Según el informe ‘Contribución de las empresas españolas a la Estrategia de Desarrollo Sostenible 2030: una consulta integral’ editado por la Red Española del Pacto Mundial en colaboración con la Secretaría de Estado para la Agenda 2030, hasta un 85% de las empresas afirma estar trabajando en alguno de los ámbitos recogidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Más en concreto, todas las grandes empresas (99%) llevan a cabo actuaciones en estos ámbitos, mientras que entre las pymes y autónomos el porcentaje es de un 83% y un 61%, respectivamente.
La alta implicación del tejido empresarial en este ámbito se debe a que, igual que ocurre con el planeta, los recursos de las empresas también son limitados y es una tarea global asegurar el consumo eficiente de los mismos y su regeneración, contribuyendo con ello incluso a mejorar el entorno en el que cada organización desarrolla su actividad. Eso sí, en este aspecto cabe destacar que la sostenibilidad es un concepto que va mucho más allá de lo ambiental, como bien reflejan los ODS, e implica también un compromiso económico, ético y social. «Etimológicamente, la sostenibilidad define sistemas capaces de perdurar en el tiempo, y es a esa acepción a la que nos gusta referirnos. Todo proyecto empresarial, todo ecosistema, ha de tener la sostenibilidad en su ADN para garantizar su supervivencia», apuntan desde Ibercaja Empresas.
Para esta entidad, esta supervivencia empresarial debe basarse en seis pilares: la innovación, la digitalización la sostenibilidad, la transformación cultural, la diversidad y el emprendimiento, y es por ello que cuentan con un amplio cuestionario que evalúa la situación de las empresas y los aspectos en los que puede mejorar.
Sobre la inversión socialmente responsable
Otro de los aspectos que más relevancia está cobrando en materia de sostenibilidad es la Inversión Socialmente Responsable (ISR), que se refiere a aquella inversión que no solo considera la rentabilidad, sino también el impacto social o medioambiental. Según las cifras recopiladas por la Global Sustainable Investment Alliance, en el año 2018, 30,7 billones de dólares en activos se invirtieron de forma sostenible, un tercio más que en el año 2016, y se estima que siga creciendo en los próximos años.
«Su protagonismo crece de manera exponencial en la mayoría de las gestoras, y ha venido para quedarse. El valor diferencial se encuentra en que en la ISR se toman decisiones de inversión teniendo en cuenta análisis financieros y extrafinancieros de las compañías en las que se va a invertir. Es decir, se aplican criterios ASG: ambientales, sociales y de gobierno corporativo», apuntan desde Ibercaja.
En este sentido, los expertos destacan la importancia de valorar el entorno en los mercados financieros para detectar oportunidades y riesgos que ofrecen a largo plazo. La integración de factores no económicos y sostenibles en la asignación de activos se presenta imparable, por lo que toda empresa que cumpla dichos criterios es susceptible de ser un foco de inversión. De hecho, está demostrado que las compañías socialmente responsables están teniendo mejores resultados.
Fuente: Heraldo
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