Por: Maria Fabregat
La mayoría de nosotros estamos acostumbrados a ver y escuchar acerca de los conflictos sociales que se producen en nuestro pueblo, ciudad o país. Sólo hace falta encender la televisión y aparece una gran cantidad de desacuerdos, rivalidades, enfrentamientos, etc. Apretar un botón es fácil pero nos resulta mucho más complicado poder ver nuestros propios conflictos internos. Está claro que si no los vemos, no les haremos frente. Por eso, el primer paso para superar los conflictos internos es observarlos.
- OBSERVAR LOS CONFLICTOS INTERNOS
Cada uno de nosotros en algún momento u otro ha sufrido o sufre conflictos internos. Los sentimos y nos provocan malestar, aunque no siempre les prestamos atención porque pensamos que así desaparecerán. Sin embargo, los conflictos, ya sean sociales o internos, siguen ahí. Es por esto que tenemos que enfrentarlos. Esto significa que debemos prestarnos atención a nosotros mismos/as y dedicar un tiempo para analizar el origen de nuestros conflictos. No podemos mirar en otra dirección, ni quedarnos sólo observando lo que hay encima de la mesa. Debemos mirar debajo, si no el problema volverá a surgir tarde o temprano.
Observar nuestros conflictos parece senzillo, pero en realidad requiere de mucha valentía. Cometemos un error cuando nos consideramos fuertes por el hecho de no prestar atención a nuestros problemas, con el pretexto de que no es importante y que “podemos con todo”. Por el contrario, somos valientes cuando afrontamos nuestros miedos y conflictos.
“Cada vez que quieras lograr algo, mantén los ojos abiertos, concéntrate y asegúrate de saber exactamente qué es lo que deseas. Nadie puede dar en el blanco con los ojos cerrados”
– Paula Coelho –
- SER RESILIENTE Y POSITIVO
Como hemos dicho, somos valientes cuando somos capaces de mirar y enfrentar nuestros temores. Asimismo, ser resiliente y positivo también son características que deberíamos cultivar en nosotros/as mismos/as. Ser resiliente no significa sólo que hemos hecho frente a nuestros conflictos si no que además, los hemos superado, a pesar de que estos hayan sido provocados por la vivencia de situaciones traumáticas. En el artículo anterior “El decálogo de la resiliencia” explico los 10 pasos necesarios para ser una persona resiliente, que son igualmente útiles para fomentar el bienestar emocional.
De la misma manera que necesitamos convertirnos en personas relisientes para superar una situación traumática también tenemos que serlo para afrontar nuestros propios conflictos. En general, son más discretos y los sobrellevamos en nuestro interior pero pueden ser muy intensos, perturbadores y, por desgracia, también duraderos. Así que es muy importante ponernos las “gafas de la positividad” para tener una visión positiva de nosotros mismos, de las otras personas y de la situación, que nos ayuda a mantener la esperanza de un futuro mejor. En definitiva, tener ganas de vivir!
“El optimismo es la fe que conduce al logro. Nada puede hacerse sin esperanza y confianza”
– Helen Keller –
- NO PREOCUPARSE EXCESIVAMENTE
Normalmente los conflictos internos acaban convirtiéndose en preocupaciones y pensamientos recurrentes que aparecen en nuestra mente de manera automática. Además, no podemos deshacernos de ellos cuando queremos y, por lo tanto, sentimos que nosotros no tenemos el control. Afortunadamente, todos tenemos el poder de nuestra mente y podemos decidir si nos centramos en estos pensamientos o no. Así que no debemos dejarnos dominar por las preocupaciones; tenemos que recuperar el poder sobre nosotros/as mismos/as.
Para conseguirlo podemos visualizar la “metáfora del caballo”. Cuando emerge una preocupación, podemos imaginar que es como un caballo que aparece ante nosotros/as de manera repentina. Este caballo está presente en nuestra vida (porque se ha manifestado y lo vemos), pero no forma parte de nuestra persona. De la misma manera que nosotros/as no somos el caballo, nosotros/as no somos este pensamiento. Por lo tanto, podemos decidir si montar o no en este caballo. Una opción es montar en él y dejarnos llevar hasta donde nos arrastre. Otra opción es dejar pasar el caballo, sin montarlo ni prestarle atención. De esta manera, si no nos fijamos en las preocupaciones excesivas y las dejamos pasar, al final pueden llegar incluso a desaparecer.
“El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”
– M. Kathleen Casey –
- ACEPTAR EN LUGAR DE ESPERAR
Por último, tenemos que valorar y aceptar los acontecimientos que van sucediendo en la vida, en lugar de centrarnos solamente en las expectativas de lo que nos gustaría. Es importante tener en cuenta una observación: aceptar no significa conformarse. Si sufrimos porque tenemos conflictos internos es necesario que tomemos las riendas de nuestra vida y actuemos! En ocasiones, es inevitable imaginar una situación idílica que anhelamos vivir, sin embargo tenemos que ser conscientes que cuanto mayor es la separación entre lo que somos y tenemos respecto lo que deseamos ser y tener, mayor es nuestro malestar.
Es natural que de manera automática creemos expectativas de lo que va a suceder. Asociamos lo que percibimos con lo que vivimos y experimentamos anteriormente y esperamos que suceda lo mismo. También puede ser que deseemos que los acontecimientos se den de una determinada manera. Afortunadamente o no, es casi imposible (por no decir imposible) que suceda exactamente como nos imaginamos, lo cual genera decepción. Para evitar esta desilusión, no es conveniente esperar que se den los hechos de la manera que queremos, ni pretender que los otros reaccionen como nos gustaría o como nosotros/as lo haríamos. A veces no podemos modificar las circunstancias, pero sí que podemos cambiar nuestra percepción y nuestros actos respecto la situación.
“No puedes cambiar el viento, pero puedes ajustar las velas para alcanzar tu destino”
– Paulo Coelho –
Fuente: Revista Tinta Verde
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