Sabemos que se necesitan medidas urgentes contra la crisis climática, pero esta temporada de la moda ha decepcionado por su falta de progresos.
Poco después del comienzo de la pandemia se habló mucho de cómo la industria de la moda debía de hacerse más sostenible. Primero fue la carta abierta de Forum Letter de mayo de 2020 liderada por Dries Van Noten, que pedía que los descuentos solo se aplicaran a final de temporada y solicitaba cambios en el calendario de la moda. Después fue la de Rewiring Fashion, pidiendo esto último además de reinventar los desfiles. Más adelante la CFDA y el BFC transmitieron un mensaje a la industria recomendando a los diseñadores que centraran sus esfuerzo en sacar no más de dos colecciones al año. Todos ellos fueron signos positivos que indicaban que la industria al fin se estaba uniendo para tomar medidas tangibles con el objetivo de reducir su impacto en el planeta.
Pero si avanzamos hasta este último mes de la moda, nos damos cuenta de que muchas de esas conversaciones se han ido apagando. Pese a que las emisiones de CO2 hayan descendido gracias a que los compradores y editores no hayan viajado para acudir a los desfiles en persona, sabemos que la mayor parte del impacto ambiental de la industria de la moda se debe a la propia producción de las prendas (más del 7o% de las emisiones se deben a la operativa de los proveedores en la cadena de suministro), un problema que la mayoría de las marcas siguen sin abordar.
De los 315 artículos y comunicados de prensa que recopilamos a partir de marcas presentando sus colecciones en Nueva York, Londres, Milán y París esta última temporada, apenas el 26% hacen referencia claramente a alguna práctica sostenible o responsabilidad social en la producción de sus prendas. Pocas nos procuran un esquema comprensivo del trabajo que están realizando, y hay más pequeños diseñadores independientes haciendo mención a sus prácticas sostenibles que marcas grandes.
El hecho de esta temporada que se haya hablado considerablemente menos de sostenibilidad da a entender que se están haciendo pocos progresos en la industria, y que desde luego no se hacen al ritmo que se requiera. “Resulta de lo más preocupante”, nos cuenta Maxine Bédat, directora ejecutiva del comité de expertos de New Standard Institute “No estamos viendo una mayor transparencia ni el trabajo que se requiere”.
La industria de la moda necesita tomar medidas de sostenibilidad urgentes y concretas
No cabe duda de que la moda tiene mucho que mejorar – y además, rápido. Se calcula que la industria es responsable de nada menos que en torno al 4% y el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo, e incluso en el extremo inferior superan las emisiones anuales de Reino Unido, Francia y Alemania juntos.
En 2019 más de 50 marcas, entre ellas algunas de la talla de Burberry, Gucci y Prada, se comprometieron a reducir sus emisiones en un 30% para el año 2030, así como a eliminarlas completamente en 2050, en el marco de la Carta de la industria de la moda para la acción climática de la ONU (el último de los objetivos también figura en el Pacto de la moda, una coalición de empresas de moda comprometidas con alcanzar determinados objetivos medioambientales).
No obstante, lo preocupante es que las emisiones producidas por la industria de la moda en su conjunto están creciendo en lugar de disminuir, y se espera que el volumen de prendas y calzado asciendan nada menos que un 81% en 2030 hasta alcanzar los 102 millones de toneladas al año. Según un informe reciente por parte de Global Fashion Agenda y los asesores de gestión de McKinsey es probable que las emisiones suban hasta alcanzar los 2.700.000.000 de toneladas al año en 2030, a no ser que se tomen más medidas a lo largo de la próxima década. Incluso siguiendo al ritmo actual, las emisiones seguirían al mismo nivel al que están ahora a medida que la industria sigue creciendo; algo que demuestra hasta qué punto se necesitan acciones urgentes.
“Esto es un problema de matemáticas, es un problema de números y tiempo”, dice Bédat. “Si solo nos fijamos en el cambio climático tenemos que reducir las emisiones a un ritmo específico dentro de un margen de tiempo específico, y sabemos cómo hacerlo. Empecemos por las bases”·
El grupo de presión sin ánimo de lucro contra el cambio climático Stand.Earth ha presentado una hoja de ruta de cinco pasos para conseguir una industria de la moda libre de combustibles fósiles, que además de ser más ambiciosa y requerir una mayor responsabilidad por parte de las marcas, fija el objetivo de que la energía de la cadena de suministro sea 100% renovable y se aleja de los tejidos derivados de combustibles fósiles como el poliéster.
Por supuesto, poner remedio a las emisiones de gases invernadero suponen apenas una parte de la problemática, pues otros aspectos como los residuos, la contaminación o el uso de químicos también necesitan ser prioritarios en la agenda de la industria. Por eso resulta crucial que las marcas empiecen a afrontar directamente estos problemas en lugar de esconderlos bajo la alfombra. “Estos desafíos no van a desaparecer”, continúa Bédat. “Cuanto más digamos ‘Ya lo resolveremos más tarde’, peor será el problema”.
La sostenibilidad tiene que ser una prioridad
Pese a que esta temporada fuese decepcionante en lo que al progreso del impacto medioambiental de la moda se refiere, también ha habido aspectos positivos. El nombramiento de la diseñadora de mentalidad sostenible Gabriela Hearst como directora creativa de Chloé ha demostrado que la sostenibilidad puede situarse en el epicentro de una de las principales firmas de moda de lujo, hasta el punto de que la marca ha descrito la colección de esta temporada como una cuatro veces más sostenible que la de otoño-invierno 2020, en cuanto a sus materiales. “La realidad en la que vivimos es que disponemos de nueve años para averiguar cómo hacerlo antes de estar en una situación crítica sin que retroceder sea una opción”, dijo Hearst en Good Morning Vogue, refiriéndose a la gran velocidad a la que tienen que darse estos cambios.
Mientras tanto, algunos diseñadores emergentes como Priya Ahluwalia siempre han otorgado la máxima importancia a la sostenibilidad en sus empresas. “Siempre buscamos hacer las cosas de manera positiva – es parte de nuestro AND”, explica, añadiendo que forma parte de una nueva generación que contribuye a una industria de la moda cada vez más sostenible. “Espero que cuantas más figuras rompedoras haya, más empresas tomen nota y cambien sus prácticas”.
Pese a que la Covid-19 y sus repercusiones económicas sin duda esté colocando a muchas firmas en una posición precaria, resulta esencial que las empresas afronten la crisis climática sin rodeos en lugar de continuar como antes. “Creo que el mayor peligro frente a nosotros ahora que empezamos a acercarnos al fin de la pandemia es el que nos olvidemos de lo que aprendimos cuando comenzó y volvamos a hacer las cosas como siempre”, dice Harriet Vocking, directora ejecutiva de marcas de la consultoría sostenible Eco-Age.
Ahora que la crisis climática es más urgente que nunca, las firmas de moda tienen la responsabilidad de tomarse en serio su impacto medioambiental. La sostenibilidad no es simplemente una opción: ha de ser una prioridad urgente.
Por: Emily Chan, VOGUE
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