En «búsqueda de un nuevo sistema económico con rosto humano» podría llamarse el nuevo intento de Polman por abordar el futuro del capitalismo. El ex consejero delegado de Unilever lidera desde su ONG un movimiento hacia la sostenibilidad global
Revisando literatura corporativa y periodística al respecto, me encontré con este interesante artículo publicado en El País, pero traté de ir un poco más allá para ver sus complementariedades académicas. Entonces descubrí que aquí hay un fondo científico empresarial que ha dominado el discurso corporativo, pero que algunos líderes como Polman, lo han puesto en cuestión. Subyace la diferencia entre el enfoque de primacía de shareholder frente al modelo de stakeholders
En un último artículo publicado en El País, «según Paul Polman, el cambio hacia un capitalismo más sostenible ya había comenzado antes de que se desatara el coronavirus. Entre sus indicios preferidos figuran las 64 grandes empresas de indumentaria que se comprometían con el objetivo de emisiones cero para 2050, los magros rendimientos de las acciones petroleras, y la decisión de BlackRock, la mayor gestora de fondos del mundo, de exigir a las empresas en las que invierte un informe con su huella de carbono»
Para Polman el coronavirus está acelerando este cambio y ya hay sectores importantes en el espacio corporativo global que lo están advirtiendo. Para este gurú corporativo el coronavirus, solo ha evidenciado algo que ya se viene entendiendo: “dirigir las empresas atendiendo únicamente a los accionistas ya no alcanza”. Aquí está el giro de bienestar único de shareholder a preocupación por los stakeholders. “Eso es lo que llevó a la crisis que estamos sufriendo hoy, y la opinión pública está castigando a las empresas que se comportan de forma irresponsable”, afirma Polman.
Para todos aquellos que conocemos las implicancias de Polman en la sostenibilidad, sabemos que no es un idealista ni un soñador. Sí ha sido, y sigue siendo, un activista a su manera. Este líder corporativo nacido hace 63 años, ha dirigido una de las más importantes empresas de consumo masivo que existen en el planeta. Unilever
El 2009 fue nombrado consejero delegado de este importante conglomerado de limpieza y alimentación del mundo. A partir de allí, la dueña de marcas como Hellmann’s y Dove, empezó a poner en práctica lo que se denomina “capitalismo para muchos”. Con este modelo de gestión, trascendió el enfoque de primacía de los shareholders, tan profundamente descrito por Milton Friedman en los 70 del siglo pasado, para involucrarse en un efectivo modelo de gestión productiva de stakeholders, como lo propugna Edward Freeman desde la década de los 80.
A partir de aqui, «además de los accionistas importaba el medio ambiente, los empleados, los clientes, los proveedores y el resto de la ciudadanía». Pero ¿qué pasó, entonces? ¿La empresa empezó a perder posicionamiento? ¿Sus resultados económicos estuvieron en rojo? «De acuerdo con la página web de Unilever, durante los diez años que duró su dirección el porcentaje de cultivos sostenibles en la cadena de suministro de la empresa pasó del 14% al 62%. Todo ello mientras la compañía subía hasta 52.000 millones de euros una facturación anual que en 2010 era de 44.000 millones, y llevaba sus productos a 2.500 millones de clientes, un tercio de la población mundial». Era negocio, entonces, haber tomado esa importante decisión.
Según narra el informe en El País, en su ONG Imagine y en la Cámara de Comercio Internacional que preside, Polman asegura estar recibiendo estos días más llamadas que nunca de importantes ejecutivos que “quieren navegar esta crisis” de una forma responsable. Pone como ejemplo del cambio de los tiempos a Johnson & Johnson, la multinacional de productos farmacéuticos, médicos y de higiene que investiga una vacuna contra el coronavirus. “Anunciaron que si sus medicinas funcionaban las iban a poner libremente disponibles, y el precio de la acción subió, no es normal que una acción suba de precio cuando dices que vas a poner algo libremente disponible”, explica.
