“La inversión sostenible ya no es una opción, sino una obligación”

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Economía

La realidad nos está dando avisos claros. La necesaria productividad económica no puede abusar de los recursos, y las finanzas tienen una importante responsabilidad al respecto.

De que “la vida iba en serio” se dio cuenta el poeta Gil de Biedma con una cierta edad. Y la naturaleza lo va mucho más. Ya hemos visto algunas consecuencias de lo que supone no preservarla. Afortunadamente, la parte del tejido productivo humano más cercana al sentido común lleva tiempo arracimándose en torno al concepto de sostenibilidad. La realidad da de sí lo que da, nos guste o no, y las finanzas, flujo sanguíneo de dicho tejido, lo va comprendiendo. Enrique Vinal, responsable de Recursos de Santander España y experto en fondos de inversión, intenta expandir la buena (e imprescindible) nueva como formador voluntario de Finanzas para Mortales, un programa inclusivo de educación financiera impulsado por Banco Santander a través del Santander Financial Institute, SANFI para llevar la formación en finanzas básicas a los colectivos más vulnerables (estudiantes, mayores o personas en riesgo de exclusión).

“Las finanzas sostenibles son aquellas que contribuyen a garantizar el crecimiento de la economía sin comprometer los recursos para generaciones futuras”, define Vinal. Según la Comisión Nacional del Mercado de Valores, se bifurca en inversión sostenible y responsable, banca ética y microfinanzas. Tres tendencias que van calando: cada vez más gente es consciente de que poner su dinero en según dónde tiene consecuencias más allá de la rentabilidad: “Las nuevas generaciones incorporan la sostenibilidad como factor decisivo en sus tomas de decisión financiera. Para los jóvenes, es algo nativo, igual que la digitalización. Son más conscientes de la importancia de reciclar, de reducir los plásticos de un solo uso, de promover la movilidad sostenible, y son más proclives a comprar moda sostenible, por ejemplo, o utilizar servicios de coches compartidos. Las finanzas no quedan fuera de esta tendencia. Numerosos estudios lo muestran”.

Para Vinal, los puntos claves de la sostenibilidad en esta materia son “el acceso a financiación universal, la implicación en la construcción de una economía verde y digital, el apoyo a emprendedores con vertiente social y las inversiones en inclusión y diversidad”. Todas estas actividades “son aspectos que necesitan de una financiación transparente y sostenible, basada en el largo plazo y en la implicación de todos los agentes económicos y sociales”.

Para evitar dispersiones en un ámbito tan vasto, quienes se dedican a esto de forma medianamente seria se rigen por la “agenda global 2030 [de la ONU], marcada por los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible”. Para cumplirlos, la organización instó a las entidades a firmar los Principios de Banca Responsable, de los que Banco Santander forma parte. De hecho, algunas de sus metas de aquí a 2025 son movilizar 120.000 millones de euros en financiación verde, la inclusión financiera de 10 millones de personas, lograr que el 100% de la energía que usan provenga de fuentes renovables o contar con al menos un 30% de mujeres en cargos directivos.

En Finanzas para Mortales, considerado como una de las mejores iniciativas en esta materia por el Banco de España y la CNMV, Vinal explica que, para tener capacidad real de decisión sobre la colocación de su dinero en este tipo de proyectos, el inversor tiene que realizar “aportaciones periódicas que materialicen un compromiso con el largo plazo”. Además, recuerda la importancia de que “desde la banca se les ofrezca un buen asesoramiento y una información valiosa sobre las posibilidades y opciones y cómo se adaptan a sus preferencias. La regulación europea está ayudando a que las preferencias en materia ASG [consideraciones medioambientales, sociales y de gobierno corporativo] de los clientes se tengan en cuenta a la hora de ofrecer productos financieros”.

Vinal aporta ejemplos concretos de herramientas financieras para apoyar la sostenibilidad: “Bonos verdes y sociales [emisiones de deuda pública o privada a medio y largo plazo para financiar proyectos respetuosos con el medio ambiente o que persiguen mejoras de tipo social], fondos de inversión sostenibles, fondos de impacto, microcréditos… Un caso de éxito son los fondos sostenibles: movieron más de un billón de dólares en junio de 2020”. También destacan los fondos de inversión solidarios, instituciones de inversión colectiva que ceden una parte de la comisión de gestión a determinadas entidades benéficas o no gubernamentales.

“Las finanzas sostenibles están teniendo un importante crecimiento en general”, concluye Vinal. “En el caso, por ejemplo, de los bonos verdes, el crecimiento ha sido muy significativo en los últimos años, pero a raíz del covid, el auge de los bonos sociales está siendo evidente. La pandemia ha puesto el foco en la parte social, aunque la parte ambiental y el cambio climático siguen siendo muy relevantes porque es uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos”.

Fuente: El Mundo

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