Por: Miguel Ángel Castañeda Loayza
“Seguiremos investigando en la captura del carbono todo lo que podamos. También en la viticultura regenerativa, en adaptarnos a las circunstancias que nos impone el cambio climático y en intentar posicionar nuestra marca como líder en este sentido así como influenciar a otros. Seguiremos en la misma línea. Para el 2030 se quiere llegar al 60% y para el 2040 se quiere llegar a la reducción a 0 de carbono”. Entrevista al señor Miguel Torres, actual Presidente y Consejero Delegado de Bodegas Torres.
Señor Torres, nos podría dar una breve semblanza histórica de su empresa.
Muy sencillo. Es una historia que se repite en muchas familias catalanas. El primer heredero se quedaba con la casa, el segundo se iba al ejército o se hacía cura y el tercero se iba a Cuba. Así pasó con el hermano de mi bisabuelo. No tenía nada de nada, incluso la travesía se la pagó trabajando en el barco y al llegar a La Habana, entró en una tienda de ultramarinos, consiguió trabajo, dormía debajo del mostrador, vestía la ropa que le daba el propietario de la tienda, y así ahorró. Como en La Habana pedían petróleo para la luz, él puso el dinero que había ahorrado en un sobre y lo envió a una compañía americana. Y los americanos dijeron, este señor no sabemos quién es pero nos da dinero, pues le enviaremos petróleo. Durante unos años le fue muy bien, ganó mucho dinero, volvió a España y fundó la bodega en 1870 con mi bisabuelo. A partir de aquí se inició el negocio. Luego nos dejó de ir bien. Hubo la caída de Wall Street, tuvo desacuerdos con los clientes, etc. Los asuntos no iban bien.Luego la familia siguió. Cuando mi padre heredó la empresa en los años 30, llegó la guerra civil y desafortunadamente bombardearon la bodega. Él estuvo toda la guerra haciendo vacunas para los caballos porque era farmacéutico, y al acabar la guerra lo llevaron a un campo de concentración. Cuando salió se encontró con la bodega bombardeada. Él quiso levantarlo todo de nuevo. Se fue a Cuba para ver el mercado de nuevo, y evaluar si comprarían o no. De ahí fue a Nueva York. Los americanos le pidieron vino embotellado. Entonces en el 62, empezó a comprar viñedos para elaborar los vinos aquí. De allí para adelante ya la empezamos a gestionar mis hermanos y yo.
¿La internacionalización, cuándo se dio?
La internacionalización fue mi padre quien la empezó. Se fue por toda Europa con su coche – que está expuesto en el museo- y empezó a buscar mercados fuera. Yo seguí en esa línea. Bueno, yo y mis hermanos, claro. Yo sigo en la presidencia pero ahora son mis hijos los que llevan el día a día de la bodega.
¿Qué desafíos importantes ha tenido que enfrentar para llevar a cabo este ejercicio empresarial encargado por sus ancestros?
El desafío principal en mi etapa fue que en los años 60 en España todavía se hablaba de los vinos de Rioja, los vinos de Jerez, y Torres recién empezaba. Era un vino que ya se conocía en las zonas turísticas, ya se exportaba, pero nos faltaba este reconocimiento. Necesitábamos una subida de nivel en cuanto no solo a la calidad sino en cuanto al reconocimiento. Y había que ubicar la región. En la del Penedés, aquí en Cataluña, sólo se conocía el cava y nada más, que entonces no era ni cava. Entonces, se hizo una campaña de relaciones públicas muy acertada, tanto aquí y en el extranjero. Yo publiqué libros en el 76, como el de Viñas y Vinos, que tuvo hasta 4 ediciones. Los libros daban la posibilidad de contactar con la prensa y eso nos dio reconocimiento y nos abrió bastantes puertas. Luego empezamos ya a tener viñas importantes. Mi padre siempre estuvo de acuerdo en comprar viñedos para mejorar la calidad de los vinos, pero claro, si no tienes viñas, no haces grandes vinos. La perfección en la armonía entre la cepa, un suelo y un microclima. Esto se aprende con los años, muchas veces nos hemos equivocado, pero con los años vas recogiendo esta experiencia y ahí es cuando llegamos a hacer los vinos de nuestra gama más alta. Mas La Plana fue una etapa importante en el año 70. Fuimos reconocidos en París, en una cata a ciegas como uno de los mejores vinos. De España, en esa época, solo se conocían tres nombres: Rioja, Jerez y Torres.
