Entre el cambio climático y la biodiversidad

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Medio Ambiente

¿Por qué la gestión de la biodiversidad importa menos que el cambio climático para el gran sector corporativo? Apuntes de experiencias previas validadas con hallazgos empíricos.

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Hace algunos años, cuando gestionaba las operaciones sociales de una industria extractiva en la selva peruana, me encontré con algunos asuntos claves vinculados a las compensaciones socioambientales y la gestión de la biodiversidad por parte de esta empresa extractiva. Uno de estos asuntos fue el motivo de mi principal discusión al interior del comité gerencial de la empresa. Cuestioné seriamente el modelo de cumplimiento socioambiental, el cual no iba más allá de una precaria intervención de muy corto plazo. Se basaba en un compliance básico y sin impacto en la sostenibilidad del entorno. Ello, aseveraba en su momento, podría traer problemas en el mediano plazo. Y no me refiero solo al potencial riesgo de la biodiversidad y los impactos socioeconómicos en las familias de las comunidades nativas que habitan esta zona, los cuales, por sí mismos, ya son muy graves; sino también, a la temeraria posición de la Alta Dirección de la Corporación que ponía en riesgo la reputación de la empresa extractiva. En resumen, una decisión que impactaba, negativamente, por partida doble.

Independientemente de esta breve historia, me he encontrado con hallazgos interesantes de última generación que ratifican mi posición personal frente a la escasa importancia que brinda el sector corporativo a la biodiversidad de los entornos donde operan. Y, créanme, ésto no es un buen negocio. Evidencias empíricas demuestran que los costos asociados a esta temeridad pasan una factura muy cara en el mediano plazo. Si bien es cierto, en el corto plazo, algunas empresas no encuentran relación positiva entre inversión socioambiental a la biodiversidad y productividad corporativa, las condiciones globales actuales les están demostrando que están equivocados.

En muchos casos, para las empresas extractivas (mineras o petroleras), el entorno biodiverso donde operan es bastante desafiante y de alto riesgo que una actitud de cumplimiento básico no solo la expone en su productividad, rentabilidad y sostenibilidad corporativa, sino, además, las enfrenta a riesgos irreversibles de pérdida de reputación. Pero lo peor no está aquí, ya que este es un asunto privado y de cuentas internas que ya los accionistas y la junta Directiva sabrán acometer. El problema real es el impacto negativo serio que podrían ejercer sobre estos entornos biodiversos frágiles.

¿Qué motiva a las empresas a impedirse gestionar responsablemente la biodiversidad? ¿Por qué gestionan solo al borde del cumplimiento procesos tan valiosos para su propia reputación y tan sensibles para la sostenibilidad del planeta? ¿Existe acaso, sólo, una básica preocupación económica? ¿O es la posición ideológica la que domina el proceso de toma de decisiones? ¿Son los estilos de liderazgo y la escasa información determinantes para negarse a acometer estos asuntos con mayor seriedad? ¿Persiste aún, en algunas grandes corporaciones, esa visión mercantilista y poco ética de la gestión empresarial? ¿Por qué el asunto del cambio climático sí importa mucho más que el tema de la biodiversidad?

 Las Compensaciones y la Biodiversidad

El Foro Económico Mundial, desde hace algunos años, ha identificado que la pérdida de biodiversidad es un riesgo cada vez más significativo e impactante que enfrentan las empresas, para sus respectivos negocios. Sin embargo, lo más preocupante es que las empresas mismas pueden tener un impacto negativo en la biodiversidad.

Al reconocer ésto, muchas compañías han desarrollado sus propios modelos, estrategias y compromisos de biodiversidad, incluidos aquellos que buscan lograr una pérdida neta nula (NNL – No Net Loss) o un impacto positivo neto (NPI – Net Positive Impact) en la biodiversidad. Lo hacen con estrategias y acciones que tratan de equilibrar o superar cualquier impacto negativo a través de actividades de compensación o mitigación.

