El acceso a la tierra, cada vez más difícil para los jóvenes agricultores de todo el mundo

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Política

AFP – De Estados Unidos a Francia, pasando por Brasil y Nueva Zelanda, los jóvenes agricultores de todo el mundo tienen cada vez más dificultades para acceder a la tierra e instalarse.

El acceso a la propiedad es la principal demanda del «Manifiesto 2019» publicado tras una cumbre internacional, convocada por el sindicato francés Jeunes Agriculteurs (JA), que reunió en París a los organismos representativos de los jóvenes agricultores en cinco continentes hasta el miércoles.

«La facilidad de acceso a la propiedad es una condición necesaria para una verdadera renovación de generaciones en la agricultura», indica el manifiesto.

Según el texto, los jóvenes que ahora se instalan serán «la primera generación que tendrá que adaptarse al cambio climático».

Según Sophie Ackoff, vicepresidenta de la Coalición de Jóvenes Agricultores de Estados Unidos, «el acceso es la barrera número uno», más teniendo en cuenta que la edad media en la profesión en el país es de 59,5 años.

«El mayor problema es el precio de la hectárea», explica a la AFP Julie Bissonnette, que preside la sección juvenil del sindicato agrícola UPA de Quebec (Canadá).

Es el caso entre otros en Francia, donde una hectárea vinícola en una región tan prestigiosa como Champagne cueste un millón de euros de media.

Con estos precios, en caso de transmisión de la tierra o de sucesión, los agricultores no pueden comprar las parcelas que trabajan y menos aún instalarse.

En la región de Quebec, aunque el precio medio de los terrenos agrícolas es modesto, se duplicó en menos de cinco años, de 12.000 dólares canadienses la hectárea en 2013 a 21.000 en 2017, apunta Bissonnette.

Esta agricultora, que junto a su compañero se cuida de 58 vacas lecheras, se define como «sin tierra», es decir que no es propietaria, «un nuevo modelo que se desarrolla en Quebec».

En Nueva Zelanda también existe cierta forma de especulación, denuncia por su parte Chelsea Millar, miembro de la organización de jóvenes agricultores del país.

«Los inversores extranjeros compran cada vez más tierras», con inversiones de «varios millones de dólares», afirma.

En Nueva Zelanda, «el tamaño de las fincas agrícolas es cada vez más grande y el sueño de ser propietario de la tierra es inalcanzable», añade.

En el caso de África, la dificultad de acceder a la tierra podría provocar un «éxodo rural y desplazamientos masivos», advierte Ibrahim Sidibé, presidente de los jóvenes agricultores de Malí y miembro de ROPPA, una red de organizaciones campesinas del oeste de África.

Sidibé también denuncia el «acaparamiento de tierras» en el caso de Malí, a través de inversiones internacionales y nacionales que obligan a irse a los pequeños campesinos.

La cumbre celebrada de París puso también de relieve que los microcréditos, originalmente pensados para los países en vías de desarrollo, también sirven en Estados Unidos para facilitar la instalación de jóvenes agricultores.

«Un programa de microcrédito permitió la instalación de 20.000 jóvenes», apunta Sophie Ackoff.

Monica Bufon Augusto, responsable en Brasil de la sección juvenil de la organización Contag que representa a 15 millones de agricultores que cultivan menos de 75 hectáreas cada uno, está preocupada por la política del nuevo gobierno Bolsonaro, favorable a la agroindustria.

«En tres meses suprimió unos cincuenta organismos de concertación en los que estábamos presentes, la tasa de interés de los préstamos subvencionados para la instalación aumentaron y hay una reforma en curso de las cotizaciones sociales que podría tener un impacto muy negativo para los agricultores y desalentar a muchos jóvenes», dijo a la AFP.

«Esta reforma alentará a la gente a irse a la ciudad y abandonar la agricultura», añade.

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