En cuanto a la sostenibilidad, veo que tienen un desempeño valioso. Muy pocas organizaciones empresariales están comprometidas con la sostenibilidad. ¿Cuéntenos cómo trabajan con estos modelos sostenibles? ¿De dónde viene esa curiosidad y compromiso?
La ecología ya la practicamos en las viñas. Podíamos intuir que las temperaturas estaban subiendo porque las vendimias ya se iban adelantando. Pero hace unos 10 o 11 años que vi la película An Inconvenient Truth, y ese fue seguramente el detonante. Pensé “esto va en serio”, nos puede afectar a nosotros y a las viñas. Poco después, en esta mesa (señala la mesa donde estamos sentados en su directorio) se aprobó el primer programa de Torres & Earth, para hablar sobre qué podríamos nosotros hacer por la Tierra. Empezamos a invertir en renovables, y a partir de aquí vino todo lo demás. Lo que hoy día estamos haciendo no tiene vuelta atrás, Es más, nuestro compromiso es llegar a ser carbono cero.
¿Entonces a partir de ahora si están haciendo inversión en el cambio de matriz energética hacia las renovables?
Ahora estamos reduciendo emisiones año a año. En 2021 alcanzamos el 35% de reducción en comparación con el 2008. Nuestro objetivo es llegar al 60% como mínimo en 2030, o incluso al 70%. Además te ahorras mucho en coste en electricidad. Es un asunto de compromiso social y ambiental pero también tiene que ver con competitividad.
A partir de ahí, de acuerdo a lo que hemos investigado y a algunos temas importantes, háblenos un poco del International Wineries for Climate Action.
El programa Torres & Earth tiene tres partes importantes. La primera es la adaptación. Ya me gustaría, pero nosotros no podemos cambiar el clima. Por lo tanto hay que adaptarse. Por esto, ya en aquella época, empezamos a comprar tierras en el prepirineo a más altura porque allí el clima es más frío. Suerte de esto, hoy en día estas uvas nos ayudan a mejorar, a equilibrar en una zona que a veces nos falta acidez, ya que hay años que el calor ha sido excesivo. Esta fue una inversión importante porque ha ido muy bien. En Chile, también nos fuimos más al sur buscando climas más fríos. Allí la ventaja es que vas bajando hacia el sur, no sales del país y puedes tener climas más fríos. Y sobre todo, no te obliga a tener una bodega en cada sitio. En España, tenemos una decena de bodegas; solo en Cataluña ya tenemos 5. En Chile, esto no es necesario. Lo segundo fue qué podíamos hacer nosotros para mitigar los efectos ambientales de nuestra producción. Esto se relaciona con el uso de energías renovables, caldera de biomasa, coches eléctricos, entre otros. El tercer capítulo era influenciar a otros. Para influenciar tratamos primero a nivel de España con la federación. Fue muy difícil porque en aquellos años las empresas estaban en crisis económica, la gente no podía invertir, estamos hablando de los años 2013, 2014 y 2015. Yo creo que para que esto funcione, la empresa tiene que creer que el planeta está amenazado, no porque le vaya a sacar un beneficio. Como vimos que aquí no funcionaba creamos un grupo de trabajo junto con Jackson Family Wines para descarbonizar (International Wineries for Climate Action). Mi sobrina Cristina estaba trabajando en Jackson en aquél entonces y llegamos a un acuerdo, vinieron aquí y funcionó muy rápido. Ahora mismo ya somos 37 bodegas en todo el mundo. Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Francia, y en España ya somos 4 o 5. Tenemos la ilusión de llegar a 100 en un par de años máximo, y que el vino llegue a ser un exponente, un actor de esta rebelión contra este clima, contra el petróleo, contra esta locura. Esto es un sueño, pero bueno, lo vamos a intentar.