Para los analistas de estas innovaciones temerarias para algunos gerentes corporativos, «la transición hacia la sostenibilidad de Unilever tiene una segunda lectura y es la de preguntarse cómo es posible que una empresa tan importante reconozca, por omisión, que un 38% de sus materias primas no son obtenidas de forma sostenible. La subida en la cotización de Johnson & Johnson también admite otra interpretación, y es la de que los inversores sabían que, por poco que cobre, quien desarrolle la vacuna generará un negocio formidable». ¿Es que acaso no habíamos advertido que la transparencia y el valor compartido son valores que brindan profits?
ESG
Según The Financial Times, en uno de sus últimos informes, a los activos financieros de empresas que se preocupan por su sostenibilidad medioambiental y social , lo que se conoce como una gestión responsable en Enviroment, Social and Governance, les está yendo mejor en esta crisis que a los índices bursátiles generales. Esto confirma la tesis de apuesta de Polman hacia un modelo de gestión mucho más responsable y centrado en los stakeholders más allá de la primacía del shareholder.
Por otro lado, el mercado financiero global lo está recogiendo como un modelo óptimo. El mercado de bonos verdes, por ejemplo, de acuerdo con un análisis del banco de inversión UBS, también se ha distinguido por menores niveles de volatilidad y rendimientos similares a aquello bonos corporativos de alta solvencia (los denominados grado de inversión).
Finalmente, para la percepción de la opinión pública hay elementos muy valiosos, casi imperceptibles en la cotidianidad corporativa, pero muy productivas en la reputación. Aquí el cuidado por el talento y su salud y seguridad es fundamental. «Las compañías que no despiden a los empleados pese a la pandemia y las que ponen su capacidad instalada al servicio de la fabricación de respiradores, gel sanitario o mascarillas, son las que interesan a Polman, que desde Imagine crea un terreno neutral para que empresas competidoras puedan asociarse por el objetivo común de la sostenibilidad. Pero también es consciente de los malos ejemplos, aunque hasta a esos consiga darles la vuelta con un optimismo empedernido».
Así declara sobre una gran transnacional de la logística global. “Hay empresas, como Amazon, que tienen un perfil contradictorio, por un lado, contratan a más gente y les pagan un salario y son un montón de personas, pero a la vez sus empleados actuales se ponen en huelga o denuncian que las provisiones sanitarias de la empresa no alcanzan y terminan forzando al cambio a Amazon… Lo que estoy tratando de decir es esto: en vez de que te obliguen a modificar tu comportamiento, en vez de esa mala publicidad, ¿por qué no tomar una actitud proactiva y hacerlo uno mismo?”.
“Amazon recibió muchas críticas cuando se dijo que los empleados en los almacenes no tenían las condiciones de separación necesarias”, dice Polman. “En este momento mucha gente no puede pasar sin Amazon pero lo importante es saber qué pasará cuando termine esta crisis, ¿la gente se olvidará? ¿O no?”
Finalmente afirma «este no es buen momento para las empresas de cruceros que quedaron fuera de los rescates estadounidenses por haber deslocalizado sus oficinas centrales en paraísos fiscales. O para las empresas que compraban sus propias acciones en vez de reinvertir y aprovisionar reservas. O para las que abusaban de sus proveedores y hoy son la última prioridad de esos proveedores maltratados que, de repente, no tienen suficientes insumos para todos». Tampoco lo es para aquellas empresas y países que aun están apostando por energías producto de recursos no renovables. Ellas serán penalizadas seriamente. Ya se viene una regulación más estricta al respecto.
Lo cierto es que desde el gran sector corporativo global ya se viene reflexionando en esquemas alternativos que consideren modelos aplicados por líderes visionarios como Polman. El futuro del capitalismo ya no es cómo lo estamos conociendo hoy. Si no se desarrolla un cambio estructural, algunas morirán en el camino. ¿Lo harán las grandes petroleras y mineras, por ejemplo? Parece que sí. Repsol en España ya está girando y Shell en Reino Unido ya apuesto por lo eléctrico.
Artículo editado y complementado sobre la base de un artículo de El País
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