España está diseñada para el boom del ‘low cost’ turístico. Con esta pandemia, ahora se ha visto encarada hacia una crisis que está devastando su economía, poniendo en cuestión el modelo turístico como tren de arrastre. No hay un horizonte claro cercano
Para algunos analistas esta crisis «ha hecho descarrilar un tren que iba a máxima potencia. El sistema estaba sobredimensionado», señala el geógrafo Josep Ivars
España ha desarrollado su modelo de infraestructura urbana, pasando por su sistemas de transporte público hasta su ordenamiento territorial con el objetivo de brindar bienestar y facilidades a los más de 80 millones de turistas que recibía cada año. Lo ha hecho desde finales de los 60 del siglo pasado, con miras a ser, entre Italia, Portugal y Grecia, el país mejor elegido para la recreación y disfrute vacacional
Hoy ese caudal de turistas y visitantes transitorios ha decidido quedarse en casa, en sus países de origen, con un cuidado que aun no termina de definirse y por lo tanto que será difícil de recuperar.
Según cifras oficiales, el 12,7% del empleo cuelga de este sector, cuyo futuro va a depender de diversas variables, muchas de ellas incontrolables como las nuevas medidas de restricciones y su respectiva dureza; la capacidad económica de los viajantes que ahora sigue muy impactada; la manera cómo enfrentan los riesgos aquellos que solían visitar nuestras playas y monumentos y las políticas públicas a implementarse conforme se reactivan los brotes y demora el hallazgo de una vacuna.
El coronavirus nos ha «puesto contra la pared» y se ensaña con esta gran industria de España, poniendo en cuestión su exitoso modelo socioeconómico. Los países del sur de Europa están diseñados a la medida del sector turismo. Y ahora, todo indica que no será lo mismo, después de esta pandemia. Este será el sector que ha pasado de ser un boom a convertirse en un crash. ¿Qué debemos hacer con él? ¿Cómo encarar la nueva normalidad del turismo para España?
Si el 12.7% del empleo depende de este sector, las economías familiares vinculadas a la hostelería, cafeterías, hoteles y restaurantes, ¿deben replantear su modelo?
Ya estamos advirtiendo hoy que no se ha producido una recuperación en V y que la latencia de la crisis sigue «arrinconándonos» hacia paradas esporádicas pero muchas veces largas y profundas. Lo estamos viendo hoy con la vuelta a la Escuela para este curso académico. No va a ser lo mismo que en la era pre pandémica. Entonces, visto así, casi con toda certeza, no habrá recuperación en V para el turismo.
Los datos son escalofriantes. «El Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés) pronostica la pérdida de 75 millones de empleos en el sector como consecuencia del coronavirus. La Organización Mundial de Turismo (OMT) estima pérdidas superiores a los 400.000 millones de euros. En un escenario de recuperación a medio plazo, la OCDE prevé un retroceso del sector del 70% con respecto a 2019. «El efecto va a ser devastador», resume el geógrafo Josep Ivars, del Instituto de Investigaciones Turísticas. La incógnita ahora está en el grado de devastación».
Si la pandemia ataca a la movilidad de las personas y las hace ser conservadoras en sus recreaciones anuales, no habría muchos elementos a mano para hacer pronósticos optimistas. Según un informe de la Universidad de Málaga denominado una propuesta de reflexión se rescata una frase del experto en marketing y gestión estratégica Dimitrios Buhalis: «La única certeza es la incertidumbre». Lo seguro es que la pandemia ataca «a la movilidad de las personas, esencia del turismo», señala el informe. Su evolución dependerá de factores con un comportamiento difícil de prever: la salida de la crisis sanitaria, la renta disponible durante la crisis económica, la huella psicológica, la posible aversión al riesgo, entre otras variables.
En un artículo para el laboratorio de ideas sobre turismo Albasud, Iván Murray y Ernest Cañada detectan cómo la gran industria vinculada al turismo, por ejemplo la de la aviación, empieza a proponer salidas para volver a la «normalidad». Una «normalidad» que, a su juicio, era en sí misma anormal. Y que no volverá.
«No hay experiencia histórica, nunca ha habido un shock de oferta y demanda al mismo tiempo. Esta crisis afecta a la movilidad, a la distancia social. ¡Imagina medidas de distancia social en una compañía aérea low cost! Toda la estructura del sector va a tener que cambiar», señala el consultor Iñaki Gaztelumendi.
La situación, ya de por sí traumática, es extrema en España. «Ahora, de repente, nos piden la medida antiturística por antonomasia: quedarnos en casa. Precisamente cuando todo se basaba en una hipermovilidad difícil de sostener. El sistema turístico global y el español en particular estaban sobredimensionados. Había lo que llamábamos overtourism. Esta crisis ha hecho descarrilar un tren que iba a máxima potencia», señala el geógrafo Ivars.
Hay cifras que ilustran cómo España –su economía, su mercado laboral, sus infraestructuras– viajaba acomodada en ese tren a toda máquina que ahora yace a un costado de la vía.
Economía y empleo
Según la investigación del periodista Angel Munárriz, el país cerró 2019 con 83,7 millones de turistas, un nuevo récord histórico tras saldar un 1,1% más que en 2018. Para ubicar la cifra, hay que mirar los datos de 2008: 52,1 millones. O de 2013: 60,6 millones. El crecimiento ha sido fortísimo. un fenómeno acelerado por la pérdida de tirón turístico de los países desestabilizados por la Primavera Árabe (2010-2010).
El peso del turismo alcanzó en 2018 en España los 147.946 millones de euros, lo que supuso el 12,3% del PIB, una décima más que en 2017. Desde 2015 el peso del turismo en el PIB ha crecido 1,3 puntos, al pasar del 11,0% al 12,3%. La ocupación en las ramas económicas características del turismo alcanzó los 2,62 millones de puestos de trabajo. Ello supuso el 12,7% del empleo total de la economía, tres décimas más que en 2017, todo ello según el última Cuenta Satélite del Turismo del INE. La tasa de temporalidad supera el 32%, según Turespaña.
Todo este aspecto económico tiene su correlato en los sistemas de urbanización, la gestión de las vivienda, los modelos de transportes, los mecanismos de conexiones, los subsistemas de servicios conexos, entre otras variables que están siendo desafiadas. Hasta el modelo educativo de algunas universidades y Escuelas de Graduados enfrentan nuevas oportunidades. La administración pública y los colectivos corporativos relacionados al turismo están en modo de reconfiguración estratégica.
Artículo original publicado en InfoLibre, por Angel Muñarriz. Editado y actualizado por nuestra casa.
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