La recuperación europea (y la global) va a pasar por dos conceptos claros que ya lo ha manifestado Von der Leyen en innumerables oportunidades: Digitalización y Pacto Verde.
Por: Miguel Castañeda Loayza
La recuperación y el despegue económico europeo, de manera concurrente a los estragos que viene ocasionando la pandemia, se centran en la inversión pública a través del Next Generation EU . No hay oportunidad más precisa para desafiar los actuales modelos económicos, financieros y laborales.
El 2020 no fue el deseado, pero, en los anales de la historia, será el que sentó las bases de una nueva economía, la cual coloca al centro la salud pública, la digitalización y la transición energética como asuntos estructurales de cualquier planeamiento económico financiero.
A inicios de la pandemia muy pocos advirtieron que el tema podría ser central en los cambios que se estaban gestando desde algunos sectores de Europa en cuanto a digitalización y transición energética, por ejemplo. Hoy, luego de la aprobación del nuevo presupuesto europeo para los próximos 7 años, con más de 700 mil millones de euros de impulso económico para la recuperación de las naciones de la Unión y enmarcados en el Pacto Verde Europeo, nadie niega que la ruta ya está marcada.
Ahora bien, esperando que los gobiernos definan cómo invertir el dinero de los contribuyentes en su recuperación social y económica de esta pandemia, tienen que tomar una decisión: O siguen estimulando las industrias de combustibles fósiles, como algunos países de la Unión aún necesitan dinamizar por su clara dependencia a ello, o empiezan a invertir en serio en un futuro energético renovable
La recuperación europea (y la global) va a pasar por dos conceptos claros que ya lo ha manifestado Von der Leyen en innumerables oportunidades: Digitalización y Pacto Verde. En el centro de esta ecuación se ubica la gestión energética. La energía aporta el 73% de las emisiones globales. Esta es una oportunidad única que tenemos hoy para cambiar las rutas del crecimiento y bienestar. Lo bueno es que existe “carta de navegación” para ello y hay buenos planos en los cuales podemos basarnos.
Lo que se defina en cuanto a energía es vital. Va estructurar los planes de infraestructura y empleo, y a través de ello, las políticas sociales en cuanto a educación y salud, por ejemplo.
Para Achim Steiner de Naciones Unidas y Francesco La Camera, representante de la Agencia Internacional de Energía, las medidas de recuperación deben responder simultáneamente a la pandemia y centrarse en una reconstrucción distinta y mejor.
Mientras esta pandemia se desarrolla, aquí hay cinco opciones energéticas que los tomadores de decisiones deben considerar:
Invierta en energías renovables como opción económica: Teniendo en cuenta los beneficios en salud y educación, los ahorros acumulados por la descarbonización de la economía global para 2050 serían ocho veces el costo, según una nueva investigación de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), y los beneficios socioeconómicos serían masivos. El PIB mundial acumulado aumentaría en 98 billones de dólares por encima de lo habitual entre ahora y 2050 y los empleos de energía renovable se cuadriplicarían a 42 millones. La transición a las energías renovables no significa cerrar el grifo de los combustibles fósiles durante la noche. Pero para un continente como África, donde aún no se ha construido la infraestructura de generación de electricidad necesaria, el costo por kWh de energía renovable podría ser la opción más efectiva, no una carga, por lo tanto, sino un beneficio neto. Los responsables de la formulación de políticas deberían tener bien presente este horizonte energético positivo al diseñar paquetes de estímulo.
Utilizar los acuerdos climáticos como parte de la agenda para la recuperación: como parte del acuerdo internacional de París sobre el cambio climático, casi todos los países del mundo desarrollaron una Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC), un plan para reducir las emisiones y aumentar la resiliencia a los impactos climáticos. En este momento, mientras ayudamos a los países a prepararse, responder y recuperarse ante el COVID-19, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), IRENA y otros socios están trabajando simultáneamente con 110 países a través de nuestra Promesa Climática para cumplir con estos planes. Las NDC ofrecen un marco de soluciones listo para usar y respaldado públicamente para ayudar a los países a encontrar un camino a través de esta pandemia, con socios internacionales y financiamiento ya comprometido con el apoyo.
Diseñar rescates que funcionen para el medio ambiente: invertir para expandir la infraestructura de suministro de combustibles fósiles es a corto plazo. Algunos países ya están utilizando los rescates de COVID para diseñar un futuro más verde. El gobierno austriaco, por ejemplo, condicionó la ayuda estatal para Austrian Airlines al apoyo a los objetivos de la política climática. Todos los paquetes de estímulo y recuperación tienen el mismo potencial para abordar simultáneamente la actual recesión económica y la crisis climática.
Redirigir los subsidios a los combustibles fósiles para apoyar los servicios públicos esenciales : los subsidios financiados con fondos públicos para los combustibles fósiles cuestan a las sociedades $ 5,3 billones, o el 6,3% del PIB mundial. Desde que se firmó el acuerdo internacional sobre el cambio climático en París en 2015, 33 grandes bancos mundiales han invertido colectivamente 1,9 billones de dólares en combustibles fósiles. Se trata de inversiones en un futuro energético que ya ha superado su fecha de caducidad. Los períodos de precios bajos del petróleo, como ahora, son el mejor momento para introducir reformas que revaloricen la energía. Nigeria, por ejemplo, ha puesto fin a los subsidios a la gasolina y utilizará los ahorros de la medida para construir infraestructura, impulsar la atención médica y la educación.
Lanzar proyectos ambiciosos de energía limpia ‘listos para usar’ para que las personas vuelvan a trabajar: Las medidas de recuperación podrían ayudar a instalar redes eléctricas flexibles, soluciones de eficiencia, almacenamiento de energía y estimular el progreso en soluciones emergentes como el hidrógeno verde y muchas otras tecnologías de energía limpia. Con la necesidad de descarbonización de la energía sin cambios, tales inversiones pueden protegerse contra decisiones miopes y una mayor acumulación de activos varados. Los proyectos ambiciosos de energía limpia pueden ser un ‘motor’ verde que aproveche las bajas tasas de interés de todos los tiempos para crear los sistemas de energía, las industrias y las habilidades laborales del futuro, y brindar acceso a energía asequible y alternativas a las comunidades vulnerables y remotas. También traería más mujeres a la fuerza laboral: la energía renovable emplea aproximadamente al 32% de mujeres, en comparación con el 22% en la industria del petróleo y el gas.
Europa y específicamente España tienen ante sí una oportunidad de transformación económica que no pueden desaprovechar. Las decisiones que se tomen al respecto, podría sentar las bases de un crecimiento sostenible e inclusivo que genere bienestar colectivo en el futuro. Sin embargo, para lograr ello se necesita un esquema de alianzas público-privada que sean catalizadoras de cambio positivo de impacto
Estamos en plenas condiciones de ayudar a identificar, formular y acompañar estas oportunidades. Hay mucho por hacer».
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