Emma Hill, Coventry University y Ben Vivian, Coventry University
Europa está inmersa en una ola de calor. En Italia, en particular, se espera un calor abrasador, con temperaturas previstas de 40 ℃ a 45 ℃. Existe incluso la posibilidad de que se supere el actual récord europeo de temperatura de 48,8 ℃, establecido en Sicilia en 2021.
Las temperaturas abrasadoras se han extendido a otros países del sur y el este de Europa, como Francia, España, Polonia y Grecia. El calor complicará los planes de viaje de quienes se dirijan a los destinos vacacionales más populares de la región.
Las olas de calor, que se definen como periodos prolongados de calor excepcional en un lugar concreto, pueden ser extremadamente peligrosas. Europa ya ha sufrido olas de calor devastadoras en el pasado.
En 2003, una ola de calor arrasó Europa y se cobró la vida de más de 70 000 personas. Después, en 2022, otra ola de calor azotó Europa, causando la muerte de casi 62 000 personas.
La actual ola de calor está causada por un anticiclón llamado Cerbero por el monstruo de tres cabezas que guarda las puertas del inframundo en la mitología griega. Un anticiclón –o sistema de altas presiones– es un fenómeno meteorológico normal en el que el hundimiento del aire de las capas altas de la atmósfera provoca un periodo de tiempo seco y estable con escasa formación de nubes y poco viento.
Los sistemas de altas presiones tienden a moverse lentamente, por lo que persisten durante días o incluso semanas. A menudo se convierten en elementos semipermanentes sobre grandes extensiones de tierra. Cuando los sistemas de altas presiones se forman sobre tierras cálidas, en regiones como el Sáhara, la estabilidad del sistema genera temperaturas aún más cálidas porque el aire ya caliente se calienta aún más.
Con el tiempo, el anticiclón se debilitará o se romperá y la ola de calor llegará a su fin. Según la Sociedad Meteorológica Italiana, se espera que la ola de calor Cerberus persista durante unas dos semanas.
¿Qué papel desempeña el cambio climático?
Los sistemas de altas presiones, como el que afecta actualmente a Europa, se han ido extendiendo hacia el norte en los últimos años. Es difícil atribuir un acontecimiento concreto, como una ola de calor, directamente al cambio climático. Pero a medida que las temperaturas siguen subiendo, observamos cambios en los patrones de circulación atmosférica que pueden provocar un aumento de las temperaturas extremas y de la sequía en Europa.
Las investigaciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático confirman esta tendencia. Sus datos muestran un aumento de la frecuencia y la magnitud de los fenómenos meteorológicos extremos desde la década de 1950. Un análisis separado de las olas de calor en Europa reveló un aumento de la gravedad de estos fenómenos en las dos últimas décadas.
En el verano de 2022, el sur de Europa experimentó temperaturas más altas de lo habitual para esa época del año. En España, Francia e Italia se registraron temperaturas máximas diarias superiores a 40 °C. El Servicio de Cambio Climático Copernicus de la UE atribuyó estas condiciones inusualmente calurosas al cambio climático y sugirió que es probable que estos fenómenos sean más frecuentes, intensos y duraderos en el futuro, lo que indica una tendencia preocupante que puede continuar este año.
Los peligros del calor extremo
Las olas de calor y las temperaturas extremas afectan a la salud humana de diversas maneras. Pueden provocar insolación, con síntomas como dolores de cabeza y mareos. La deshidratación provocada por el calor también puede afectar al rendimiento respiratorio y cardiovascular.
Ya se han registrado incidentes sanitarios relacionados con el calor en Europa durante la actual ola de calor. Un trabajador italiano de la carretera murió y se han registrado numerosos casos de insolación en España e Italia.
El Ministerio de Sanidad italiano ha aconsejado a los residentes y visitantes de las zonas afectadas que tomen precauciones como permanecer alejados del sol durante las horas más calurosas del día, mantenerse hidratados y evitar el consumo de alcohol.
Pero los efectos de las olas de calor van más allá de la salud individual. También tienen consecuencias sociales y económicas más amplias. El calor extremo puede dañar las superficies de las carreteras e incluso hacer que se doblen las vías del tren.
Las olas de calor también pueden reducir la disponibilidad de agua, lo que afecta a la producción de electricidad, el riego de cultivos y el suministro de agua potable. En 2022, el calor abrasador hizo que las centrales nucleares francesas no pudieran funcionar a pleno rendimiento, ya que el aumento de la temperatura de los ríos y el bajo nivel del agua afectaron a su capacidad de refrigeración.
Las investigaciones indican que el calor extremo ya ha tenido un impacto negativo en el crecimiento económico de Europa, reduciéndolo hasta un 0,5 % en la última década.
A medida que las temperaturas sigan subiendo, las olas de calor serán más graves. Es crucial que los gobiernos de todo el mundo tomen medidas rápidas y decisivas para reducir inmediatamente las emisiones de gases de efecto invernadero.
Sin embargo, es importante señalar que, incluso si hoy detuviéramos por completo las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, el clima seguiría calentándose. Esto se debe al calor que ya absorben y retienen los océanos. Aunque podamos ralentizar el ritmo del calentamiento global, los efectos del cambio climático seguirán experimentándose en el futuro.
Emma Hill, Associate Professor in Energy & Environmental Management, Coventry University y Ben Vivian, Assistant Professor in Sustainability & Environmental Management, Coventry University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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