El auge de la opinión favorable hacia energías renovables, el impacto de emisiones de las infraestructuras instaladas, la necesidad de medios de transporte descarbonizados, entre otras variables, están dando un mayor interés al almacenamiento de energía. Este aspecto de la cadena de servicios energéticos se ha convertido en un elemento clave hacia la descarbonización y la sostenibilidad. Con la finalidad de conocer más detalles al respecto, entrevistamos a nuestro Director e investigador principal, Miguel Castañeda Loayza
¿De qué estamos hablando cuando nos referimos a los sistemas de almacenamiento energético?
Nos referimos a las distintas herramientas y maneras que tenemos para almacenar energía. Por otro lado, los Sistemas de Almacenamiento de Energía, conocidos como SAEs son elementos sustantivos para acelerar y asegurar la descarbonización que tanto nos ocupa a todos los niveles públicos y privados. Es más, una bien estructurada estrategia de SAEs, tanto en organizaciones privadas como en administraciones públicas nos facilita una mayor flexibilidad de la gestión del sistema energético. Y ello, significa autonomía energética, eficiencia en el uso, competitividad organizacional y liderazgo regional.
¿A qué se refiere con la flexibilidad del sistema energético?
Necesitamos tener una disponibilidad energética continua y un balance entre lo que generamos y lo que consumimos. Uno de los principales detractores, por ejemplo, del despliegue de energías renovables, como la energía eólica y la fotovoltaica, se sustentaba en que no se podía asegurar utilidad de la energía eólica cuando no hay viento, ni tampoco apoyarnos en paneles fotovoltaicos cuando no hay luz solar. Pues bien, esto está superado con los sistemas de almacenamiento. Los SAEs son una herramienta muy versátil para proveer flexibilidad a los sistemas. Acumulamos energía y la usamos cuando más la necesitamos a menores costes. Por otro lado, pueden a su vez convertirse en un sistema de carga o como una fuente de energía. Actúa directamente en las variaciones de la oferta y la demanda de energía. Hay un sinnúmero de tecnologías al respecto, aunque lo más usados y conocidos, para algunos sectores sensibles, como el transporte, sean las baterías.
¿Con qué sistemas contamos actualmente que nos pueden ser útiles para nuestro mayor despliegue?
Existe un conjunto de métodos, sistemas y tecnologías que permiten transformar y conservar la energía para su uso posterior. El almacenamiento de energía ya viene desplegándose desde hace muchos años atrás. Hay tecnologías consolidadas, como algunas nuevas y otras que están en mayor investigación. Los asuntos de costes, ventajas de servicio y niveles de competitividad hace, mejores a unas que a otras, dependiendo de la actividad de acumulación que vaya a desarrollar. Aquí les dejo un cuadro donde están bastante bien clasificadas y que forma parte de un informe del Ministerio de Transición Ecológica de España sobre esta temática.
Como puedes verificar, hay una amplia variedad de tecnologías de almacenamiento con diferentes aplicaciones y características que pueden ser complementarias a la hora de otorgar flexibilidad al sistema energético. Y ello no solo tiene que ver con su aplicación en el sector eléctrico y su relación con la electrificación de la economía. Tiene utilidad en los distintos usos finales, como el almacenamiento de energía térmica. Sin embargo, aún existe un mayor desafío en desarrollar distintas maneras de almacenar energía. Las acciones de investigación, desarrollo e innovación están bastante desplegadas en distintas partes de Europa y el mundo entero para acelerar estos nuevos desarrollos tecnológicos. Estas innovaciones son necesarias para un mayor despliegue del almacenamiento energético que consolide una transición ecológica europea, pero sobre la base de un liderazgo en tecnologías renovables.
¿Y qué tipo de servicios puntuales o beneficios de impacto pueden brindarnos una gestión de este tipo de sistemas?
Los SAEs tienen la capacidad de brindarnos una “batería de servicios” a los sistemas eléctricos. Además de un perfecto control y arbitraje entre las horas de mayor y menor precio, también pueden intervenir en una regulación primaria, secundaria y terciaria de la frecuencia energética o en la maximización de las redes instaladas. También intervienen en la regulación de la tensión disponible y aplicada. Este tema de la regulación de tensión es importante en la disponibilidad y el coste del servicio, por ejemplo. Asimismo, un asunto muy importante es mejorar la eficiencia en los costes de los proyectos energéticos. Pueden ser concluyentes en posponer inversiones en la ampliación de las redes de transporte y distribución de energía al reducir, por ejemplo, los picos de demanda máxima de las redes. Este sistema de control, sobre la base de datos de frecuencia, disponibilidad y consumo nos brinda información valiosísima para los asuntos de inversiones energéticas en la red instalada. En las Smart Grids y Microrredes garantizan una mejor provisión de servicios y reducen la dependencia de combustibles fósiles. Como ves, más allá de acumular energía para usarla cuando no la tengamos existen distintos y variados servicios.
Sabiendo la multiplicidad de servicios de los SAEs y que son estratégicos para la descarbonización y la sostenibilidad del planeta, ¿cómo se está desarrollando su despliegue global?
