La lucha contra la sequía de los proyectos de reforestación y de conservación de humedales

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Artículo publicado en EFEVerde

Las lluvias que han regado buena parte de España en las semanas recientes no han logrado paliar la sequía que asfixia al país, donde un 39,9 % del territorio ya está en alerta por escasez de agua, pero sí han supuesto un alivio para ecosistemas que son fundamentales para luchar contra la crisis climática que agrava esa situación de estrés hídrico.

Así lo han confirmado a EFE diversos especialistas de proyectos europeos dedicados a la gestión de humedales o reforestación en la Península Ibérica, que celebran la llegada de las lluvias pero subrayan la necesidad de adaptarse a las condiciones climáticas cada vez más extremas a causa del calentamiento global.

“Hay que distinguir entre sequía meteorológica, que es cuando no llueve, con la sequía hidrológica, que ocurre cuando hay escasez de recursos hídricos y es una consecuencia de la sequía meteorológica”, explica Marcos López Ercilla, Project Manager en Life Terra, una iniciativa que está plantando centenares de miles de árboles a lo largo y ancho de Europa.

La racha de precipitaciones que han abundado en casi todo el país desde finales de mayo “se nota mucho en las plantaciones”, dice López Ercilla: tanto en el campo como en el monte, “todo ha reverdecido y toda ayuda, en un contexto de sequía, se agradece”.

Sin embargo, el experto advierte de que “no podemos quedarnos con la imagen a corto plazo; tenemos que pensar que, aunque llueva durante dos semanas, estos eventos climáticos están variando en el tiempo y no podemos predecir cuándo van a acabar estas lluvias, cuándo va a volver la sequía y, sobre todo, hasta cuándo”.

Aunque, matiza, la sequía ha afectado a las plantaciones desde siempre, “últimamente estos eventos no solo se han extendido más en el tiempo sino que han cambiado sus pautas temporales” y además se han propagado por regiones “donde tradicionalmente se llegaba al verano con un remanente de agua”, señala.  

Y este cambio afecta a la planificación en la reforestación porque “cualquier entidad que realice plantaciones tiene que tener en cuenta esta temporalidad para realizar tanto la selección de especies como los trabajos de plantación”.

Para Life Terra, que la sequía llegue en marzo supone el problema añadido de que exige “un esfuerzo extra a la hora de conseguir que esas plantas sobrevivan a los primeros años, que son fundamentales para que se fomente el total de la plantación”, recalca, y aduce que ya han constatado una mayor mortalidad en los árboles plantados.

Una solución por la que desde este proyecto están abogando es plantar junto a los árboles unos depósitos llamados “cocoons”, hechos de material biodegradable y capaces de almacenar hasta 25 litros de agua. 

Las cajas irrigan “de forma constante y por goteo a la planta, lo que hace que crezca de forma individual y más robusta, y además, al biodegradarse, aporta materia orgánica”, por lo que beneficia también el crecimiento del árbol.

Además de los cocoons, hay otras técnicas que permiten reducir el efecto de la sequía en las plantaciones, agrega López Ercilla, y pone por ejemplo el “mulching”, que consiste en “esparcir materia vegetal por el suelo para captar humedad y reducir la insolación”, así como la aplicación de geles “que retienen la humedad”.

Humedales por el clima

Los humedales, por su parte, son clave para resistir impactos de la crisis climática como los que se están produciendo: períodos largos de sequía y períodos intensos de precipitaciones que pueden provocar inundaciones y ser perjudiciales para los cultivos.

Estos ecosistemas actúan como una zona de recarga de agua, donde una vez ocurren los periodos de inundación, “gracias a que existe una humedad, evitan que haya inundaciones en las zonas cercanas”, explica la coordinadora del proyecto europeo Life Wetlands4Climate en Fundación Global Nature, Vanessa Sánchez.

Además de cumplir esta función ecosistémica -entre muchas otras, como la fijación de CO2-, los humedales se benefician de las lluvias porque recargan la lámina de agua, asegura la especialista.

Sin embargo, tampoco es igual de útil para un humedal “que llueva de una forma progresiva durante los meses de marzo y abril, que la caída de cinco trombas de agua a finales de mayo y en junio”, matiza Sánchez. 

“Necesitamos que el suelo vaya acumulando lentamente el agua. Si cae torrencialmente, termina yendo por escorrentía y no acaba manteniéndose en el suelo de tal manera que esté disponible para los ecosistemas”, detalla. 

Así, Sánchez resalta la importancia de que en la planificación hidrológica de las cuencas se tengan en cuenta los caudales ecológicos de los ríos y de las masas de agua de los humedales, caudales que “necesitamos para mantener esa carga natural que tanto los ríos como los humedales realizan sobre el acuífero”, y advierte: “si sobreexplotamos los acuíferos, nos quedaremos sin agua”.

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