¿De qué manera debemos abordar este proceso sin perjudicar el crecimiento e ir resolviendo los vicios del actual modelo económico y productivo? ¿Hará falta un rediseño de política global destinada a replantear el modelo económico? ¿Cómo se está avanzando en los espacios regulatorios globales al respecto? ¿Qué tiene que ver la transformación digital con el cambio climático?
Cuando una teoría marginal entra en el discurso de la corriente política principal, se dice que ha existido un cambio en la ventana de Overton, teoría política que pone por encima las presiones frente a las opiniones personales de los tomadores de decisión. A través de este modelamiento político los tomadores de decisión política, por ejemplo, se adecuan a la presión social de la opinión pública y empiezan a legislar en función a lo que el colectivo exige.
Eso es lo que está pasando ahora con el asunto del cambio climático. El concepto se vendió a la audiencia y ésta lo ha comprado, de manera masiva, basados en evidencias científicas y hechos concretos muy difícil de negar. Los combustibles fósiles tendrán que eliminarse totalmente para el 2050. Algunos gobiernos como los nórdicos, Alemania y Reino Unido ya están en ello,
Ya Suecia y Reino Unido han sido algunos de los países en convertir en Ley las Cero Emisiones Netas para antes del 2050. Recuérdese, también, que la Comisión Europea tiene unas recomendaciones para ello, a mediano y largo plazo. Incluso hay unas metas intermedias que se deben medir en el 2030, al respecto. Lo que pasa es que algunos de sus Estados miembros siguen discutiéndolo y poniendo sus respectivas cuotas y tiempos para llegar a carbono cero. Sin embargo, ésto no ha sido gratuito. Hay una historia detrás y muchos años con el tema en discusión técnica.
Así como la telefonía móvil ha copado todos los espacios de comunicación y a través de ella convivimos nuestro día a día, con una dependencia generalizada, incluso cambiando el modelo de negocio de importantes empresas globales, el asunto del clima también está en el discurso diario; en todos los espacios imaginables e impactando a gobiernos y empresas globales al unísono.
Pero, nuevamente, ésto no ha aparecido de la noche a la mañana. El interés por este asunto se ha agravado los últimos 5 años, aproximadamente y se le ha tomado la seriedad política del caso, debido a una serie de antecedentes importantes que vale la pena reflexionar.
Hasta el Acuerdo de Paris el 2015, el tema aún estaba en una esfera pública relativamente modesta. Había un impacto, pero solo leído y aceptado en niveles académicos, políticos especializados o institucionales enterados al detalle de lo que venía ocurriendo con el cambio climático. Ahora lo hablan todos. El asunto ha pasado a ser un tema cotidiano que ni el propio sector corporativo, algunos de ellos resistentes y otros escépticos, ya está tomando en consideración los cambios en sus propios modelos de negocio
Cuando en Estocolmo allá por 1972 se empezara a tratar el tema climático en la Primera Cumbre de la Tierra, ya algunos investigadores y políticos comprometidos avizoraban que ésto iba a demorar en madurar. Ni la Cumbre de Río de 1992 o la de Johannesburgo el 2002 y Río+20 el 2012; lograron despertar el espíritu colectivo que se necesitaba. NI el propio Protocolo de Kioto en su primera fase, logró impactar a la opinión pública en gran medida, como si lo han hecho algunos activistas de la nueva generación como Greta Thunberg o el movimiento global Extinction Rebellion (Rebelión contra la Extinción)
La Tormenta Perfecta
El asunto del cambio climático ya se posicionó dentro de la ventana de Overton y ha arrinconado al sector político y corporativo global. Los está obligando a aceptar algo que hace unos 10 años atrás aun parecía impensable. Y más aún, con los cambios tan serios y rápidos que traen consigo la disrupción tecnológica, el asunto del clima está mostrándose con un actor clave de la «tormenta perfecta» para el cambio de era.
La inminencia total de la 5G, alineada al asunto de la telefonía móvil con los procesos de inteligencia artificial y la internet de las cosas, está dibujando un futuro cercano muy distinto al que estamos viviendo hoy. Y el tema del clima también está dentro de ello, modelándose nuevos escenarios para un futuro muy diferente al que conocemos. Recuérdese que este tema trae consigo mayor consumo de energía. Las nuevas «avenidas tecnológicas» requieren grandes y nuevas centrales de datos que deben ser autosuficientes de energías renovables para evitar un colapso.
Sin embargo, el desafío es muy grande. Habrá que compatibilizar estos cambios con la aceleración de la producción. Es impensable detener la producción de estos gases de efecto invernadero sin un replanteamiento de nuestro modelo económico. Aquí hay otro desafío político más importante aun para poder dibujar el futuro con los menores contratiempos.
En un artículo publicado ayer, por Pilita Clark en el Financial Times afirmaba que «la prueba del desafío se produjo en un reciente informe del comité parlamentario del Reino Unido que enumeró las brechas entre los objetivos climáticos del gobierno y las políticas necesarias para cumplirlos. Cerca de 20,000 autos convencionales deberían ser retirados de las carreteras cada semana durante los próximos 31 años en promedio. El año pasado solo se registraron alrededor de 1,200 nuevos vehículos de emisiones ultra bajas cada semana. Al menos 15,000 hogares a la semana también deberían cambiar de gas natural a un menor calentamiento con efectos de carbono, no los 220 a la semana que se esperan según las políticas actuales. Se deben plantar suficientes árboles para asegurar un crecimiento neto del bosque de aproximadamente 120 hectáreas a la semana, no las 20 hectáreas registradas el año pasado.
Hay una tormenta perfecta en ciernes y hay quienes están protegiéndose, pero hay otros que están en el diseño y en el replanteamiento, construyendo nuevos modelos de gestión de gobierno; así como adecuando nuevos modelos de negocio.
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