La escasez de suelo urbanizable en las grandes ciudades empuja a la compra y remodelación de edificios o espacios industriales para crear nuevos hogares
La falta de suelo urbanizable en algunas de las principales ciudades del mundo ha provocado que una gran parte de los ‘players’ inmobiliarios de alta gama se estén decantando por la adquisición de edificios o espacios industriales abandonados para diseñar un nuevo hogar. Garajes, granjas, iglesias, incluso aviones o trenes son transformados en viviendas. «Nuestro sistema inmobiliario está más acostumbrado a construir de forma masiva que a dar una nueva vida a edificios ya existentes. En los últimos años, el mercado ‘prime’ es el que más está enfocando sus esfuerzos hacia el reciclaje inmobiliario, porque representa una importante fuente de beneficios a pesar de la inversión inicial», afirma Nacho García-Milla, creador de un nuevo perfil inmobiliario especializado en localizar el hogar ideal para el cliente.
«En España los principales emisores de este tipo de activos suelen ser inversores internacionales o grandes fondos. Por la parte compradora o arrendadora, suelen ser parejas y familias jóvenes o clientes de alto nivel adquisitivo que buscan viviendas en zonas ‘prime’ con prestaciones y amplios servicios», explica este experto, quien reconoce que transformar un espacio industrial como un taller o una antigua fábrica en una vivienda habitable siempre supone un gran reto, aunque «los resultados son espectaculares y el inmueble se revaloriza considerablemente», señala.
Estructuras únicas
Además, también aportan ventajas estructurales: techos de doble altura, grandes galerías, amplios lucernarios que filtraban en su momento la luz a zonas de trabajo y almacenamiento, suelos antideslizantes o muros de piedra que mantienen la temperatura interior y aíslan del ruido. A partir de aquí, las opciones son infinitas: «Ya no solo se convierten en viviendas grandes fábricas, cada vez hay más clientes que nos piden diseñar el hogar de sus sueños en una antigua granja, en molinos, caballerizas, salas de conciertos o iglesias. Al final, la exclusividad reside en la singularidad del inmueble y ese valor añadido es lo que persigue el cliente», explica García-Milla.
Aunque la mayoría de este reciclaje inmobiliario se realiza en ubicaciones céntricas de las principales ciudades, también hay casos en el extrarradio, en pueblos o en el campo. Un magnífico ejemplo de ello es la increíble transformación en vivienda de la iglesia de Tas en la localidad vizcaína de Sopuerta, llevada a cabo por el estudio de arquitectos Garmendia&Cordero.
«Hay muchos espacios que un día nacieron con una función y que con el tiempo han quedado desfasados, pero que ofrecen posibilidades increíbles si se cambia su uso. A mí me gusta hablar de rehabitar y no solo de rehabilitar», explica Carlos Garmendia, quien reconoce que en muchas ocasiones conseguir autorización para este cambio de uso no resulta tarea fácil. «Al final se construye sin asumir riesgos, teniendo en cuenta solo el coste y el beneficio, aunque acabemos teniendo ciudades con viviendas iguales y de poco interés. Recuperar, reciclar estos edificios singulares y con historia, ayuda a mantener la identidad de una ciudad y a tener viviendas diferentes y mejores».
Por: Charo Barroso, ABC
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