Según un último estudio denominado “The evolution of corporate no net loss and net positive impact biodiversity commitments: Understanding appetite and addressing challenges”, (De Silva GC., et al, 2019) las cosas aun pueden mejorar. Se ha revisado, entre algunas empresas de la muestra estudiada, los compromisos de NNL y NPI a nivel corporativo en las últimas dos décadas para establecer el alcance de la adopción, retracción y fundamento científico de estas estrategias.

Los hallazgos entre 2001 y 2016 que se han encontrado es que 66 empresas, de esta muestra, habían contraído compromisos medioambientales NNL / NPI. Treinta y tres de estas 66 empresas hicieron compromisos específicos de biodiversidad. Sin embargo, algunos compromisos se retiraron o su estado se volvió poco claro, dejando solo 18 empresas con compromisos activos de biodiversidad (NNL / NPI) en 2016. Además de ésto, muchos de los compromisos carecen de criterios basados en la ciencia que permitan una evaluación más transparente y sistemática de actividades corporativas.

Por lo tanto, como bien refieren los autores de esta investigación, aunque se están haciendo compromisos, es posible que éstos no se cumplan como se esperaba. Para asegurar ganancias reales de biodiversidad, se recomienda avanzar en métodos que evalúen los riesgos de biodiversidad para las empresas. Se recomienda, además, usar criterios basados en la ciencia para profundizar los compromisos y acciones corporativas. Se necesita, entonces, un esfuerzo concertado de todos los sectores para detener y revertir la pérdida de biodiversidad. No se trabaja así. Lo que importa, a un numero importante de grandes empresas, es el reporte de sostenibilidad enmarcado en estrategias de marketing promocional.

Este «súper año de política de biodiversidad» que viene el 2020 es el momento perfecto para que las empresas cumplan con compromisos bien enmarcados e implementados con el NPI de biodiversidad, por ejemplo. (De Silva., et al, 2019)

Entre la conservación y el desarrollo

Por otro lado, las empresas, los gobiernos y las instituciones financieras están adoptando cada vez más una política de NNL de biodiversidad para las actividades empresariales y de desarrollo económico. El objetivo de NNL es ayudar a aliviar la tensión entre la conservación y el desarrollo, al permitir que se logren ganancias económicas sin pérdidas de biodiversidad concomitantes. Esto se promueve en el marco de políticas de ESG de algunas empresas

¿No es acaso, una gran oportunidad empresarial y pública gestionar la biodiversidad pensando, más allá de un intangible como la reputación, en las posibilidades de vincular conservación y desarrollo? ¿Es, acaso, incompatible hablar de estos dos conceptos de manera interdependiente? ¿Los mecanismos de valorización económica de los impactos socioambientales están recogiendo esta interdependencia?

Estos tipos de compromisos están relacionados con conceptos más amplios y compromisos corporativos como «daño cero», «efecto positivo neto» y «huella ambiental cero», que ahora se observan como compromisos corporativos en informes de sostenibilidad, no financieros y ambientales, sociales y de gobierno (Addison, Bull y Milner ‐ Gulland, 2018; KPMG, 2017).

Lo que se debe evitar es una percepción de que estos modelos se desarrollen desde una perspectiva de una “licencia para dañar”. A la inversa. Deben verse como oportunidades de asocio productivo que conserve y desarrolle. Experiencias y modelos replicables ya existen en el mundo para ello. La compensación debe trascender los motivos utilitarios y enmarcarse en los beneficios de todos los públicos relacionados. Más aún, si estos impactos vinculan además aspectos intangibles como espacios culturales, visiones territoriales diversas, costumbres y tradiciones de las poblaciones que aun habitan estos entornos biodiversos frágiles. Aquí hay un gran camino aun por recorrer.

