El sufrimiento de 2.684 terneros que vagaron más de dos meses por el mar Mediterráneo ha puesto de manifiesto la falta de control por parte de la Unión Europea en este tipo de traslado de ganado
El penoso viaje de dos buques abarrotados de terneros (1.789 en el Elbeik y 895 en el Karim Allah), que partieron de España en diciembre pasado camino de Turquía y acabaron deambulando por el mar Mediterráneo durante más de dos meses, pasó una factura terrible a los animales y sacó a la luz el debate de si es ético el trasporte de animales vivos o se debería prohibir. Estos episodios pusieron en evidencia, además, el exiguo control que las autoridades ejercen en ese tipo de traslados. El acta de la inspección de Sanidad del buque Elbeik del 19 de marzo en el puerto de Cartagena antes de que se sacrificara a los terneros, constató su deterioro: además de los 170 animales que murieron durante el trayecto, los veterinarios hallaron terneros hacinados y famélicos con huesos “visibles a simple vista”, algunos conviviendo con cadáveres y sus excrementos, sin sitio donde tumbarse, bebederos que no funcionaban… La situación provocó un gran rechazo social y la denuncia de las organizaciones como Igualdad Animal, que piden desde hace años eliminar el comercio de animales vivos. Un objetivo que choca con la importancia económica que las exportaciones representan para el sector.
España es el país de la Unión Europea que más animales vivos exporta al norte de África y a Oriente Próximo, sobre todo bovino y vacuno. Cada año parten entre 800.000 y 900.000 corderos a Arabia Saudí, Libia y Líbano y unos 250.000 terneros a Libia, Líbano y Turquía, el 10% de los sacrificios totales de ambos sectores.
“Es un comercio muy desconocido, las personas no ven al ganado y mucho menos en un barco, ven camiones en autopistas”, explica Anja Hazekamp, observadora de la Comisión de Investigación sobre Protección de los Animales durante el Transporte creada por el Parlamento europeo el año pasado (ANIT, según sus siglas en inglés).
La única solución para Hazekamp es “prohibir el comercio de animales vivos, porque cuando los cargamentos dejan la Unión Europea no tenemos ninguna autoridad y no podemos vigilar su bienestar”. Advierte también de que, aunque en Europa existe una gran preocupación por el bienestar animal desde que la legislación entró en vigor en 2005, “de momento no ha cambiado nada”. La Comisión Europea ha recibido “más de 200 informes sobre infracciones” desde 2007, lo que ha llevado a que la comisión de investigación creada por el Parlamento Europeo indague “la presunta omisión por la Comisión de actuar ante la existencia de pruebas de infracciones graves y sistemáticas” del reglamento de bienestar animal durante el transporte de animales vivos por la Unión y a terceros países.
Prohibición en varios países
Hay países que sí se están moviendo. Holanda informó el año pasado de que no aprobará exportaciones de animales vivos a países no pertenecientes a la UE cuando no se pueda garantizar el bienestar animal. Ejemplo que siguieron varios estados de Alemania que suspendieron ese comercio hacia o a través de Rusia debido a la falta de puestos de control para vigilar el cumplimiento de la normativa. Reino Unido, ya fuera de la UE, anunció que a finales de 2021 prohibirá la venta de animales vivos para sacrificio y engorde desde Inglaterra y Gales.
Los terneros salieron el 18 de diciembre de Cartagena y Tarragona, rumbo a Turquía, con todos los certificados en orden, indica el ministerio. Llegaron a puerto unos 10 días después, sabiendo que iban a tener problemas. Las autoridades turcas habían comunicado al Ministerio de Agricultura a los pocos días de partir que no iban a aceptar a los animales porque procedían de Aragón, donde se había detectado un brote de la enfermedad de la lengua azul en una explotación de Huesca. Los operadores intentaron vender el ganado en Libia, que tampoco se hizo cargo de los animales. Así comenzó la deriva de los buques por Egipto, Chipre, Creta, Menorca… Con el problema añadido de que no se les dejó atracar en muchos puertos. Cuando el escándalo estalló, a los dos meses de su partida, España hizo regresar a los barcos a Cartagena, donde se sacrificó a todos los animales debido a su mal estado. Los últimos sacrificios se llevaron a cabo el domingo pasado. Fuentes del ministerio aseguran que una vez que el barco parte de España no tienen ninguna competencia sobre el cargamento, además de que por legislación europea no pueden volver a entrar en territorio comunitario.
¿Por qué no se actuó antes?, se pregunta Silvia Barquero, directora ejecutiva de Igualdad Animal. “Se ha demostrado que el Estado no puede garantizar ni el bienestar ni la salud de los animales, por lo tanto no debería autorizar este comercio “. A ello se suma que “en los países de destino se sacrifica sin aturdimiento previo y los animales se desangran despiertos lo que hace su muerte más dolorosa”. En Europa se obliga al aturdimiento previo, pero existen permisos especiales concedidos a las comunidades judía y musulmana para sacrificar animales según su propio ritual, siempre bajo la supervisión y de acuerdo a las instrucciones del veterinario.
“Los animales sufren siempre en los traslados, no solo cuando existen problemas como los de estos dos barcos”, explica Barquero. Igualdad Animal ha llevado a cabo varias investigaciones. La última, en mayo del año pasado, documentaba la condiciones en las que viajaron 100.000 corderos a Arabia Saudí para ser sacrificados. “Tras un largo viaje en camión son lanzados por los operarios, agarrados por las patas para evitar que retrocedan y no suban al barco, además de soportar altas temperaturas”, describe Barquero.
Devolución sin justificación
El Ministerio de Agricultura sigue investigando lo ocurrido con los barcos Karim Allah y Elbeik, porque, aseguran fuentes oficiales, no encuentran ninguna justificación a la devolución de Turquía y, de hecho, han reclamado explicaciones desde la Embajada española de Ankara. En las reuniones mantenidas entre altos cargos de los departamentos de los dos países, señalan las mismas fuentes, no se planteó ningún problema.” Firmamos los correspondientes certificados, porque todo estaba en regla”, señala Valentín Almansa, director general de Sanidad Animal. “Se trataba de cargamentos de terneros procedentes de diferentes puntos de España, entre ellos, de varias zonas de Aragón, y en todos los casos, desde explotaciones a más de 150 kilómetros de las afectadas por la lengua azul en esa Comunidad Autónoma.”
El director general y Matilde Moro, la responsable de la Asociación de Productores de Vacuno, señalan que existió incumplimiento por parte de las autoridades turcas de las directrices comunitarias y de la propia Oficina Internacional de Epizootias ante este tipo de enfermedades para evitar el bloqueo a todo un sector.
Sergio García Torres, director general de Bienestar Animal (dependiente de la Vicepresidencia de Asuntos Sociales) sostiene que hay que “avanzar a lo largo de la legislatura hacia un mecanismo que permita que el transporte de animales no sea en vivo, porque tanto sufrimiento de los animales es innecesario”.
Por: Esther Sánchez, El PAÍS
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