Las asociaciones ecologistas apuestan por renovar los sistemas de separación de residuos y, sobre todo, por cambiar los hábitos de consumo y de producción
Según los datos de Eurostat España recicla aproximadamente un 34,7% de sus residuos urbanos; una cifra correcta, pero alejada de los países que lideran esta lista -Alemania (66,7%), Eslovenia (59,2%) y Austria (58,2%)- e incluso más de 10 puntos por debajo de la media europea, del 47,7%. Próximamente se cambiarán los criterios para medir el porcentaje (el material bioestabilizado que se deposita en vertederos dejará de considerarse como reciclado) y entonces España bajará todavía más. Desde las organizaciones ecologistas advierten: hay que cambiar la mentalidad.
«Los sistemas que estamos utilizando actualmente no dan más de sí», advierte Carlos Arribas, responsable de residuos de Ecologistas en Acción. En su opinión, «necesitamos un cambio estructural» e instalar sistemas «más eficientes»; «el contenedor amarillo ha llegado ya a un tope; no tiene recorrido». Adriana Espinosa, responsable residuos y recursos naturales de Amigos de la Tierra, coincide con él: «no hay instrumentos que permitan que el reciclaje se lleve a cabo; el sistema de los contenedores no está funcionando».
Arribas apuesta por la separación obligatoria, en lugar del modelo voluntario que se utiliza ahora misma. «La forma más eficiente», explica, «es a través del cambio de los sistemas de recogida». Así, cree que contenedores con registro de cada hogar o recogida puerta a puerta mejorarían los porcentajes de reciclado.
Así, el principal error que se ha cometido, en su opinión, ha sido «poner el balón en el tejado de la concienciación». Lo que no se recoge de forma separada no se recicla y ese mensaje, considera Arribas, «no se ha proporcionado a la gente». «No se le está poniendo la realidad delante.
Suspenso en reciclaje
En cualquier caso, el desempeño en general en España es de suspenso, según Espinosa. Entre el «bien o notable» de los ciudadanos, el «cuatro» que obtiene el reciclaje en general y el «cero patatero» que se lleva la legislación en materia de reutilización, reparabilidad y duración de los productos, la media se aleja mucho de la nota de corte que piden la Unión Europea y el propio planeta.
Esta situación hace que, aunque haya voluntad de reciclar, los resultados no acompañen. «La gente hace lo posible por separar para reciclar; hay conciencia» admite Espinosa. El problema es que el sistema de recogida separada de residuos «no está aportando los resultados que debería aportar», especialmente en el caso de los envases.
En este sentido, Arribas cree que si se mejoran los sistemas de reciclado se abrirá una puerta enorme por la que pueden pasar decenas de sistemas y herramientas más eficientes. «Una vez que llega la basura filtrada a las plantas de tratamiento se pueden implantar muchas tecnologías».
Una posible solución a la que apunta Espinosa serían sistemas de depósito en los que al devolver los envases se reciben unos céntimos, algo que ya se utiliza en otros países. Esto, además, podría servir para lo que considera otra de las claves: la necesidad de cambiar los hábitos de consumo y producción.
Usar y tirar
«Ahora mismo todas las botellas de bebidas, sean de cristal, de plástico o de aluminio, están concebidas para comprar, usar y tirar», aduce. Esta concepción, advierte Espinosa, supone «un desperdicio brutal de recursos naturales».
«Tenemos que pensar en la jerarquía de residuos», explica. «Estamos hablando de reciclar residuos, de tratar el problema una vez que ya lo tenemos«. Lo que habría que hacer, algo en lo que coincide con la Unión Europea, sería «trabajar para evitar generar residuos». «Reciclar debe ser la última de las soluciones».
La realidad a día de hoy es que no se pueden reciclar todos los residuos que se generan actualmente. Espinosa, de hecho, es tajante: «reciclar no va a ser la solución». «Tenemos que apostar por productos que más ecológicos, que reduzcan la cantidad de materias primas, duraderos, que puedan repararse y reutilizarse». Y es en este aspecto en el que la legislación recibe el «cero patatero» con el que Espinosa resume y suspende la situación actual. «No estamos haciendo nada».
«El producto está dominado por ese concepto de compro, utilizo y tiro«, lamenta. Y esto no se limita a un ámbito del consumo diario, que suele ser el que tenemos en mente a la hora de reciclar, sino que se puede extrapolar al consumo de productos tecnológicos: «hoy en día es más fácil comprar un ordenador nuevo que cambiar la pieza que se te rompe».
Arribas añade otro concepto a esta idea: el ecodiseño. En su opinión, en lugar de recurrir a objetos como los bricks -uno de los envases más difíciles de reciclar, al estar compuesto por aluminio, plástico y cartón- habría que apostar por «envases que se puedan reciclar o reutilizar» fácilmente. Y no sólo fomentarlo con directivas, sino también con información; hacer partícipes a los consumidores en el proceso desde antes incluso de que llegue a su carrito. «El acto de compra también está relacionado con la generación de residuos».
Por: Guillermo Del Palacio, El Mundo
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