El tranvía en Barcelona, más transporte público en Valencia, reducir la velocidad de los coches en Bilbao, autobuses con gas natural en Palma de Mallorca, movilidad y tecnología en Zaragoza, peatonalizar la Puerta del Sol en Madrid o el carril bici en Sevilla. La lista es larga y tiene más medidas. Algunas ciudades las comparten y en otras son diferentes. Pero en todas late una misma idea: el futuro ya no es el coche. El peatón es el que manda.
“El coche ya no va a ser el rey del mambo”. Lo señala Janet Sanz, segunda teniente de alcalde y concejal de ecología, urbanismo, infraestructuras y movilidad del Ayuntamiento de Barcelona. Existe un “consenso social, ciudadano y político de que en la ciudad se respira un aire contaminado.”
El objetivo es proteger a las personas del ruido y la contaminación
Hay que desarrollar “políticas que reviertan esta situación”. En el caso de la capital catalana, pasan por las obras del tranvía en la avenida Diagonal para conectar a nueve municipios metropolitanos y por un sistema tarifario que “premie y priorice al que más use el transporte público”, según la edil. A ellas se suma el 1 de enero de 2020 la zona de bajas emisiones, que impedirá la circulación de los coches más contaminantes.
Valencia también apuesta por reducir el uso del automóvil con medidas que, “desde el punto de vista ambiental, de salud pública y económico apoyan recuperar el espacio público”, defiende Giuseppe Grezzi, edil de movilidad sostenible de su ayuntamiento. Peatonalizaciones, autobuses más eficientes, un anillo ciclista entre el centro y los barrios son algunas de ellas, “que no deberían ser ideológicas ni partidistas”, opina Grezzi.
Endesa, Enagás, Ferrovial e Iberdrola, implicadas en la descarbonización
Bilbao ha puesto en el centro la salud de los ciudadanos. “Lo más importante es la mejora de la calidad de vida de la gente”, cuenta Alfonso Gil, teniente de alcalde y edil de movilidad y sostenibilidad. Este compromiso, con una vigencia de 15 años (2015-2030) y aprobado por consenso de todos los grupos con representación municipal, “es reducir el CO2 a la mitad en 2030 y también el ruido”.
La UE calcula en 400.000 las muertes prematuras anuales atribuibles a la contaminación atmosférica, con unos costes económicos directos superiores a los 20.000 millones de euros anuales. El ruido provocado por el tráfico también está relacionado con un aumento de la mortalidad, más ingresos hospitalarios y otras enfermedades (estudio del Instituto de Salud Carlos III de Madrid).
La concentración de personas en las urbes convierte este problema en una prioridad
Lo destaca el profesor de Urbanismo de la Universidad de Granada David Cabrera: “Todo el mundo se mueve, a todos nos afecta”. Él propone “optimizar al máximo el transporte público”, y no hacer crecimientos urbanos que no “resuelvan la accesibilidad”.
Zaragoza prioriza la movilidad compartida con la tecnología y el transporte público para ser “un referente de la movilidad sostenible”, destaca Natalia Chueca, consejera de servicios públicos y movilidad del ayuntamiento. Palma aumentará en 20 kilómetros su carril bici e incorporará 100 autobuses con gas natural, más zonas para residentes y calles con velocidad reducida. Madrid peatonalizará la Puerta del Sol, pondrá nuevos autobuses eléctricos y no dejará circular ningún vehículo A por toda la ciudad en 2025.
Para afrontar el problema de expulsar a los coches del centro a las vías de circunvalación, Pablo Frías, director del observatorio del vehículo eléctrico y de la movilidad sostenible de la Universidad Pontificia Comillas, plantea “hacer un transporte público más potente en las conexiones transversales y establecer peajes por uso o por paso.
Las empresas también
Algunas compañías españolas se han implicado en este proceso de descarbonización de la economía y colaboran activamente con los municipios y otras Administraciones en distintos planes y proyectos para reducir los gases de los vehículos.
La compañía eléctrica Endesa, con su programa e-City, contribuye con la instalación pública de recarga de los coches eléctricos (8.500 puntos hasta 2023 en ciudades de más de 35.000 habitantes) y con la electrificación de líneas de autobuses (en Barcelona ya lo ha hecho en la línea H16). “Queremos ser socios energéticos, no solo proveedores”, declara Juan Antonio Garrigosa, responsable de esta rama.
“LIDERAR UN PROCESO Y UNA OPORTUNIDAD”
El alcalde de Sevilla, Juan Espadas (PSOE), cree que ha llegado la hora de “pasar a la acción y liderar la toma de decisiones” en la reducción de las emisiones del transporte. Ha habido un cambio de paradigma y el futuro pasa por descarbonizar la economía.
Consciente de que “las ciudades tenemos una responsabilidad mayor en esta materia”, une la búsqueda de soluciones a una “serie de oportunidades económicas y de generación de empleo” en la transformación ecológica que van a experimentar las urbes y las empresas en los próximos años.
Conseguir este objetivo pasa por “lograr un consenso social y político” que saque a la movilidad de la batalla partidista y que impulse un verdadero cambio que beneficie a todos.
Enagás ha desarrollado planes para incorporar el gas y el hidrógeno en coches, autobuses, trenes y barcos. La iniciativa CORE LNGas Hive impulsa el gas como combustible marino. Junto con Renfe y Naturgy, impulsa el primer tren de viajeros propulsado con gas natural.
El servicio de alquiler de vehículos por minutos Zity y Wondo, una aplicación móvil que integra en una sola plataforma transporte público y discrecional, taxis y servicios de coche compartido, patinetes, bicis y motos son las propuestas de Ferrovial.
Iberdrola, dentro de su plan de movilidad sostenible, y en colaboración con Ifema, ha puesto en marcha el primer parking con puntos de recarga eléctrica en un recinto ferial de España. Esta infraestructura ya podrá ser usada por los asistentes a la cumbre del clima, que se celebra esta semana y la siguiente en Madrid, y permite la recarga simultánea de 34 coches eléctricos. Las estimaciones anuales se sitúan en 13.000 vehículos con energía 100% verde, evitando la emisión a la atmósfera de 226 toneladas de carbono.
Fuente: Cinco Días
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