El caso de las minerías artesanales

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Según las estimaciones de Susan van den Brink et al., entre el 15 y el 20% de la producción de cobalto se produce artesanalmente. Repetidas veces la producción artesana ha complementado la producción industrial en momentos en que una mina ha dejado de funcionar. No obstante, la minería artesanal está rodeada de conflictos sociales y violentos además de falta de regulación y mesuras de seguridad. Según Amnistía Internacional 72 mineros artesanos perdieron la vida por el colapso de túneles u otros incidentes debidos a la falta de infraestructura segura (Susan van den Brink, 2020).

Aparte de las duras condiciones de trabajo y de la carencia de regulación y control, en 2019 se desató un conflicto entre los mineros artesanales y las mineras industriales. Pasó entre Junio y Julio de dicho año cuando militares del gobierno de la RDC entraron en las dos minas más grandes del país, en las zonas de Alto-Katanga y Lualaba en el sur-este del país. En esta operación gubernamental, se expulsaron más de 10.000 mineros artesanales de los terrenos considerados para explotación industrial. El problema deriva del hecho de que la minería artesanal no está regulada, mientras que el gobierno ha concedido permisos de explotación virtualmente en todas las regiones donde se han encontrado yacimientos, dejando a los mineros artesanos sin terreno para explotar (International Crisis Group, 2020). La carencia de zonas catalogadas para la explotación minera artesana se debe al hecho de que se ha concedido la licencia de explotación industrial de la mayoría de yacimientos potenciales aunque no sea rentable su explotación a gran escala (Ver ilustración 10). Los mineros artesanos reclaman un espacio donde poder ejercer sus actividades sin ser desalojados frecuentemente. Ellos se quejan de que las minas industriales no les proporcionan oportunidades mientras que tampoco contribuyen al desarrollo local, dejándolos sin terreno para explotar y sin compensación por ello. Además, la minería artesanal atrae inmigrantes de otras zonas del país, elevando todavía más la presión sobre los recursos locales (International Crisis Group, 2020).

El nuevo código minero pretende promover la subcontratación de mineros artesanos por parte de las mineras industriales, además de obligar a estas últimas a invertir un 0.3% de los beneficios a proyectos de desarrollo local.  Los mineros artesanales se agruparían bajo una cooperativa y explotarían esas partes del yacimiento que no son rentables explotar industrialmente dándoles la oportunidad de vender el cobalto a la minera a un precio superior al que pueden conseguir a través de intermediarios. Sin embargo, el éxito de las cooperativas no está asegurado ya que muchas de ellas están controladas por el Estado o brancas políticas de éste (20%) por lo que no se garantiza que favorezcan las necesidades de los mineros. Otro punto que puede dificultar la mejora de la calidad de vida de los mineros artesanos es el proyecto de creación de una entidad gubernamental con el fin de comprar cobalto de mineros artesanos que va a desfavorecer la subcontratación artesana por parte de las grandes operadoras.

Esta empresa “Entreprise Géneral du Cobalt”, creada por Gécamines, debería asegurar que los mineros artesanales reciben un precio justo por su producción, pero el decreto ley que constituye esta empresa estatal prohíbe a las industrias comprar directamente a las cooperativas artesanales, sino que la “Entreprise Géneral du Cobalt” va a actuar como puente entre ambos, contradiciendo el Código Minero de 2018. La carencia de recursos de la Empresa pone en duda que los mineros artesanos puedan conseguir precios superiores de los que consiguen en las actuales casas de compra (International Crisis Group, 2020). 

Otro de los problemas del sector minero se debe a las tensiones en el gobierno liderado por Tshisekedi ya que se sostiene sobre una débil coalición con el anterior presidente Kabila quien todavía tiene muchas influencias y partidarios dentro de las cúpulas de las grandes empresas mineras. Por este motivo Tshisekedi puede tener dificultades para calmar las tensiones en este sector (International Crisis Group, 2020).

Los conflictos entre la minería artesanal y la industrial se remontan a los inicios de la concesión de licencias para la explotación minera artesanal. El Grupo Internacional de Crisis analizó los casos de 3 minas conflictivas en las zonas mencionadas. En verano de 2019 la violencia escaló cuando por primera vez en un desalojo de mineros artesanos de zonas con licencia, las fuerzas militares quemaron viviendas y provocaron la muerte de al menos tres civiles. La mina Tenke Fungurume Mine (TFM), que hemos visto con anterioridad que pertenece China Molybdenum, es uno de los yacimientos donde se encuentran más mineros artesanos y es el más conflictivo. De hecho, entre 1975 y finales de los 90, periodo en que la mina estuvo sin operar, se estima que había 20.000 mineros artesanos en la zona delimitada por la licencia de TFM. La zona ha sido ocupada y desalojada de mineros artesanos periódicamente con más o menos violencia. En 2019 aumentó abundantemente la cantidad de mineros infiltrados en el perímetro de TFM debido a una desmilitarización de la zona en Abril. Sin embargo, en Junio una entrada violenta de soldados desalojó y quemó las viviendas de los asentamientos artesanales y mató al menos una persona en esta mina. Desde entonces protestas a favor de la minería artesanal han hecho que el gobierno garantice tres regiones para dicha explotación, ya que no hay ninguna área delimitada para este fin a 50km a la redonda de TFM. No obstante, más de un año después todavía no hay terreno adjudicado para la minería artesanal en la zona de TFM. Encima de esta situación, TFM ha evitado repetidamente invertir en proyectos de desarrollo local, dificultando todavía más la situación de la población de esta región (International Crisis Group, 2020).