Viendo los detalles del enfoque de viticultura generativa que promueven, ¿qué es lo que promueven? ¿Qué es lo que están haciendo ahí?
De esto se encarga mi hijo, que empezó hace un par de años, después de la pandemia. Esto se conocía ya con la teoría del Cover Crop durante el invierno y la primavera, para en cierto modo equilibrar un poco la planta. La viticultura regenerativa va más allá. Lo que hace es que estas hierbas se puedan utilizar en la viña durante todo el año. Ahí hay una acumulación de carbono, todavía estamos experimentando pero pensamos que se pueden llegar a acumular quizás una o dos toneladas de carbono por hectárea. De momento esto lo estamos haciendo en los viñedos de Familia Torres. Vamos a seguir investigando.
¿Entonces ya tienen algunos resultados importantes?
Todavía es pronto. De hecho este año hemos tenido algún problema con la sequía, pero estamos en ello. Tardaremos unos 3 o 4 años en llegar a conclusiones.
En cuanto a los resultados importantes que han tenido a raíz de distintos proyectos de investigación en cuanto a la mitigación del cambio climático, ¿qué resultados importantes pueden haber tenido?
Esto lo escribí no hace mucho para un artículo de El País. Nosotros hemos hecho muchos experimentos, incluso hicimos una exposición de todos los temas que se podían trabajar a pequeño nivel e invitamos a la prensa extranjera a venir aquí con la ocasión del Miguel Torres Climate Change Course que hicimos. Este año no lo hemos hecho, lo tendríamos que retomar quizás para el año que viene. Ahí expusimos todas las posibilidades que había utilizando las energías renovables para producir carbonatos con el CO2, para producir hidrógeno o metano en pequeña escala, entre otras cosas. Fue muy divertido. Pero, ya en la práctica, estábamos intentando recuperar el CO2 de la fermentación. Éste es un gas natural que la viña antes ha captado por la fotosíntesis de la troposfera. Este carbono sirvió para hacer la planta, las uvas, el mosto, todo esto está allí. Luego en la fermentación, una buena parte de este carbono se transforma en CO2 y se va para fuera. En el fondo, es un ciclo. Es mucho carbono. En nuestro caso, son 2500 toneladas de una gran pureza. Nuestro equipo se dio cuenta de que en Torres se compraba CO2 para después de la fermentación, para hacer una cubierta, para evitar la oxidación de los vinos que han terminado de fermentar. Y se compraban al año pues 10 o 20 toneladas de carbono de fuera. Este año conseguimos recolectar 20 toneladas y prácticamente hemos dejado de comprar esto de fuera. Queremos llegar a 100 toneladas, hemos dado esta información técnica a todas las bodegas de la Federación Española del Vino para que puedan copiar si quieren y ojalá nos sigan con el tiempo Torres puede almacenar pues digamos 1000 toneladas y las multiplicamos por 1000 bodegas de España, pues eso serían un millón de toneladas. Y si eso lo multiplicamos a nivel de todo el mundo bueno pues es una gran contribución.
¿Esto lo difunden y lo promueven también en el marco del International Wineries for Climate Action? ¿No hay ninguna otra asociación que pueda recibir esto de una forma más grande?
Yo era el presidente hasta hace un par de años de la Federación Española de Vinos (FEV), y ahí a las 800 bodegas de la federación se les dio la información.
¿En cuanto al proceso de formación de la viticultura regenerativa de España, qué desafíos presenta esta asociación?
La asociación lo que quiere también es juntar a bodegas que tengan la misma inquietud para compartir conocimientos y experiencias para poder avanzar de manera más rápida y eficaz. Sí que es verdad que en el caso de las International Wineries for Climate Action, los requisitos son mucho más ambiciosos. Aquí somos una asociación mucho más abierta que tanto incluye la bodega que ya lleva años trabajando con estas prácticas como la que quiere empezar porque ve en este modelo vitícola una solución conveniente de cara al futuro. Se trata sobre todo de compartir información, se hacen seminarios, webinars, visitas, para poder avanzar de manera divulgativa. De las Internationals se ha puesto en marcha también una certificación para que las bodegas puedan tener un sello demostrando este compromiso real en la lucha. En el caso de la asociación también se está trabajando en otro posible sello: Race to 0.
