Juan Manuel Carmona Torres, Universidad de Castilla-La Mancha
Varón de 75 años que acude a urgencias por posible fractura de cadera debido a una caída en su domicilio habitual. En el momento de la anamnesis (recogida de datos clínicos), el médico le pregunta por la medicación que toma habitualmente en casa, ante lo cual la esposa le saca una larga lista del bolso. “Aquí lo tengo todo apuntado, doctor”.
Al revisarla, el médico comprueba que está tomando medicamentos debido a la fibrilación auricular (acenocumarol), síndrome ansioso-depresivo (diazepam), insomnio (lorazepam), síndrome prostático (tamsulosina), hipertensión arterial (enalapril), dispepsia gástrica (omeprazol) y déficit de vitamina B12 (vitamina B12). Le llama la atención que esté tomando dos benzodizepinas (diazepam y lorazepam), sobre todo el diazepam, que presenta una vida media-larga y se desaconseja en la población mayor de 65 años. Principalmente porque se trata de individuos especialmente sensibles a sus efectos adversos que pueden sufrir somnolencia excesiva y, como consecuencia de ello, caídas, como le ha sucedido a su paciente.
Más longevos y con más enfermedades crónicas que nunca
A una situación similar se enfrentan a diario los profesionales sanitarios. Sobre todo ahora que la población mundial está cada vez más envejecida. En España, según el INE, la población de 65 y más años supondrá el 25,2% del total en el año 2033.
El problema es que la edad avanzada va asociada a un aumento de enfermedades crónicas, limitaciones funcionales y morbilidad, que derivan en un aumento del uso de los servicios de salud y mayor consumo de fármacos. En conjunto, un desafío importante para el sistema sanitario.
Para colmo, la población mayor de 65 años constituye un grupo de especial riesgo para la aparición de problemas relacionados con el consumo simultáneo de varios medicamentos. Influyen diversos factores, entre ellos los cambios farmacocinéticos y farmacodinámicos propios del proceso de envejecimiento y las pluripatologías.
Polifarmacia en las personas mayores
Según la OMS, el uso simultáneo de múltiples medicamentos por una persona (generalmente 5 fármacos o más, incluyendo fármacos sin receta, con receta y/o medicinas tradicionales y complementarias) se define como “polifarmacia”. Tomar diferentes fármacos a la vez aumenta la probabilidad de que se produzcan interacciones farmacéuticas. Si a eso se le unen las dificultades que a veces presentan las personas mayores para seguir a rajatabla las recomendaciones terapéuticas, se entienden los frecuentes errores en la toma de medicación.
Por todo ello, el consumo de medicamentos en las personas mayores debe ser abordado como un problema de salud pública. Un problema que crece conforme lo hacen la esperanza de vida y la prevalencia de enfermedades crónicas. Después de todo, los mayores consumen cerca de un tercio del total de los fármacos prescritos.
Lo realmente preocupante es que la polifarmacia está asociada a reacciones adversas a medicamentos, aumento de ingresos hospitalarios, discapacidad, delírium, caídas y mortalidad. Eso no quita que, en ocasiones, el uso concurrente de múltiples medicamentos sea necesario y beneficioso. De ahí que una revisión sistemática reciente diferencie dos tipos de polifarmacia. Por un lado la polifarmacia apropiada, en la que el uso de los fármacos es necesario, y estos se prescriben teniendo en cuenta los factores individuales y el contexto del paciente. Y por otro la polifarmacia inapropiada, es decir, la prescripición irracional de demasiados fármacos, en la que los pacientes están en riesgo de sufrir reacciones adversas medicamentosas y malos resultados de salud.
La prevalencia de la polifarmacia no es igual en todas partes. En España, según un estudio realizado en parte por profesores de la Universidad de Castilla-La Mancha, el 27,24% de los mayores que viven en el ámbito comunitario presenta polifarmacia. El problema se agrava teniendo en cuenta que se detecta un 13,3% automedicación en esta población en el último año de estudio.
Los fármacos más consumidos, de acuerdo con el estudio, son fármacos para la tensión arterial (51,6%), para el dolor (42,8%) y para el colesterol (28,2%). Esta polifarmacia se asocia principalmente al sexo femenino, a la edad avanzada, a estar separados/divorciados/viudos, a no tener estudios, a mayor índice de masa corporal y a practicar automedicación.
Medidas de prevención
Así las cosas, parece ineludible establecer estrategias clínicas innovadoras en las que médicos, enfermeras, farmacéuticos y pacientes desarrollen protocolos de actuación que ayuden a combatir la polifarmacia inapropiada, reduciendo el riesgo para los pacientes. No hay que obviar tampoco que las guías clínicas para tratar a personas mayores con múltiples patologías es limitada. Como consecuencia, la prescripción de medicamentos suele enfocarse a las enfermedades individuales, sin tener en cuenta la multimorbilidad.
En el informe Medication Safety in Polypharmacy de la OMS se proponen los siguientes puntos clave para combatir este problema:
- Implantar revisiones periódicas de la medicación en pacientes polimedicados.
- Abordar la polifarmacia apropiada al inicio del tratamiento, durante la revisión de los medicamentos y en las transiciones entre equipos asistenciales.
- Permitir a los profesionales sanitarios y a los pacientes discutir temas relacionados con la polimedicación, lo que llama “cultura de seguridad”.
- Implantar políticas que apoyen el manejo apropiado de la polifarmacia y promuevan el trabajo multidisciplinar, eliminando barreras.
- Un enfoque centrado en las personas, revisando la medicación con los pacientes y/o sus cuidadores.
- Abordar problemas de estilo de vida durante el proceso de revisión de la medicación.
- Usar tecnologías apropiadas para reducir los daños relacionados con la medicación, mejorando la experiencia del paciente y la adherencia al tratamiento.
- Informar de incidentes con medicamentos, incluyendo reacciones adversas, hospitalización o asistencia al centro de salud primario debido a síntomas relacionados con su consumo.
Asimismo, en la última década se han desarrollado una serie de herramientas para identificar medicamentos potencialmente inapropiados como son los criterios STOPP/START y los criterios Beers.
El manejo de la polifarmacia es un problema emergente en nuestra sociedad. Aunque España ha establecido como una de las prioridades de los servicios de salud la mejora de la atención a los pacientes con polifarmacia, llevando a cabo programas específicos en algunas comunidades, el número de personas que la practican continúa creciendo.
Es evidente que se necesita mayor investigación para abordar esta problemática. Pero entre tanto puede resultar muy útil aprovechar las consultas médicas y de enfermería para reevaluar el estado clínico de las personas mayores y revisar los medicamentos que consumen. En suma, hacer todo lo posible para evitar que se atiborren de fármacos.
Juan Manuel Carmona Torres, Profesor Contratado Doctor Interino en la Facultad de Fisioterapia y Enfermería, Universidad de Castilla-La Mancha
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Comments are closed