La escasez de semiconductores ahogará la industria a lo largo del 2021

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Digitalización

Falta de inversiones, vetos políticos y el auge digital golpean el suministro global

La escasez de semiconductores ahogará la industria a lo largo del 2021

Cuando en 1965 Gordon Moore expresó su célebre ley, según la cual el número de transistores en un microprocesador se duplicaría cada dos años, tal vez no podía imaginar que, casi medio siglo después, tras un progreso exponencial, se llegaría a vivir una penuria en el mercado de los semiconductores.

Es una paradoja que en una sociedad cada vez más digital no se tenga disponibilidad suficiente de un elemento electrónico clave que no debería ser complicado de fabricar, a diferencia de los recursos naturales, que son limitados y sujetos a extracción. Pero en eso estamos, con firmas automovilísticas, como las del grupo Volkswagen, que se han visto obligados a plantear medidas de ajuste de empleo al no disponer de la cantidad de semiconductores idónea para la producción de sus vehículos, alegando un cuello de botella en el suministro.

La demanda se ha disparado en un momento en que las inversiones se centran en chips de otro tamaño

El proveedor alemán Continental dijo que los volúmenes adicionales requeridos solo se podrán conseguir dentro de seis o nueve meses, con lo que la escasez puede prolongarse en el 2021. Andrew Chen, de Kinpo Electronics, que trabaja con HP, avisó de que para obtener un circuito integrado, si se pide ahora, hay que esperar hasta doce meses. Según declaraban a Nikkei, fuentes de la empresa taiwanesa UMC, que provee a Sony y Qualcomm, en la industria se vive una situación similar a la del “hotel está completo y no quedan habitaciones extras para satisfacer la demanda. Los clientes nos imploran más chips, pero incluso si estuvieran dispuestos a pagar más no tenemos capacidad adicional para darles más productos”. El distribuidor WPG Holdins dijo que sus inventarios están en mínimos históricos de 35 días y que la escasez durará hasta el primer trimestre.

¿Cómo se ha llegado a esta situación absurda? En lo que se refiere a la automoción, hay un elemento coyuntural: la recuperación del sector en el tercer trimestre fue superior a lo previsto. Hoy los vehículos son cada vez más smart y necesitan piezas electrónicas. Pero la pandemia también ha disparado el consumo de otros aparatos electrónicos como PC, tabletas, wifi y móviles (y, más recientemente, videoconsolas). De ahí el desequilibrio. A esto hay que sumarle un incendio en Japón en uno de los mayores procesadores de audio, Asahi Kasei Microdevices. También hubo una huelga en Francia en STMicroelectronics que ralentizó la producción.

Una industria muy concentrada

La de los semiconductores es una industria muy cíclica, en la que la inversión de capital es elevada. Cuando una generación de chips llega a su fin, no es sencillo reciclar una planta que ha costado muchos millones. Las obleas de procesadores de tamaño 200 mm, más antiguas, ya están fuera de los estándar de la industria, que ahora apuesta por las de 300, más avanzadas. Pero las de 200, fabricadas por Global Foundries o SMIC, todavía son necesarias en el llamado internet de las cosas o los móviles y siguen teniendo mucha demandas por sus costes más reducidos y porque muchos de estos aparatos ya están adaptados a este formato. El problema es que al no haber sido la prioridad de las inversiones en los últimos tiempos, su producción ahora no da abasto.

Asimismo, esta industria es muy concentrada: cuando se habla de “fabricantes”, en realidad se está hablando de empresas que diseñan y desarrollan chips cuya fabricación contratan a otra –conocida como foundry – con la peculiaridad de que son un puñado. La primera es la taiwanesa TSMC (que fabrica la mitad de los semiconductores del mundo), cuyas acciones están en máximos históricos y han ganado el 50% este año, seguida de Samsung y Global Foundries. Cualquier incidencia en la fabricación en estos gigantes afecta a toda la cadena de valor global del suministro y TSMC está atrapada entre las reivindicaciones territoriales de Pekín y la guerra comercial con EE.UU. “Necesita tanto a los chinos como a los estadounidenses por ser sus mayores clientes tecnológicos”, dijo Dan Wang, de Gavekal Dragonomics.

FILE PHOTO: A logo of Taiwan Semiconductor Manufacturing Co (TSMC) is seen at its headquarters in Hsinchu, Taiwan October 5, 2017. REUTERS/Eason Lam/File Photo

Peor suerte le ha tocado al gigante estatal de semiconductores chino SMIC, que ha acabado en la lista negra de Donald Trump, al cerrarle el mercado estadounidense. Su veto ha obligado a varias empresas del sector a almacenar una gran cantidad de materiales electrónicos (unas reservas equivalentes a 18 meses) en vista de posibles represalias. La china Xiaomi, por poner un ejemplo, ha duplicado sus reserva de componentes respecto al año pasado. Estos movimientos han dejado sin aprovisionamientos suficientes al resto de empresas y ha incidido en la producción global.

Las firmas de semiconductores al final son las que ganan, porque en época de escasez, el negocio se dispara. El holandés NXP alertó que se verá obligado a subir los precios. Mark Edelstone de Morgan Stanley reconoció que “nunca he visto una época mejor que esta para esta industria. El desplazamiento hacia la nube y el teletrabajo son tendencia ahora gracias al efecto catalizador de la Covid”, añadió. De hecho, las cifras de la organización WSTS prevén que entre memorias y sensores, etcétera, los ingresos este año subirán este un 5,1%, después de caer un 12% el año anterior y que el mercado superará los 400.000 millones de euros. Esta no es la ley de Moore, sino la de la oferta y demanda.

Por: Piergiorgio M.Sandri, https://www.lavanguardia.com/

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