¿Qué valor han generado y qué resultados importantes tienen de la alianza con la Universidad de Barcelona?
Yo creo que ha sido una magnífica experiencia. Estoy muy agradecido al rector Joan Guardia, comparte plenamente la inquietud por el cambio climático, por el calentamiento global y siempre se ha puesto a nuestra disposición, así como nos ha dado todas las facilidades. Conseguimos reunir a mucha gente en esta jornada ambiental. Se hace cada año, de hecho este año celebramos la décima edición. Seguiremos difundiendo, Incluso ahora, publicamos el otro día que hay una idea para hacer una cosa con más estructura y con más estudiantes, y para eso un día de estos tenemos una reunión con la Universidad.
En cuanto al tema de la comunidad científica, a las investigaciones realizadas entre las empresas y cambio climático, desde su experiencia y su involucración, ¿cómo ve usted esta relación cambio climático, academia y empresa? ¿Cree que se está haciendo lo suficiente, que se puede hacer más desde su perspectiva? Qué opinión tiene sobre esto.
Mire, no es que sea exclusivamente de esto, es en general, ¿no?. La sociedad se resiste mucho a admitir el cambio climático. No lo entiende y lo trata como un tema lejano. No hay un responsable directo al cuál se puede acusar, como sería el caso de la guerra en Ucrania. Mucha gente lo niega, es muy complicado y sobre todo, nadie quiere sacrificarse. Sin embargo, nuestra alianza con la UB muestra que si es posible hacer cosas buenas frente al cambio climático si se unen la empresa y la universidad.
¿Y esta resistencia, esta ausencia de compromisos, cree que es por desconocimiento, desinterés, o hay un poco de todo en este asunto?
Aquí ya entramos en la política. Por ejemplo, en Alemania los políticos se han puesto muchas veces de acuerdo. Yo creo que en España se debería dar este acuerdo. Si hubiese este acuerdo a nivel de gobierno, yo creo que todo esto se entendería mucho más. Pero claro, si hay que hacer cambios, por ejemplo: hay que reducir el consumo de gasolina y la manera de hacerlo es poner más impuestos, pero claro, si sube el precio de la gasolina habrá protestas, es más, habrá decrecimiento en lugar de crecimiento. A nadie le gusta el decrecimiento. Ya tenemos ahora una crisis económica que de hecho ya la están pagando los más necesitados y es un tema muy complicado en el que están también implicadas las empresas. Algunos empresarios lo entienden y otros no. Aquí hemos estado durante muchos años invirtiendo el 10% en nuestro programa de Torres & Earth, pero no todas las empresas lo hacen.
¿Qué pedidos tendría usted como empresario y líder de la gestión climática en el sector corporativo de su actividad? ¿Qué pedido le haría usted a las autoridades o a las administraciones?
Les pediría que pacten. Que pacten urgentemente. Lo mejor son las alianzas y el trabajo en equipo frente a este problema global.
¿Por qué cree usted que es difícil este pacto?
Porque en la política en general se piensa siempre en ganar las elecciones. Ese es el objetivo final. Aquí el objetivo no es ese, sino ver cómo salvamos la catástrofe que se nos viene encima.
¿Qué planes de corto y mediano plazo tiene en su proyecto en relación al cambio climático?
Seguiremos investigando en la captura del carbono todo lo que podamos. También en la viticultura regenerativa, en adaptarnos a las circunstancias que nos impone el cambio climático y en intentar posicionar nuestra marca como líder en este sentido así como influenciar a otros. Seguiremos en la misma línea. Para el 2030 se quiere llegar al 60% y para el 2040 se quiere llegar a la reducción a 0 de carbono.
Finalmente, todo este sistema requiere un ejercicio financiero específico. ¿Todo esto lo han financiado al 100% con sus beneficios o hay aportes de subvenciones o fondos europeos?
Ahora han llegado los Next Generation. Por primera vez, hemos aplicado con un nuevo proyecto de placas fotovoltaicas. Sin embargo, hasta la fecha todo ha sido con financiamiento propio.
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