La responsabilidad social corporativa es un beneficio para la empresa, este concepto lo tenemos claro. Pero para que se dé ha de existir un compromiso firme y real con el entorno. Es decir, no basta con que aparezca en nuestra página web que somos una organización responsable, hay que demostrarlo.
No podemos enarbolar la bandera de: «los más solidarios», «comprometidos con el medioambiente», «nos importa la inclusión» y luego no predicar con el ejemplo. Sólo la RSC auténtica perdura en el tiempo y este 2021 es un buen momento.
Los clientes son mucho más exigentes de lo que lo han sido años atrás.
Ahora no se compra un producto o contrata un servicio, se busca que la empresa de donde proviene esté en la misma sintonía que sus valores.
Si una compañía apuesta por el reciclaje este compromiso ha de ser real, y para ello qué mejor que verlo en sus envases, por poner un ejemplo, que no sean contaminantes y sí fáciles de reciclar.
El daño que puede provocar mentir en RSC es enorme
Hace años, cuando la publicidad no dejaba participar al ciudadano, sólo podía limitarse a recibir mensajes y aceptarlos sí o sí.
Ahora las cosas han cambiado y las redes sociales son una fuente de información para comprobar si la responsabilidad social corporativa es tomada en serio o es una herramienta de publicidad.
La responsabilidad social corporativa es una forma de entender la vida, no una pose.
La pandemia ha traído cambios en el comportamiento de los usuarios. El que ya estaba concienciado en el respeto al medioambiente, ahora lo está aún más.
¿Son conscientes las empresas de la oportunidad que han tenido para demostrar que son responsables socialmente durante este 2020?
No se trataba de ganar seguidores, ni tan siquiera clientes: era el momento de demostrar que la empresa tenía interiorizada la RSC. Que de veras, estaba devolviendo a la sociedad algo de lo que recibe de ella.
Hay ejemplos de grandes cadenas de supermercados que han estado presentes durante el confinamiento. Sus trabajadores han sido quienes han asistido a las personas más vulnerables que no podían ir a realizar una compra.
Son muchos los perfiles de empresa que han estado a la altura y esa forma de actuar que sale del alma no se puede fingir, por lo que perdurará en la memoria de los que eran sus clientes y los que no.
En esos meses de la cuarentena se pudo comprobar de primera mano quién vivía ajeno a un proceso doloroso y nuevo para toda la ciudadanía. El perfil era el mismo: personalidad egocéntrica que no varió su discurso ni en redes sociales ni en ningún canal de comunicación como si la pandemia no fuera con él.
Al igual que los gestos positivos permanecen en la mente de los consumidores, los contrarios también. Por ello, que una empresa logre su sello de Responsabilidad Social tiene que significar un ‘contrato’ simbólico con todo lo que representa ese reconocimiento: ser fiel a las ideas que defiende la empresa y lo más importante: llevarlas a cabo.
La RSC no es una moda, no es una tendencia, es una forma de ver y entender la vida trasladado al ámbito empresarial.
La RSC se practica los 365 días por sus beneficios y por la satisfacción de hacer lo que se debe. En este 2021 tenemos la oportunidad de adquirir un compromiso con nuestro entorno aún más fuerte.
Por: Ana Conesa, MurciaPlaza
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