Expresiones sobre animales o cuando el lenguaje banaliza la crueldad

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Medio Ambiente

EFE – Insultos como «cerdo», «buitre», «perra» o «gallina», y expresiones como «llevarse el gato al agua» o «ir cargado como un burro», no solo «banalizan la crueldad» hacia los animales sino que «se basan en el desconocimiento», han explicado a Efe varias activistas animalistas y expertas.

Y es que «los cerdos son increíblemente limpios, los buitres son grandes recicladores de materia orgánica, las gallinas son madres coraje y las perras solo están receptivas al coito unos pocos días al año», ha subrayado en este sentido la activista Noemí Alba Hortas.

Según la teoría del lenguaje conocida como «hipótesis Sapir-Whorf», la comunicación verbal humana «determina cómo percibimos la realidad y nos relacionamos», por lo que estas expresiones reflejan realidades normalizadas en algún momento y, por lo tanto, el lenguaje ha de cambiar «según avanza la historia», ha indicado.

De hecho, «el propio término ‘especismo’ ya ha sido aceptado por la RAE», lo cual «refleja que la preocupación por las injusticias hacia los animales es una realidad que requiere una definición oficial», ha explicado la activista que recuerda que «se ha demostrado que muchas especies presentan neuronas espejo e incluso capacidad de auto conciencia».

La doctora en filosofía por la Universidad de Valladolid, Angélica Velasco, ha coincidido con Hortas en que «la sociedad utiliza un lenguaje vejatorio para los animales porque todo su modo de vida es violento con ellos» ya que, «si viésemos a los animales como superiores, adjudicar a alguien estos términos sería un halago».

Velasco es partidaria de «sustituir las expresiones por otras que visibilicen la explotación y el sufrimiento de los animales, que consigan concienciar» e inciten a la reflexión, «algo que incomoda mucho, porque lleva a la conclusión de que nuestro modo de vida no es ético».

Y es que, a medida que las realidades sociales «cambian» con el tiempo es necesario también «crear nuevos relatos», ya que «mantenerse anclados al patrimonio cultural no es útil», ha explicado a Efe la filóloga de la Universidad de Alcalá de Henares, Carmen Flys.

Esta transición puede llevarse a cabo ya desde las leyes, por ejemplo al denominar a los animales «seres sintientes» en vez de «cosas», o al «sustituir el término de dueño por tutor legal» para que «exista una mayor obligación velar por sus intereses», algo que ya ha ocurrido en lugares como Colorado (EE. UU.), ha explicado.

La introducción en el vocabulario de otras expresiones para referirse a la fauna, como «animales no humanos» o «seres alterhumanos», pueden visibilizar también «el hecho de que también nosotros somos mamíferos» y superar «el pensamiento dualista y excluyente».

Pero estos cambios «tienen mucho que ver también con el aula y con la sociedad», ha matizado esta experta en Ecocrítica -«disciplina que evalúa la representación del medio natural en la literatura»-, quien considera que si un grupo «significativo» de la población comienza a practicar este cambio, las instituciones se sumarán.

Y aunque «un cambio en el lenguaje no suponga totalmente un cambio en la sociedad, sí es un cambio importante», ha reconocido Angélica Velasco, quien es también partidaria de conectar este cambio con la lucha «contra otras dominaciones, como hace el feminismo».

«Nunca podremos alcanzar una sociedad justa si se eliminan algunas formas de dominación pero se mantienen otras», ha expresado.

En este sentido, Hortas ha apoyado también la idea de «trabajar conjuntamente por una reeducación social» y ha lamentado que España esté «a la cabeza del ranking de maltrato animal», con ejemplos como «la tauromaquia, la caza, la situación de los galgos o las tasas de abandono».

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