Cambio climático: al borde del precipicio

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Cambio climático

Articulo extraído de TheConversation

Los humanos somos la única especie que ha desarrollado un conocimiento científico basado en su inteligencia, que utiliza tanto para bien como para mal. Una muestra de esa dicotomía es que, advertidos por la comunidad científica, sabiendo que somos la única especie de las cerca de dos millones identificadas en la Tierra capaz de autoextinguirse y extinguir a otro millón de especies, seguimos corriendo por el borde escarpado del precipicio que estamos construyendo desde hace tan solo algo más de un siglo con el comienzo de la Revolución Industrial.

La necesidad de crecimiento económico continuo de esta nueva era del Antropoceno lleva a la sobreexplotación de los recursos limitados de la Tierra, acompañada de una enorme agresión y contaminación del medio ambiente por tierra, mar y aire. Y la naturaleza nos está diciendo que “hasta aquí hemos llegado”.

Los más ricos, los que más contaminan

La lógica de este sistema económico-político global requiere dominar y apropiarse de la naturaleza, pero eso, además de injusto para la gran mayoría de habitantes, es imposible por la sencilla razón de que somos una parte ruidosa pero insignificante de esa naturaleza. Estamos sometidos a sus leyes generales, que son las que permiten que nuestro planeta lleve funcionando 4 500 millones de años.

Por ejemplo, la segunda ley de la termodinámica o ley de la entropía nos dice que todo proceso de transformación de la energía degrada una parte importante de la misma generando desechos de baja calidad energética o alta entropía. Y eso, cuando además hablamos de una producción anual de 11 200 millones de toneladas de residuos sólidos y 50 000 millones de toneladas de residuos electrónicos, tiene un insoportablemente alto coste ambiental, económico y social.

Los humanos somos la única especie que ha desarrollado un conocimiento científico basado en su inteligencia, que utiliza tanto para bien como para mal. Una muestra de esa dicotomía es que, advertidos por la comunidad científica, sabiendo que somos la única especie de las cerca de dos millones identificadas en la Tierra capaz de autoextinguirse y extinguir a otro millón de especies, seguimos corriendo por el borde escarpado del precipicio que estamos construyendo desde hace tan solo algo más de un siglo con el comienzo de la Revolución Industrial.

La necesidad de crecimiento económico continuo de esta nueva era del Antropoceno lleva a la sobreexplotación de los recursos limitados de la Tierra, acompañada de una enorme agresión y contaminación del medio ambiente por tierra, mar y aire. Y la naturaleza nos está diciendo que “hasta aquí hemos llegado”.

Los más ricos, los que más contaminan

La lógica de este sistema económico-político global requiere dominar y apropiarse de la naturaleza, pero eso, además de injusto para la gran mayoría de habitantes, es imposible por la sencilla razón de que somos una parte ruidosa pero insignificante de esa naturaleza. Estamos sometidos a sus leyes generales, que son las que permiten que nuestro planeta lleve funcionando 4 500 millones de años.

Por ejemplo, la segunda ley de la termodinámica o ley de la entropía nos dice que todo proceso de transformación de la energía degrada una parte importante de la misma generando desechos de baja calidad energética o alta entropía. Y eso, cuando además hablamos de una producción anual de 11 200 millones de toneladas de residuos sólidos y 50 000 millones de toneladas de residuos electrónicos, tiene un insoportablemente alto coste ambiental, económico y social.

Los humanos somos la única especie que ha desarrollado un conocimiento científico basado en su inteligencia, que utiliza tanto para bien como para mal. Una muestra de esa dicotomía es que, advertidos por la comunidad científica, sabiendo que somos la única especie de las cerca de dos millones identificadas en la Tierra capaz de autoextinguirse y extinguir a otro millón de especies, seguimos corriendo por el borde escarpado del precipicio que estamos construyendo desde hace tan solo algo más de un siglo con el comienzo de la Revolución Industrial.

La necesidad de crecimiento económico continuo de esta nueva era del Antropoceno lleva a la sobreexplotación de los recursos limitados de la Tierra, acompañada de una enorme agresión y contaminación del medio ambiente por tierra, mar y aire. Y la naturaleza nos está diciendo que “hasta aquí hemos llegado”.

Los más ricos, los que más contaminan

La lógica de este sistema económico-político global requiere dominar y apropiarse de la naturaleza, pero eso, además de injusto para la gran mayoría de habitantes, es imposible por la sencilla razón de que somos una parte ruidosa pero insignificante de esa naturaleza. Estamos sometidos a sus leyes generales, que son las que permiten que nuestro planeta lleve funcionando 4 500 millones de años.

Por ejemplo, la segunda ley de la termodinámica o ley de la entropía nos dice que todo proceso de transformación de la energía degrada una parte importante de la misma generando desechos de baja calidad energética o alta entropía. Y eso, cuando además hablamos de una producción anual de 11 200 millones de toneladas de residuos sólidos y 50 000 millones de toneladas de residuos electrónicos, tiene un insoportablemente alto coste ambiental, económico y social.

En el informe 2023 de los 15 000 científicos se señala, entre otras medidas, que debemos cambiar nuestra economía hacia un sistema que respalde la satisfacción de las necesidades básicas de todas las personas en lugar del consumo excesivo por parte de los más ricos.

El profesor de la London School of Economics y de la Universidad Autónoma de Barcelona Jason Hickel analiza en el libro Menos es más cómo el decrecimiento salvará el mundo:

Necesitamos que los países de ingreso alto reduzcan el consumo excesivo de energía y materiales, una rápida transición a las energías renovables y pasar a una economía poscapitalista que ponga el foco en el bienestar humano y la estabilidad ecológica, en lugar del crecimiento perpetuo.

Acaparando menos, podemos llegar a ser más.

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