Se cumplen quince años de la publicación de uno de los estudios más importantes sobre el impacto de la crisis climática en la economía mundial: el Informe Stern
La mejor manera de ayudar a la economía es contribuir a la mejora y el cuidado del medio ambiente. Esta máxima, refrendada hoy en día por economistas, inversores financieros y líderes políticos y empresariales de todo el mundo, quedó científicamente demostrada con la publicación del famoso Informe Stern sobre la economía del cambio climático, un estudio independiente y riguroso elaborado en 2006 por el influyente economista lord Nicholas Stern por encargo del Gobierno británico.
En su estudio, el profesor Stern justifica desde el punto de vista económico la necesidad de avanzar hacia un desarrollo más sostenible y plantar cara a la crisis climática con acciones firmes y de manera urgente. De eso hace ahora quince años.
“La crisis climática es el mayor fracaso del mercado jamás visto en el mundo”
Cambiar de modelo económico por otro que tenga en cuenta los límites del planeta, que no rebase su capacidad de carga y que deje de excluir los costes ambientales de la contabilidad, pues de lo contrario esta será falsa y el crecimiento será ficiticio. A eso apelaba entonces el ex economista jefe del Banco Mundial.
A eso y a poner en marcha de manera inmediata nuestra adaptación al cambio climático, es decir, a iniciar los pasos para incrementar la resiliencia de nuestra sociedad a las nuevas condiciones globales y reducir los costes ambientales al mínimo, porque la adaptación es la herramienta clave para mantener buena parte de lo conseguido hasta la fecha.
«Este informe –decía Stern en 2006– ha evaluado una amplia gama de evidencias sobre los impactos del cambio climático y los costos económicos derivados, y ha utilizado varias técnicas para evaluar los riesgos a los que nos enfrentamos. Y desde todas esas perspectivas su conclusión era muy simple: «Los beneficios de una acción firme y temprana superan con creces los costos económicos de no actuar«.
Insisto: hace quince años. Y quince años después seguimos sin admitir lo que señaló entonces el propio Stern de manera categórica: que «la crisis climática es el mayor fracaso del mercado jamás visto en el mundo».
Proteger el medio ambiente y detener el actual aumento de las temperaturas es la mejor inversión que se puede llevar a cabo con independencia del sector del que estemos hablando. Porque si el deterioro ambiental sigue avanzando al ritmo actual y no logramos contener el calentamiento global por debajo de los dos grados que marca el Acuerdo de París y el grado y medio que aconsejan los científicos, el mercado, o mejor dicho todos los mercados, quebrarán. Palabra de Stern.
Aunque ya no estamos a tiempo de evitar la crisis climática, sí que podemos mitigar sus efectos actuando, ahora sí, de manera inmediata. Todavía estamos a tiempo de evitar los escenarios más inquietantes descritos por la ciencia y proteger en cierto grado a nuestra sociedad de las peores consecuencias.
El Informe Stern señala que fomentar el mantenimiento de los sistemas que prestan mayores servicios a la lucha contra el cambio climático, es decir los ecosistemas naturales, es una de las principales aportaciones que se pueden llevar a cabo desde la economía para afrontar el mayor reto al que se enfrenta. En ese sentido, y desde un punto de vista estrictamente financiero: conservar la naturaleza es la mejor inversión que podemos llevar a cabo.
Es tiempo de reaccionar
En una de sus últimas visitas a nuestro país, el actual presidente del Instituto de Cambio Climático de la London School of Economics no solo se reafirmaba en sus conclusiones, sino que apremiaba al mundo a reaccionar de manera urgente pues «lo que hagamos en las próximas dos décadas será decisivo para determinar nuestro futuro en el planeta».
Para ello es necesario emprender una estrategia global a favor del medio ambiente y en contra de la crisis climática desde todos los ámbitos, incluido el financiero. No solo porque es la única manera de alejar la incertidumbre respecto a nuestro futuro como especie, sino por las grandes oportunidades de crecimiento y desarrollo que ofrecen hoy en día los sectores vinculados a la economía circular y el desarrollo sostenible.
Trece años después de su publicación este informe que apelaba a un cambio de paradigma en la economía mundial resulta más actual que nunca. Sin medio ambiente no hay mercado. Sin la colaboración de todos para protegerlo no conseguiremos evitar lo peor para todos.
El mercado no lo era todo
El mercado necesita que se respeten las líneas rojas del planeta. No podemos seguir creciendo a cualquier coste porque el planeta se está quedando sin fondos y ya no puede cubrir nuestros desmanes. La caja de los recursos naturales está casi vacía y los acreedores (el clima, la contaminación del aire, el colapso de los mares) se apelotonan en la puerta.
Otro célebre economista, el francés Serge Latouche, muy crítico son sus homólogos, partidario del decrecimiento y radicalmente opuesto a las tesis de Adam Smith y quienes desde el liberalismo económico las defienden, afirmó que «quien sueñe con un crecimiento ilimitado en este planeta finito, o está loco o es economista«.
Pero más allá de la vehemencia de Latouche (considerado ‘l’enfant terrible’ de la economía moderna) hacia quienes defienden que las leyes de mercado son la principal garantía de civilización y prosperidad, de lo que no cabe ninguna duda es que si seguimos consumiendo recursos naturales como lo hemos hecho hasta ahora no habrá mercado, simplemente porque no habrá futuro.
Por: José Luis Gallego, El Confidencial
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