La energía solar para facilitar las labores del campo puede ser una aliada perfecta para el sector primario, capaz de compaginar la instalación de la infraestructura fotovoltaica necesaria con el desarrollo de su actividad y compartiendo el mismo terreno.
Ambos aprovechamientos no están reñidos como bien sabe el productor murciano de cítricos y socio de COAG, Pedro Gomariz, que colocó su primera instalación fotovoltaica en 2013 ante la falta de luz eléctrica y desde entonces no ha abandonado esa tecnología, adaptándola a su necesidad de riego por goteo con presión continua.
En su comunidad de regantes se pusieron de acuerdo para poner placas que permitieran sacar agua del trasvase y elevarla a diferentes embalses para distribuir por igual entre los usuarios, un sistema que han visitado personas de otros países interesados en replicar la experiencia.
Tras años de trabajos, Gomariz pide que se agilicen y uniformicen los trámites de las licencias de paneles sobre suelo o techo en pequeña escala, y critica la “incertidumbre” por el continuo cambio de la normativa.
En ese sentido, considera que debería fomentarse más que se puedan volcar a la red pequeñas cantidades de energía sobrante en las fincas para mejorar el suministro en las zonas rurales por tramos más cortos, a lo que se resisten las eléctricas, que “marcan mucho el paso”.
“Con las horas de sol que hay en España es un disparate no tener renovables”, afirma el agricultor.
Mucho por hacer
El responsable de Sostenibilidad, Calidad e Innovación de Cooperativas Agro-alimentarias, Juan Sagarna, asegura que la mayoría de las 3.000 empresas agroalimentarias que representan no tienen integradas aún las energías renovables en sus instalaciones, por lo que “se puede hacer mucho desarrollo sin entrar en conflicto con la actividad productiva”.
Aboga por hacerlo adaptando las tecnologías de “forma inteligente” a las características de las fincas para que los paneles solares móviles y flexibles puedan interaccionar con los distintos ciclos de cultivos o en los invernaderos.
La incorporación de la fotovoltaica puede ser beneficiosa para dar sombra a los cultivos, pastos y ganado, sin olvidar que la instalación en los tejados de las naves o en superficies cercanas sirven para el autoconsumo de muchas empresas agrícolas.
Sagarna llama a facilitar la integración del uso de la energía solar en los procesos productivos y avanzar en cuestiones como su almacenamiento, para lo que las balsas de riego y los depósitos de agua pueden funcionar como pilas hidráulicas.
En Aragón, el entramado cooperativo está inmerso en un proyecto para implantar electrolineras en sus instalaciones, es decir, colocar puntos de recarga eléctrica que den servicio a las zonas rurales y potenciar la instalación de generadores solares fotovoltaicos para autoconsumo productivo entre los cooperativistas.
Una apuesta por la energía renovable, según explica el técnico de Cooperativas Agro-alimentarias de Aragón y responsable del Departamento de Innovación y Sostenibilidad, Jesús Abadías, quien informa de que este plan lo pusieron en marcha a mediados de 2019, han recibido fondos para el desarrollo rural y ahora aspiran a sumar más ayudas de los planes europeos de recuperación por la covid-19.
Quieren incluso renovar el parque automovilístico de las cooperativas interesadas con coches propulsados por renovables.
Por el momento, hay ya una cooperativa con un punto de recarga eléctrico pero hasta 40 están interesadas en este tipo de acciones.
Empresas más verdes
La directora de Política Energética y Proyectos de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), María Colom, destaca el caso de las balsas de agua, proyectos “flotantes” que, además de reducir la evaporación, ayudan a electrificar la empresa y vehículos como los tractores.
A su juicio, la energía fotovoltaica permite a los agricultores “ser más sostenibles, más resilientes frente al cambio climático y más competitivos” por su repercusión, como mínimo, en la factura eléctrica.
Colom insiste en que la energía “agrovoltaica”, que consiste en combinar en una misma superficie placas y cultivo, ofrece oportunidades para luchar contra inclemencias meteorológicas como el granizo, mejorar la recogida de agua, aumentar la eficiencia de algunas plantaciones, reducir el estrés por sol de los animales, disminuir el uso de plásticos o retrasar la cosecha.
En los fondos europeos de recuperación de la crisis hay una partida importante para la inversión en renovables, de la que se pueden aprovechar las personas dedicadas a la agricultura y la ganadería, sostiene la responsable de la patronal, que recalca que la fotovoltaica “es una tecnología ya rentable”.
El gerente de la compañía murciana Mofer Solar, Alfonso Molla, defiende la proliferación de plantas solares, especialmente en tierras de secano, donde los arrendamientos pueden llegar a los 1.500-2.000 euros por hectárea y año.
Lo ve como otra opción de rentabilidad para los agricultores propietarios que quieran sacar nuevo partido a estos terrenos y, de paso, apostar por la generación de esta energía “verde”.
La empresa tiene instalaciones en diferentes países del mundo y asegura que, por ejemplo, en Murcia hay poco latifundismo y se opta por pequeñas plantas, sin que sea necesario hacer negociaciones con varios propietarios para poder instalar plantas de generación solar que supongan una nueva fuente de ingresos a los propietarios agrícolas.
Por: Juan Javier Ríos y Belén Delgado, EFE Verde
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