de todas las materias, reciban formación continua en la materia, pero para eso necesitamos una ley consistente», remarca.

Formación de docentes

Vivir y estudiar en el antropoceno

Existen distintos enfoques a la hora de abordar un cambio curricular, de preparar a los estudiantes y docentes para la transición que afecta a todos los sistemas. El que presenta el profesor universitario Pablo Ángel Meira cuestiona el currículo como fórmula para organizar la educación. «Si el sistema te preparase para la vida, no tendríamos un curso dedicado a preparar un examen de acceso a la Universidad [EBAU, antigua selectividad]. Se está lanzando a la juventud el mensaje de que solo lo que se evalúa sirve para ser un ciudadano útil». En su opinión, «la emergencia climática es un problema tan importante que no puede abordarse desde las fórmulas clásicas; hay que enseñarles a transitar los peores escenarios».

La formación de los docentes para este cambio sistémico es uno de los mayores problemas de la ecuación. Aún hoy el que recibe formación ambiental lo hace en su tiempo libre, ya sea acudiendo a seminarios, formándose por su cuenta o recibiendo clases online, casi siempre de manos de los servicios de educación ambiental de los gobiernos autonómicos. No regularlo desde un estamento superior o vincularlo a una ley de forma consistente supone que un problema de este calibre quede en manos de la conciencia de cada cual.

De ahí que exista un sentimiento compartido de «soledad» entre los docentes, como explica Sera Huertas, especialista en formar profesores como técnico de Educación Ambiental en el Gobierno de la Comunidad Valenciana. «No tienen tiempo ni medios para formarse. Son ciudadanos que necesitan información continua para abordar estos temas en el aula». Huertas advierte de la importancia de que las autonomías inviertan en esta formación integrada en las horas lectivas. «Es imposible que los proyectos sean transformadores si no son estructurales», insiste.

Compartiendo el mismo argumento, el profesor de la Politécnica de Madrid y embajador del Pacto por el Clima César García Aranda incide en la necesidad de que el compromiso sea vinculante y esté bien regulado para que no se produzcan «desigualdades». Y se explica así: «Si en todos los centros educativos el compromiso no es el mismo, según al colegio que vayas estarás más o menos preparado para las oportunidades que presenta el nuevo modelo económico y tendrán mejores o peores capacidades para dar respuesta a la mayor amenaza de la década». Lo que nos devuelve, nuevamente, a la necesidad de que el cambio se imponga desde arriba y no se deje a la voluntad de los equipos directivos.

Desde el Gobierno de España van más allá e insisten en que «tampoco puede recaer toda la responsabilidad de formar ciudadanos en la escuela porque se trata de una cuestión de conocimientos, sí, pero también de participación», explica Álvaro Abril, coordinador del PSOE para la Transición Ecológica y exdirector de gabinete de Teresa Ribera. «Nos afecta a todos: empresas, Administraciones, sociedad… A todos los sistemas». E insiste, como Aranda, en la necesidad de conocer las oportunidades laborales que se presentan y tener capacidad y creatividad para afrontar los retos de la transición ecológica. «España tiene la capacidad de estar a la cabeza, pero, si no tienes una sociedad preparada, formada, educada y lista para detectar oportunidades, estás cometiendo un error». Abril confía en que la próxima puesta en marcha del Plan de Acción de Educación Ambiental para la Sostenibilidad (PAEAS) impulse «los pocos avances que se han dado en educación ambiental en los últimos 20 años».

Enfoque posible

Dos décadas, precisamente, lleva Pablo Ángel Meira, del grupo de investigación en Pedagogía Social y Educación Ambiental de la Universidad de Santiago de Compostela, estudiando cómo enfocar la crisis climática en la educación. Para él, el debate va más allá de si debería ser «una asignatura, una competencia o transversal a todas las materias». El asunto es «si el sistema actual funciona tal y como está planteado y si es capaz de formar ciudadanos». «Habría que organizar los conocimientos a través de proyectos, de grandes áreas, y a la emergencia climática darle tiempo, espacio y recursos. Entender que no es una cuestión de sociales o naturales; el clima no es solo la ciencia, es la vida en todas sus derivadas. Se necesita atacar las causas del problema, no solo las consecuencias, y para eso los ciudadanos que están en el colegio deben conocer lo que tienen entre manos».

El planteamiento de estos expertos va siempre a dar al mismo punto: esto no un problema que se pueda encerrar en una única asignatura. «Si compartimentas Cambio Climático, estás cuantificando aspectos que deberían ir más allá de una única materia evaluable», remarca Lemos. «Los niños son ciudadanos que deberían de recibir una formación ecocreativa basada en la búsqueda de soluciones, en el ingenio, anticiparse a los problemas, aprender a comprometerse y participar. Y para ello sus profesores debemos estar formados en actitudes, valores y conocimientos». Y reivindica una formación más profunda de su gremio. «Debemos prepararnos para enseñarles a tener la capacidad de actuar de forma activa en un mundo formado por estructuras muy complejas que deben cambiar».

Se trata, en resumen, de no poner «parches en un sistema que no funciona, pero que es dominante y muy difícil de cambiar», subraya Josemanu Gutiérrez Bastida, asesor pedagógico en el Servicio de Educación Ambiental del Gobierno Vasco. «Estamos en una situación de crisis ecológica y social global que viene del fracaso de un modelo de producción y consumo que nos lleva al Antropoceno», insiste, aludiendo al nombre que toma la etapa geológica actual, derivada del daño de la actividad humana al planeta. Para él, «si la educación tiene la función de ayudar al desarrollo de las personas, debe prepararles para saber afrontar problemas ecológicos y sociales, por eso el currículo debe ser ecosocial y dar respuesta a la crisis climática, aunque esto debería partir de un cambio del sistema».

Profesores por el clima

La asociación Teachers For Future Spain presenta este mes al Ministerio de Educación un plan para que la LOMLOE «capacite a la población» para la transición ecológica y «habilite a los niños y jóvenes ante un futuro incierto», traslada un portavoz del colectivo. Piden incluir «competencias y contenidos mínimos para el Estado y orientaciones pedagógicas y organizativas para los centros», y consideran clave un currículo «comprometido» con la transición ecológica, definir una competencia medioambiental, darle enfoque ecosocial, transversal y competencial a la educación. Que exista la figura del coordinador ambiental, que se establezca una comisión ambiental permanente y que los centros adapten unas líneas organizativas alineadas con la emergencia ambiental. Y dado que «el profesorado no está especialmente concienciado o formado para afrontar la educación en sostenibilidad», contar con «un plan de formación que movilice a consejerías y centros de formación del profesorado».

Por: Belén Kayser, El País

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