Es bastante difícil de establecer una comparación global. Sin embargo, no podemos negar que a nivel mundial la penetración de los SAEs aún se encuentra en una etapa incipiente. Aunque hay un desarrollo importante de energías renovables, no sucede lo mismo con las SAEs. Su aprovechamiento pleno depende en gran parte de los sistemas de regulación de los países. No es lo mismo el despliegue en China, que en Alemania, Argentina o en el Congo. Si bien es cierto la tecnologías, servicios y beneficios están bastante probados, su despliegue final depende de cada país. Incluso la propia Unión Europea brinda las directivas, pero las velocidades y la profundidad de las transformaciones lo decide y facilita cada gobierno. Ocurre lo mismo en Estados Unidos de Norteamérica. Allí, por ejemplo, cada Estado lleva su propio ritmo, profundidad y velocidad. Hace falta, por ello que los marcos regulatorios de cada país habiliten su participación en los mercados para proveer estos servicios eléctricos. A partir de allí, se reconocerá mejor su valor económico y se verificará las compensaciones que produce su desarrollo generalizado. Sin embargo, el futuro que tiene es bastante halagador.
¿Cómo se está planteando su cadena de valor del sector energético?
Este es un asunto central para la generación de empleo, el crecimiento económico y bienestar de las naciones involucradas en su despliegue. Si bien es cierto la cadena de valor del almacenamiento de energía se compone de varias fases, no en todos los Estados de la Unión, por ejemplo, se tendrá el mismo impacto en su respectiva cadena de valor. Su propio desarrollo está condicionado, como manifestamos en la anterior pregunta, a las regulaciones de cada Estado, pero a la vez, a la vocación y potencialidad energética de cada nación. Sabemos que aún se sigue dependiendo de actores institucionales, empresas y naciones de fuera de la Unión Europea para el suministro de insumos y tecnología. Pero no es igual en Francia, Alemania o España. Cada país es un mundo en sí mismo para su propia cadena de valor. España, por ejemplo, de la mano con las recomendaciones europeas, está apostando por el Hidrógeno Verde como vector energético de futuro que le garantice su autonomía energética. Francia aún sigue pensando en activar sus instalaciones nucleares, mientras Alemania está planteándose ir a un sistema híbrido. Es por ello por lo que Europa en general tendrá una cadena de valor más amplia, mientras que cada nación de la Unión potenciará sus propias capacidades, vocación y potencialidad energética.
Sin embargo, existe a lo largo de toda la cadena, una gran oportunidad para el impulso de la industria nacional de cada país de la Unión. En España, por ejemplo, además de su apuesta por el hidrógeno verde, el último anuncio de Volkswagen de construir una fábrica de baterías en Sagunto ha sido un importante impulso a este despliegue industrial. Si bien es cierto, el compromiso formal del Grupo automovilístico está condicionado a un aporte del Estado español a través de los fondos PERTE, y solo nos referimos a una actividad industrial puntual, esta importante inversión le brindaría a España un interesante posicionamiento estratégico en Europa y una incuestionable autonomía de su despliegue en la cadena de valor del sistema. Esto abre paso y facilita el reforzamiento de su liderazgo a nivel internacional.
Entonces es fundamental disponer de fabricantes y proveedores nacionales que generen alto valor añadido e impulsen la innovación y la competitividad en el sector, sin embargo, para este caso de las baterías de iones de litio, el punto débil de la cadena de suministros está en la materia prima del litio, cobalto y tierras raras. Este tema es otro de los asuntos serios que se deben resolver. Existe, además, una nueva oportunidad de prestación de todo tipo de servicios mediante los nuevos modelos de negocio asociados al almacenamiento energético. Este asunto también está considerándose.
Finalmente, aquí también hay oportunidades para la economía circular. Sabiendo que la Unión Europea está impulsando con directivas vinculantes, desde el 2015, el tránsito de la industria lineal a la industria de procesos y productos circulares, esta es una inigualable oportunidad para articular estos dos componentes: economía circular y sistemas de almacenamiento de energía.
¿Cuál es el futuro que nos espera en esta temática del sistema de almacenamiento de energía?
Vamos a ver un mayor despliegue de innovación alrededor de ello. A los sistemas actualmente consolidados se les va a poner mayor aceleración. Y a las estrategias de Investigación y desarrollo también se les está apoyando. Ya existe una importante línea de subvenciones para ello a través de Horizon Europe y los Next Generation. Estamos asesorando a algunas empresas y ayuntamientos para poder acceder a estos importantes fondos.
Pero esto también está ocurriendo en otras latitudes como China, Australia y Norteamérica, de manera importante. En Latinoamérica, Chile tiene un avance ejemplar. Esta es la nueva estrategia de competitividad de las naciones y el sector corporativo. Más aun en escenarios de incertidumbre como los que estamos viviendo; con la necesidad de ser independientes y soberanos de nuestra gestión energética y por lo impredecible del nuevo orden energético global. Por ello, debemos poner más énfasis a los sistemas de almacenamiento energético, como complemente al despliegue de energías renovables.
De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, en un escenario de cero emisiones netas, los SAEs se convertirán en la principal fuente de flexibilidad para los sistemas eléctricos, reemplazando la generación con carbón y gas natural, que ocupan hoy los primeros lugares para esta función, junto con la hidroelectricidad de gran escala. En concreto, el futuro cercano es prometedor.
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