El propósito es que no haya impacto en la biodiversidad

Desde hace algunos años, a inicios de este milenio, para ser más exactos, se viene trabajando con mayor amplitud y profundidad la evaluación de impactos en la biodiversidad por parte de los procesos de desarrollo público y privado. Sin embargo, se han planteado dudas sobre el uso apropiado de las compensaciones de biodiversidad. Según los hallazgos de un interesante estudio “Biodiversity Offsets and the Challenge of Achieving No Net Loss”(Gardner, T. et al.,2013 ), la relevancia de las compensaciones de biodiversidad para la pérdida neta se basa en 2 premisas fundamentales: Primero, las compensaciones rara vez son adecuadas para lograr una pérdida neta nula de biodiversidad. En segundo lugar, algunos efectos de desarrollo pueden ser demasiado difíciles o arriesgados, o incluso imposibles de compensar. Existen casos activos muy preocupantes como el implementado por empresas petroleras en cuencas amazónicas en Perú, Colombia y Brazil. El caso Camisea en la cuenca del Bajo Urubamba, en la Región Cuzco, en Perú, es uno de ellos. Ya detallaremos precisiones en nuestro próximo informe, sobre la gestión que desarrolla la empresa petrolera argentina Pluspetrol Peru Corporation, en estos temas.

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Para ayudar a no generar pérdidas netas a través de compensaciones de biodiversidad, las ganancias de esta biodiversidad deben ser comparables a las pérdidas, además de las ganancias de conservación que pueden haber ocurrido en ausencia de la compensación. Finalmente deben ser duraderas y protegidas de cualquier riesgo de falla. Lamentablemente, hasta aquí no están llegando muchos desarrollos.

Ahora bien, se necesita que se cumplan estas condiciones considerando el contexto paisajístico más amplio de las actividades de desarrollo y compensación. También es necesario identificar el momento de la entrega de compensación, la medición de la biodiversidad, los procedimientos de contabilidad y los conjuntos de reglas utilizados para calcular las pérdidas y ganancias de la biodiversidad; y de esa manera, guiar el diseño de compensación y los enfoques para gestionar el riesgo.

Este es un marco estratégico integral y la adopción de este marco fortalecerá el potencial de las compensaciones para proporcionar un mecanismo ecológicamente defendible que pueda ayudar a conciliar la conservación y el desarrollo. (Gardner, T. et al., 2013 )

 Retrasos, incertidumbres y mensurabilidad

Un tercer estudio analizado ha sido el de Maron, M. et al (2012), denominado: “Faustian bargains? Restoration realities in the context of biodiversity offset policies” donde utilizando revisiones recientes de la literatura sobre ecología de la restauración, se examinó la efectividad de la restauración como un enfoque para compensar la pérdida de biodiversidad y se concluyó que muchas de las expectativas establecidas por la política actual de compensación para la restauración ecológica siguen sin estar respaldadas por la evidencia.

Los autores introducen aquí un modelo conceptual que ilustra tres factores que limitan el éxito técnico de las compensaciones: retrasos, incertidumbre y mensurabilidad del valor que se está compensando. Estos factores pueden manejarse hasta cierto punto a través de un diseño de políticas de compensación sólido que incorpore una gestión adaptativa activa, descuentos de tiempo, contabilidad explícita de incertidumbre y bancos de biodiversidad.

Sin embargo, el dominio dentro del cual la restauración puede ofrecer compensaciones de «pérdida neta nula» sigue siendo pequeño. Se requiere con urgencia reducir la brecha entre las expectativas establecidas por las políticas de compensación y la práctica de la compensación y por ello se insta al desarrollo de vínculos más fuertes entre los ecologistas de la restauración y aquellos que elaboran políticas que dependen de la ciencia de la restauración.

En este ámbito es donde conviven los procesos conflictivos entre empresas extractivas y comunidades nativas que tanto perjuicio generalizado vienen ocasionando a países como Perú, por ejemplo, en América Latina. La percepción y poca claridad de los beneficios impactan negativamente en los desarrollos

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¿Por qué cambio climático sí y biodiversidad no?