Situaciones similares se reprodujeron en otra de las grandes minas industriales de Haut-Katanga, pero, no todas terminaron en violencia. Por ejemplo, se estudió el caso de una minera mediana, Luiswishi, donde se permite a los mineros artesanales explotar las zonas de menor riqueza y quedarse con los residuos industriales que todavía contienen mineral preciado. Si bien en Luiswishi los mineros artesanales se dedican a esta actividad como complemento de su actividad habitual, la agricultura, y por lo tanto no dependen de la minería, la desescalada violenta ha sido importante para poder desarrollar la calidad de vida de la región (International Crisis Group, 2020).

Tal y como concluye el estudio hecho por el Grupo Internacional de Crisis, el presidente Félix Tshisekedi junto con los grupos de interés del sector minero y la sociedad civil deben trabajar juntos para rebajar las tensiones y encontrar un equilibrio entre la industrialización y la artesanía del sector minero. Empezando por la formación de zonas regularizadas para la extracción minera artesanal y asegurando que las cooperativas puedan vender a un precio justo a la minera industrial.

Rol de China

China depende en un 80% de las importaciones de cobalto en bruto, que, principalmente, provienen de la RDC, es por este motivo, que las grandes empresas mineras chinas optan por la integración vertical de la cadena de suministro. No es de extrañar que, el gigante asiático, sea el propietario de la segunda minería más grande presente a la RDC, pero van más allá. Además de haber otras minas controladas por operadoras chinas en la RDC, como Huayou Cobalt  (Huayou Group) y Metorex (Jinchuan Group), la China es líder en el refinamiento de este mineral. De hecho, el Grupo Huayou posee la refinería más grande del mundo. Cabe añadir también, que de las 10 refinerías más importantes, seis están en China, y del total de 23 refinerías de cobalto en funcionamiento actualmente, solo hay una en la RDC y una en Zambia (Susan van den Brink, 2020).

De acuerdo con el estudio de Benchmark Minerla Intelligence, los líderes productores de baterías de litio-ion son LG CHEM (Korea del Sur), China’s Contemporary Amperex Technology (CATL), BYD (China) y Panasonic (Japón) y Tesla quienes poseen la joint-venture más importante de fabricantes de coches eléctricos. Como podemos ver, el mercado de baterías de litio, que representa alrededor del 60% del uso del cobalto, está claramente dominado por empresas asiáticas. China no quiere quedarse atrás, y ya ha aprobado la producción de vehículos Tesla en su territorio, haciendo frente así a Japón. Por su parte, Tesla, también busca la diversificación y planea un acuerdo con Glencore para usar su cobalto en sus gigafactorías en Berlín y Shanghái (Shead, 2020).

CATL, por su parte, proporciona baterías a empresas como BMW, Volkswagen, Daimler (Mercedes), Volvo, Toyota y Honda. Esta empresa tiene previsto construir próximamente su primera plana de ultramar en Alemania. Por la otra parte BYD, es una empresa integrada verticalmente, que produce todos los productos necesarios para fabricar desde las baterías hasta sus propios coches. Paralelamente, también vende baterías a Toyota y otras empresas automovilísticas.

Cabe decir también, que los otros líderes del mercado mencionados, LG CHEM y Panasonic, poseen fábricas en China, ya que al ser un país con una regulación laboral y medioambiental menos estricta el cual produce la mayoría de minerales y materiales necesarios para la producción de productos tecnológicos, favorece la presencia de estos productores líderes en el mercado. (Benchmark Mineral Intelligence, 2019).

Se puede concluir que la China tiene un gran peso y gran control de la cadena de suministro de cobalto. Esta concentración ha hecho saltar todas las alarmas tanto en Estados Unidos como en Europa ya que el riesgo de ruptura de suministro es muy elevado. En el siguiente apartado veremos las estrategias que están adoptando tanto Europa como Estados Unidos para hacer frente a la dependencia de la China.

Por: Cristina Costa Salavedra

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