Decenas de miles de alemanes se manifiestan este sábado para denunciar la «locura de los alquileres», con los especuladores inmobiliarios en el punto de mira.
En Berlín, donde el precio del alquiler se ha duplicado en diez años, los manifestantes se congregarán en la Alexanderplatz para denunciar a grupos como Deutsche Wohnen y Vonovia, que han comprado miles de edificios, aprovechando precios muchos más bajos que en otras capitales europeas.
«El nuevo propietario es conocido, tiene más de 1.500 apartamentos y por puro negocio (…) compra y vende con dinero de inversores que naturalmente quieren tener los mayores rendimientos posibles» explica a la AFP Hans von Maydell, de 75 años.
Tras 45 años de vida en un edifico de la calle Hasenheide, Von Maydell se enfrenta a un cambio de propietario. Y teme que les pase lo que a otros miles de berlineses: una rescisión de su contrato, seguida de una gran remodelación y luego de un nuevo alquiler a un precio mucho más alto.
En 2018, Vonovia aumentó así su alquiler medio en un 4,2%. La sociedad posee unos 350.000 apartamentos.
Este aumento está provocado por la creciente popularidad de las ciudades del país, donde decenas de miles de alemanes y europeos se instalan cada año, aunque la oferta sea insuficiente.
«Desde hace cinco años tenemos un crecimiento de las construcciones de nuevas viviendas, pero eso no colma el déficit ya que se construyen demasiado pocas viviendas sociales a precios accesibles», explica Ulrich Ropertz, portavoz de la asociación alemana de inquilinos.
Además, según él, las compañías inmobiliarias como Vonovia o Deutsche Wohnen tienen un poder de «influencia a escala nacional» que bloquea la adopción de medidas para controlar los alquileres.
Aunque existen normativas para limitar el aumento de los alquileres en un 10% respecto a una tarifa de referencia, se ha demostrado que son ilegales o inaplicables.
Como reacción, se está organizando una campaña para intentar obtener que el ayuntamiento de Berlín expropie a las compañías inmobiliarias que tengan más de 3.000 viviendas, explica Ruzbeh Taheri, portavoz de esta iniciativa.
Su petición necesita reunir firmas suficientes para convocar un referéndum local.
Taheri asegura que se trata de una nueva «lucha de clases». «Se trata de enviar un mensaje a los especuladores: su capital no está seguro en Berlín», afirma.
Pero según el economista Harald Simons, el proyecto es «completamente absurdo» porque, según él, empresas como Vonovia o Deutsche Wohnen no controlan más de entre el 5% y el 6% de los alquileres.
Atacar únicamente a estos grupos «significaría que 5% de los inquilinos berlineses ya no tendrían que pagar grandes sumas, mientras que los demás seguirían pagando lo mismo» explica.
«El arrendatario típico en Alemania es un pequeño arrendatario que tiene dos, tres, cuatro y hasta 20 apartamentos. Eso ocurre en el 70% de los alquileres», agrega.
Otra solución sería la compra de inmuebles por parte de la ciudad, dirigida por una coalición izquierda-Verdes, para impedir que los alquileres se disparen.
Esta opción se está estudiando desde hace meses aunque el ayuntamiento tiene sus finanzas en un estado catastrófico. Además, el precio del m2 se ha disparado.
«Los precios de venta han aumentado dos veces más rápido que los alquileres. Hacer eso habría sido una buena idea hace ocho años», comenta Simons.
La municipalidad debería gastar, según sus propias cuentas, hasta 36.000 millones de euros, mientras que ya ha vendido mucho menos caro que en el pasado una parte de su patrimonio inmobiliario.
«Cuando la gente sepa cuantos miles de millones hay que gastar, muchos empezarán a ver las cosas de forma diferente», admitió el alcalde de Berlín, Michael Müller.
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