La pregunta final motivadora que se hace del profesor Wayne Viser, a través de su blog en Linked IN es: ¿Qué se necesita cambiar para que la biodiversidad obtenga la misma tracción que el cambio climático, especialmente en los negocios? Asegura que la repetición de las malas noticias (disminución del 60% en las poblaciones de animales salvajes desde 1970) no ha logrado inspirar acciones concretas en una dirección de mayor empuje. Entonces, ¿qué hacer para establecer objetivos basados en la ciencia que aseguren una eficiente gestión de la biodiversidad?

Una salida es adoptar este enfoque de «pérdida neta nula» como un umbral de biodiversidad no negociable similar al 1.5 grados del Acuerdo de París. Esto significa que las empresas podrían compensar la biodiversidad. Tiempos desesperados, entonces, requieren medidas desesperadas, afirma Viser.

Lo que sucede es que el cambio climático está atrayendo la atención de todos, de manera vertiginosa. Se le ha puesto todos los reflectores y es una práctica cotidiana en las políticas corporativas de ESG. Al parecer ya se dio el primer impulso con esta arremetida, casi generalizada, por el cambio climático, el cual está integrándolo casi todo, desde decisiones políticas hasta decisiones de asignación de recursos y capital, hasta decisiones comerciales y decisiones personales, incorporando así un proceso de toma de decisiones en ello. Se espera que el asunto de la biodiversidad y otros aspectos socioambientales, tengan este mismo empuje y promoción.

Al final lo que advertimos es que el asunto del clima podría ser una forma de entrar hacia la mejor gestión de la biodiversidad, pero, como bien afirma Wayne Viser, «si bien el carbono es fácil de relacionar con los negocios, la mayoría de las empresas parecen ver la biodiversidad como algo «allá afuera» con poca relevancia o argumento comercial». ¿Qué otro enfoque se podría implementar para darle a la gestión por la biodiversidad el lugar que necesita en la sostenibilidad?

Conclusiones

Para algunos de los autores (De Silva., et al, 2019), ahora estamos llegando al final de la década de la ONU para la biodiversidad en 2020. Por decimocuarto año consecutivo, el Foro Económico Mundial ha registrado la pérdida de biodiversidad como uno de los riesgos ambientales más críticos que enfrentan las empresas (WEF, 2019), y aunque la comunidad empresarial ha avanzado en el desarrollo de compromisos con la biodiversidad y en asumir la responsabilidad con acciones para mitigar sus impactos, todavía hay un camino por recorrer. En 2020, la comunidad internacional de conservación revisará el progreso en el logro de los objetivos de biodiversidad 2011-2020 y desarrollará una nueva estrategia para detener la pérdida de biodiversidad en la próxima década. La estrategia internacional de biodiversidad posterior a 2020 será más inclusiva e involucrará explícitamente al sector privado (CBD, 2017b). Se necesita un esfuerzo concertado de todos los sectores para detener e invertir la pérdida de biodiversidad, y el «súper año de política de biodiversidad» presenta el momento perfecto para que las empresas avancen a través de compromisos bien enmarcados e implementados con el NPI de biodiversidad.

Siendo así, las políticas corporativas de Responsabilidad Social, así como aquéllas rescatadas tímidamente sobre Sostenibilidad Corporativa, tendrán a la biodiversidad como una estrategia central, medible y de alto impacto en sus procesos de inversión. Ya hace algunos meses venimos promoviendo y difundiendo nuevos enfoques como RESENFO, para que el sector corporativo sepa adaptarse a lo que viene, y de esa manera, contribuir, realmente, en gran proporción con la sostenibilidad del planeta. Y este no es un asunto de mayores compromisos en montos de inversión económica sino, fundamentalmente, en un cambio de mentalidad estratégica que ayudará, incluso al proceso de legitimación de los propios emprendimientos públicos y privados.

 

Por: Miguel Castañeda Loayza

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